— ¿Estás seguro?
— Ya te dije que sí, Einar.
Me incliné hacia adelante en el asiento hasta donde me lo permite el cinturón de seguridad y miré el cielo sobre nuestras cabezas, no hay una sola estrella en el cielo, pero hay luna llena.
De vez en cuando pasan autos en el carril contrario, pero la mayor parte del tiempo estamos solos.
Einar tamborilea con sus dedos sobre su pierna, distraído. Quiere que paremos para que pueda dormir esta noche, pero me negué; estoy harto de esta situación, cuanto más rápido alcancemos esa taberna mejor. Además, no tengo sueño, y estoy seguro de que puedo aguantar la noche de corrido… Ya lo he hecho antes.
Einar me observa fijamente, apoyado contra la ventanilla del auto mientras yo no saco la vista del frente… Aunque no hay ningún otro vehículo frente a nosotros, a no ser que se aparezca algún animal.
— ¿Qué pasa? — Le dije finalmente, divertido.
— Nada.
Fruncí el ceño. — Entonces, ¿Por qué me miras tanto?
Me volteé hacia él por un segundo, tiene la boca entreabierta, como si se dispusiera a decirme algo, pero volví a mirar al frente antes de que lo haga.
Por el rabillo del ojo, noto cómo vuelve su mirada al frente.
— Estaba distraído, es todo. — Murmuró.
Dejé salir todo el aire de mis pulmones y me relajé contra el asiento, sin indagar más.
Cinco silenciosos minutos después, volvió a hablar.
— Kennet…
— ¿Sí?
— ¿Qué estabas estudiando en la Universidad…? Antes de que pasara todo esto, me refiero.
Sonreí de lado, confundido. — ¿A qué viene esa pregunta ahora?
— Curiosidad.
— Estudiaba medicina, creí que lo sabías… Estuviste persiguiéndome a todos lados por algunas semanas, ¿No?
— Sí, pero nunca llegué a prestar atención al contenido de tus clases o echar una mirada a tus libros y apuntes. — Me reí, mirándole por algunos breves segundos.
— ¿Te metías conmigo en mis clases?
— Sí, claro. — Frunció el ceño confundido. Sonreí.
— Eso explica algunas cosas, ¿Algo más que deba saber?
Me tomó enserio y se puso a pensar en la respuesta por algunos segundos antes de contestar. — Creo que no… — Asiento en silencio, resignado y observando un auto pasar por el carril contrario. — ¿Y por qué estudiabas medicina?
No puedo evitar reírme, se me viene a la cabeza la comparación entre Einar y un niño de cinco años.
Me muerdo el labio para amortiguar la risa ante ese pensamiento.
— Desde que era pequeño siempre me llamaron la atención las películas sangrientas, y a medida que fui creciendo las reemplacé por videos de cirugías en internet. — Le contesté calmándome. — Simplemente me llaman la atención esas cosas, y no me impresionan tan fácilmente, así que pensé; ¿Por qué no?
Einar rió a mi lado. — Entonces la idea era ser cirujano, ¿No?
Le sonreí. — Exactamente.
Por el rabillo del ojo, él me devolvió la sonrisa. — Lo serás, y seguro que uno muy bueno.
Abrí la boca para agradecerle cuando, repentinamente, Einar se impulsó hacia adelante en el asiento y puso una mano sobre mi pecho por debajo de mis brazos extendidos. Una rápida mirada en su dirección y comencé a ponerme nervioso; revisaba frenéticamente todo a nuestro alrededor, sus hombros están tensos.
— ¿Einar? — Le llamé, miré rápidamente todo a nuestro alrededor como lo está haciendo él mientras me ignora. Tomé con firmeza el volante. — Einar, ¿Qué pasa?
Creo que está por contestarme cuando el ruido de llantas haciendo fricción contra el asfalto me llama la atención, devolví la mirada al frente, asustado y con los ojos bien abiertos, y vi a un auto que venía en el carril contrario derrapar de costado en la carretera y venir a toda velocidad en nuestra dirección.
Pego un volantazo justo a tiempo para evitar que el auto nos golpee de frente, pero impacta con un estruendo contra el costado del lado del conductor. Junto a mí.
El auto salió derrapando de la carretera y puedo sentirlo en el aire con mis ojos cerrados, me muevo en todas direcciones, incapaz de sujetarme con firmeza a algo para detenerme, el pánico se extiende por todo mi cuerpo mientras intento manotear algo, lo que sea, pero mis extremidades se sacuden y se mueven en todas direcciones a la par del auto.
Nos estrellamos con un estruendo ensordecedor contra el suelo, escucho cómo los vidrios se astillan en miles de pedazos antes de que pueda abrir los ojos, el auto termina de lado hasta que finalmente termina de caer y aterrizamos de cabeza, mi cráneo se golpea con fuerza contra el techo del auto.
— ¡Kennet! — Escuché gritar a Einar en la lejanía, aunque sé que probablemente está a mi lado, abrí los ojos de a poco.
— Bien. — Consigo murmurar a duras penas, sin poder moverme. — Estoy bien.
Un zumbido constante no me deja escuchar nada más, dejé mis brazos inmóviles y estos caenyeron a mi lado.
Respiré hondo varias veces, intentando recuperar la calma y la mente fría a la vez que intento comprender lo que acaba de pasar.
Mis sentidos están nublados; me zumban los oídos, no puedo sentir el tacto de absolutamente nada que esté en contacto con mi cuerpo o, quizás, simplemente me es difícil concentrarme en ello, y me cuesta abrir los ojos.
Cuento hasta tres mentalmente y me fuerzo a abrir los párpados. Se abren como si se estuvieran despegando luego de que les hubiera aplicado pegamento, logro distinguir mis manos. La almohadilla contra accidentes no se activó. Cuento hasta tres en silencio otra vez, comenzando a sentir la cabeza caliente; la sangre se me está acumulando en ella. Tengo que salir del auto.
El zumbido en mis oídos continúa latente, intento mirar a mi alrededor; todas las ventanas del auto están estrelladas, el asiento a mi lado está vacío.