La Venganza de Luna y Sol

24: "Sueños"

    La fuerte luz del sol de la tarde se filtra a través de la ventana y da directamente en el rostro de Einar, pero él no lo nota en absoluto. Sus párpados continúan cerrados y él sigue durmiendo, lleva ya catorce horas.

    Permanecí a su lado toda la noche y sólo me levanté en cuanto amaneció y vi los primeros rayos de sol en el horizonte, caminé un poco por el cuarto, revisé los escasos muebles e intenté hacer cualquier cosa para distraerme… Usualmente pensar es suficiente, pero entretenerme por veinticuatro horas seguidas sin tan siquiera un libro o una revista es algo difícil, y eso que no me gusta leer. Al final despojé la silla de metal, la acerqué a la ventana y me senté a comer mi almuerzo al mediodía. La silla resultó ser tan incómoda como me lo pareció la noche anterior, pero no hay más opciones.

    Llevo dos horas sentado en ella y ya comienza a ser insoportable, pero tampoco quiero alejarme de la ventana; ver el exterior me entretiene, aunque sea en lo más mínimo. En realidad, comienzo a preguntarme por qué no se me ocurrió dormir a mi primero y obligarlo a él a dormir luego, porque ya comienzan a pesarme los párpados. Nada que no puda manejar, pero eso sumado al aburrimiento no me ayuda mucho. ¿Cómo es que Einar hace esto cada vez que tenemos que parar para que duerma? Yo sólo duermo lo normal, ocho horas o incluso menos, pero aún así no puedo imaginar cómo se las arregla para entretenerse mientras tanto y debo admitir que extraño discutir con él, ya que así al menos no me aburro, aunque la verdad que esta resultó ser una experiencia interesante.

    Einar tiene el sueño pesado, para empezar, no importa cuánto ruido haga, él sigue durmiendo, ni siquiera se inmuta y mentiría si dijera que no me preocupa al pensar en que en algún momento deberé despertarlo, ¿Seré siquiera capaz de hacerlo? Hace un rato resonó un bocinazo en el estacionamiento cuando una mujer se cruzó en el camino de un auto que salía hacia la calle y Einar ni reaccionó.

    Segundo, se mueve muchísimo. Mientras estaba sentado a su lado se movió al menos treinta veces, muchas de ellas en posiciones extrañas, pero otra vez; se movía sin despertarse ni un poco, incluso aunque se chocó contra mí varias veces.

    Y tercero, tiene sueños. Nunca me lo paré a pensar con detalle, y descubrirlo fue una sorpresa. Era de noche, a eso de las dos de la madrugada, cuando apretó sus manos formando puños y comenzó a murmurar cosas incomprensibles. Al principio me dio ternura, pero luego uno de esos puños me pegó en el brazo y me dieron ganas de devolvérsela. En el transcurso de la noche no se detuvo, y siguió murmurando en su mayoría cosas que no comprendía, aunque algunas veces pude captar palabras tangibles como “aléjate”, “no”, “quiero” y, por sobre todas las demás; “Kennet”. Murmuró mi nombre claramente unas cuatro veces, y todas ellas fueron con la expresión frustrada que hace cuando algo que hago lo molesta. Al pobre lo tormento hasta cuando duerme, al parecer.

    Me levanté de la silla por fin y, con una rápida mirada al reloj, descubrí que son las tres y media de la tarde. Estiré mis brazos y piernas, los cuales sonaron audiblemente, y comencé a caminar por la habitación intentando hacer silencio. Sé que Einar no se despertará si hago un poco de ruido, pero de toda formas se me hace imposible no intentar moverme en silencio.

    Di un par de vueltas por la habitación y volví a revisar los cajones de los pocos muebles maltrechos que me rodean. Al final, encontré unos papeles al fondo de uno de ellos, parecen ser recibos de ropa y comida compradas hace un año. Los tomé, cerré el cajón y me senté en la cama a un lado de Einar una vez más, quien esta vez estaba de espaldas a mí, pero en cuando sintió al colchón hundirse bajo mi peso se dio la vuelta y se acomodó otra vez como la noche anterior.

    Comencé a leer los recibos en mis manos cuando su voz, fuerte y clara, me sorprendió.

    — No me dejes. — Me sobresalté en mi lugar y lo miré, pero seguía igual de dormido que siempre.

    Su expresión, sin embargo, es la de alguien sumamente preocupado.

    Suspiré mientras me relajaba nuevamente, ya que no parece que vuelva a murmurar algo pronto.

    Me pregunté en silencio hacia quién serían dirigidas esas palabras mientras comenzaba a doblar el papel en mis manos de forma automática, comenzando a hacer origami.

    Mientras terminaba de darle forma a una grulla de papel, Einar sujetó suavemente la punta de mi remera negra y la sostuvo entre sus dedos hasta que volvió a cambiar de posición en la cama.

   ———

    Son las dos de la mañana y cada vez me cuesta más mantener los ojos abiertos. En cuanto se hicieron las doce ya tenía bastante sueño, pero creí que podía aguantar un poco más, algo así como un desafío personal… Pero si no lo despierto ahora, con toda probabilidad me quedaré dormido. No me siento hace una hora porque si lo hago sé que me desmayaré.

    Derrotado, y con una última mirada al reloj, me acerqué a la cama. Einar está una vez más de lado y se ve tan tranquilo que me da pena despertarlo. Me siento en la cama a su lado, no muy seguro de qué hacer.

    Luego de algunos minutos de duda, acerqué mi mano a su hombro y lo sacudí un poco.

    — Einar — Le llamé, se movió un poco pero continuó durmiendo. Sacudí su hombro con más insistencia. —, Einar.

    Murmuró algo incomprensible, se movió un poco y enterró el rostro en las sábanas. Comencé a frustrarme.

    — ¿Qué se supone que tengo que hacer contigo? — Le hablé sentándome con las piernas cruzadas en la cama. — Creo que podrían tirar una bomba y seguirías durmiendo, y no creo que te guste que te tire agua fría en la cara. — Ladeé la cabeza, observándolo. — Te ves tan tranquilo durmiendo que hasta me da pena.

    Le observé por algunos minutos más. La habitación está a oscuras y, otra vez, sólo está iluminada por la luz de la luna. Tiene el cabello corto revuelo y las manos debajo de la almohada.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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