La lluvia repiquetea contra las ventanas del auto con fuerza mientras yo me esfuerzo por distinguir algo a través del parabrisas.
— No puedo creer que nos hayamos perdido otra vez.
Einar no me respondió, concentrado en leer el mapa y en distinguir algo a través de la ventana.
— Creo que estamos en la 47'
— ¿Crees? — Me reí sarcásticamente. — Gracias, eso es muy útil.
— Estoy haciendo lo que puedo.
— Siempre dices eso. — Un auto pasó a toda velocidad por nuestro lado, sobrepasándonos. — Esta es la quinta vez que te pierdes, Einar, y es ridículo. ¡Tú eres el que me está guiando! Yo manejo y tú me guías y me dices las rutas, nunca hubo problemas con eso, y ahora repentinamente te pierdes y no sabes si me guiaste en la dirección correcta o no. — Giré el rostro por un breve instante hacia él antes de volver la vista al camino. — ¿Qué sucede?
— No me sucede nada. — Gruñó mirando por la ventana.
— Nunca me miras a la cara cuando mientes.
— ¿Y tú qué sabes?
— Llevamos cuatro meses viajando juntos, ¿No te parece que ya puedo decir que te conozco bien? — No me respondió. — Einar, ¿Qué te pasa?
Por el rabillo del ojo percibí cómo se relajó en su asiento.
— Sólo estoy distraído, ¿Bien? Es todo, no volverá a pasar. Sólo continúa camino hasta que distingamos un cartel y yo me bajaré a ver si vamos en la dirección correcta.
— Está bien. — Acepté de mala gana. — Pero esta discusión no se acabó.
— No esperaba otra cosa de ti.
Me reí suavemente, más relajado.
———
La lluvia no ha aminorado ni un poco, y por lo poco que logro distinguir del cielo no creo que lo haga en las próximas horas. El otoño está a algunos días de comenzar, y aunque todavía hay días calurosos, el frío y las lluvias son evidencia de eso. Desde hace días que no salgo sin por lo menos una campera atada a la cintura.
Estamos a pocos días de Grustre y no puedo evitar ponerme nervioso ante la idea, sobre todo al pensar en qué encontraremos allí. Si este viaje resultó en vano, no puedo pensar en el siguiente paso a dar para encontrar a la dichosa Diosa, no se me ocurre nada. Quizás esto mismo sea lo que tiene a Einar tan distraído estos días, quizás está pensando ya en nuestro siguiente movimiento en caso de que no encontremos nada.
La mano de Einar en mi hombro me sorprendió.
— Está cerca, no demasiado como para vernos, pero nos está siguiendo.
— Está bien. — Asentí con la cabeza.
Llevó su mano hacia el mapa en sus manos otra vez mientras mira por las ventanas traseras del auto. Su rostro está muy cerca del mío, me doy cuenta.
Enfoco la mirada en el volante y la escasa vista que ofrece el vidrio delantero.
Einar pone su mano en el respaldo de mi asiento.
Escucho un golpe fuerte a un lado del auto que nos sobresalta a ambos, seguido de una fuerte vibración. El volante comenzó a tirar hacia la izquierda.
— ¿Qué sucede? — Me preguntó Einar con la vista clavada en mis manos en el volante.
— Creo... — El auto comenzó a irse hacia la izquierda, luego escuché el ruido del neumático desinflado contra el asfalto a pesar de la lluvia. — Que pinchamos un neumático.
Frené el auto, que quedó inclinado sobre un lado. Miré rápidamente por las ventanas traseras para asegurarme de que no se acercara ningún automóvil a nosotros.
— Debe de haber algún alambre o vidrio en la carretera y seguro pasamos justo por encima. — Le expliqué, me desaté el cinturón. — Pero tengo que confirmar que la rueda esté desinflada. Hay que movernos rápido, con esta lluvia podrían chocarnos desde atrás con facilidad. Hay que mover el coche.
Antes de que pudiera contestarme me cubrí la cabeza con la capucha de la campera que tenía puesta y abrí la puerta del auto para salir de él. La lluvia golpeó contra mi cuerpo con fuerza en cuanto me agaché junto a la rueda para verificar que está completamente desinflada y con un agujero bastante grande, resultó ser justo la rueda del lado del conductor, en la parte de enfrente. Escuché a Einar dar un portazo y salir a la lluvia. Me incorporé y fui hacia la parte de atrás del auto, él se me acercó.
Tuve que acercar su rostro al mío para que pudiera oírme.
— Vé hacia el asiento del acompañante y abre la puerta, redirige el auto hacia la linde de esos árboles mientras yo lo empujo desde atrás. — Le señalé el lugar correcto y lo empujé hacia allí.
Puse las manos contra la parte trasera del auto y empujé en cuanto Einar comenzó a tirar de él a su vez.
No pude dar más de tres pasos cuando el auto comenzó a moverse sin mi ayuda y me dejó atrás. Einar terminó empujándolo él solo. Lo observé con frustración en el medio de la carretera mientras la lluvia me empapaba el rostro, ya que estoy de cara al viento que arrastra el agua hacia mí.
Me acerqué al auto en cuando Einar lo acomodó perfectamente cerca de los árboles, justo cuando vi los faroles de dos autos más en la distancia. Tiré de la puerta del conductor y me metí al auto con un portazo.
El repentino silencio me aturdió, como cuando bajas el volumen de la música luego de haberla escuchado fuerte por un buen rato.
— Estás empapado. — Einar me observó pasándose la mano por el pelo mojado.
— No me digas. — Me saqué la capucha empapada.
— Kennet, podría haber salido yo solo a revisar la rueda y mover el auto.
— Ni siquiera sabías que se había pinchado hasta que te lo dije.
— Sí, y si hubieras esperado un poco te habría dicho que me dieras instrucciones y que puedo mover el auto yo solo contigo adentro y no hace falta que salgas y te mojes.
— Tú también estás mojado. — Repliqué, me saqué la campera empapada y la tiré a mis pies.