Me dirigí a la cama ni bien entré a la habitación. Einar, como de costumbre, cerró la puerta con un portazo. No había terminado de sentarme cuando ya le tenía agachado frente a mí y tomando mis brazos para asegurarse de que no estoy herido en absoluto.
Tiré de mi brazo para liberarme. — Einar, estoy bien, no me hizo nada…
— ¿Cómo que no te hizo nada?¿Quién no te hizo nada? — Replicó, antes de que contestara él ya estaba encima de mí. Se me aceleró el pulso en cuanto acercó su rostro a mi cuello, luego se movió a mi cabello. Gruñó. — Hueles a Tilia.
— ¿Qué es eso?
— Un tranquilizante natural. Te relaja. — Se alejó de mí y comenzó a sacar hojitas de mi pelo. — ¿Tomaste algo que te ofreció?¿Te hizo algo?
Alejé su mano de mí con suavidad. — Ya te dije que no, y lo más seguro es que quemó un poco de esa planta antes de que despertara. Estuve inconsciente y atado varias horas.
— ¿Cómo que te ató?! — Tomó mis muñecas con delicadeza para poder revisarlas.
Bufé y volví a liberarme de su agarre.
— ¿Podrías, por favor, calmarte y escucharme? — Pude ver en sus ojos que estaba muy lejos de estar calmado, pero por lo menos se quedó quieto. Tomé su mano. — Me secuestró una bruja. No me hizo nada, sólo me ató porque no confiaba en mí, lo cual es normal.
— ¿Por qué te secuestró?
— Quería hablar con nosotros, nos observó por varios días y llegó a la conclusión de que si se te acercaba a ti, lo primero que harías sería atacarla.
— Hizo bien entonces. — Frunció el ceño. — No tolero a las brujas.
— Creo que ella lo sabía, quiso hablar conmigo a solas pero nunca estaba solo, así que se decantó por secuestrarme para hablar, le parecí más razonable.
Einar se puso de pie y se sentó a mi lado. — ¿Qué te dijo?
— Se asustó en cuanto nos vio en el pueblo y pasaban los días sin que nos fuéramos, solamente quería saber qué estábamos haciendo aquí, qué buscábamos y si tenía algo que ver con ella para así poder hablar con nosotros tranquilamente. — Ladeé la cabeza, mirándolo con una sonrisa. — Estaba muy asustada de ti.
Me ignoró. — ¿Le dijiste que ella no es nuestro objetivo?
— Sí.
— Bien. — Se levantó y caminó más tranquilo hacia la ventana. Tomé su remera antes de que se alejara.
— Todavía no terminé. — Tiré de él hasta que volvió a sentarse, no lo solté. — Me inspiró confianza, así que le expliqué que estábamos en busca de una mujer llamada Luna.
— Kennet...
— Sé que no fue mi decisión más inteligente, pero en el momento, dentro de la cueva, me inspiró confianza.
— ¿Estabas en una cueva?
— Sí. — Zanjé y continué. — Me ofreció su ayuda diciendo que quizás podría ayudarme a encontrar a esa mujer, así que lo pensé un poco y acepté su ayuda. — Einar comenzó a jugar distraídamente con mi pelo mientras hablaba. — En el instante en el que le dije que buscaba a una mujer llamada Luna, su cuerpo entero se tensó y reconoció el nombre.
— Por supuesto, muchas criaturas saben de ella. Luz y Muerte se esforzaron mucho porque los humanos olvidaran su existencia, pero no les importó demasiado lo que las demás especies pensantes supieran o no, así que muchos la recuerdan.
Sacó una ramita de mi pelo, la dejó sobre la cama distraído y continuó jugando con mis rulos.
— Eso no lo sabía. — Admití. — El caso es que hablamos un poco, y... Me dijo que sabe cómo encontrar a Luna.
Einar detuvo sus acciones a mi lado de forma abrupta, bajó su mano.
— ¿Te dijo cómo encontrarla? — Me preguntó
Hice una mueca. — Ese es el caso. Luego de que le aseguré que no queríamos hacerle daño a Luna y sólo queríamos hablar con ella, me dijo que nos ayudaría, pero que quería hablar con ambos para eso.
— ¿Te dijo en dónde podemos verla?
— No, sólo me dijo que te contara todo esto y que en cuanto percibiera que no corría peligro de ti, nos encontraría.
Miré a Einar a los ojos, él me devolvía el gesto mientras asimilaba mis palabras en silencio. Finalmente, se relajó en su lugar y se acarició las cienes.
— Kennet, no le haríé daño si llega a aparecer pero, ¿Te das cuenta de que no hay garantía de que haya dicho la verdad o de que nos busque? Lo más seguro es que no confió en ti y te mintió para que la dejáramos en paz mientras se larga de aquí.
Lo sopesé por algunos segundos.
— No, sé que me dijo la verdad. — Tomé su mano de forma distraída. — No puedo explicarte por qué, pero sé que no me mintió. Ella sabe algo, y va a ayudarnos.
No muy convencido, él se acercó a mí y rodeó mis hombros con su brazo.
— Eso espero. — Murmuró contra mi cabello.
———
Una leve llovizna repiquetea contra la ventana mientras Einar mira a través de ella y yo me limito a jugar con mis dedos nerviosamente.
— ¿Ves algo? —Le pregunté.
Suspiró pesadamente. — Nada.
Guardé silencio. Estiré las mangas de mi campera para que cubrieran mis manos.
— Deberías dormir ya.
— Es temprano aun. — Protesté sin voltearme a verlo.
— Son las once.
— Como ya dije, temprano.
No replicó más sobre el tema, en su lugar añadió;
— No vendrá.
— Si lo hará, lo sé.
— Kennet, no podemos quedarnos aquí demasiado tiempo. Lo mejor será que volvamos a la carretera y planeemos qué haremos ahora, que nos pongamos de acuerdo.
Le miré con toda la determinación que pude. — Ella vendrá.
— No lo hará. — Volvió a contradecirme. — Es una bruja, no puedes confiar en las brujas. Sólo se preocupan por sí mismas, a estas alturas debe de estar ve tú a saber dónde, muy lejos de aquí, y tú todavía y le crees.
— Sólo cállate, ¿Quieres? Cállate. — Le espeté. Me puse de pie y me le acerqué. — Todo este tiempo, a pesar de que hemos discutido juntos siempre todos nuestros planes, en su mayoría hemos estado haciendo lo que tú querías todo el tiempo. Querías buscar a Dix, fuimos a buscar a Dix. Querías venir a Everain, vinimos a Everain. — Le señalé con el dedo pegado a su pecho. — Por una sola vez, ¿Podríamos seguir mis instintos y no solo los tuyos?