La Venganza de Luna y Sol

32: "Confianza"

    La luz de la mañana se filtra a la habitación a través de la ventana mientras acomodo la mochila sobre la cama. Einar está a un lado de la puerta con los brazos cruzados y la mirada en el piso, Luna murmura cosas incomprensibles sentada en el suelo de madera, agazapada frente a un pedazo de tela negra con varios objetos curiosos encima. Ninguno de los dos se animó a preguntar en cuanto los sacó de su bolsillo y comenzó a acomodarlos en el suelo.

    Cerré la mochila y la observé con curiosidad, no podemos irnos sin ella después de todo.

    Cinco minutos más tarde, guardó silencio y llevó las manos hacia las puntas del cuadrado de tela, comenzó a doblarlo hasta conseguir una bolsita con todas las demás cosas adentro, tomó un lazo blanco que había dejado a su lado antes de comenzar y lo ató. Se incorporó y se puso de pie.

    — Eso debería bastar. — Anunció con entusiasmo. — ¿Están listos?

    Negué. — Todavía no decidimos a dónde ir ahora.

    Como si hubiera dado una orden, Einar se acercó a mí, sacó los mapas de su bolsillo y me los tendió. Los tomé, pero no los abrí. Me aseguré de no rosar su mano al hacerlo.

    Luna frunció el ceño. — Lo hablamos ayer en la noche, antes de que durmiéramos.

    — Sí, pero no decidimos nada concreto. — Apunté. — Y además, Einar tiene que hablar con Luz y Muerte.

   Un silencio espeso nos rodeó en cuanto nos giramos a ver a Einar, que continuaba sin decir una sola palabra.

   Carraspeó. — Lo haré antes de que abandonemos esta ciudad. — Murmuró.

   Luna no le dio más vueltas al asunto, siguió con el mismo entusiasmo de antes. Algo en el fondo de mis pensamientos suponía la razón de su comportamiento, pero preferí callarme.

   — Tenemos que buscar a Sol. — Dijo como si fuera el más obvio paso a seguir.

   — Sí, eso está claro, pero no tenemos ni idea de dónde buscar. — Jugué con los mapas en mis manos mientras hablaba. — Ayer en la noche mencionaste que los Árdigan lo saben…

   Gruñó de forma automática. — Claro que lo saben.

   — … Pero — Continué. —, no es una pista segura, Luna. Tú misma mencionaste que sospechas que lo saben, pero nunca lo admitieron abiertamente. Además, no tenemos forma de hacerlos hablar.

   — ¿Cómo lo sabes?

    — Porque ya lo intentamos. — Einar por fin se unió a nuestra discusión. — Cuando intentábamos averiguar cómo matarlos, visitamos a uno de ellos para probar suerte y ver si él mismo sabía cómo autodestruirse.

    — Por supuesto que saben cómo, saben que solo yo y Sol podemos hacerlo. — Ella le respondió.

    — A nosotros nos dijo que no lo sabía y a duras penas. No pude hacerlo hablar, sólo nos dijo que podían hacerse daño entre sí y ya está.

    — Bueno, entonces, ¿A dónde vamos? — Indagó con frustración.

    Ninguno de los dos habló mientras les observaba, sumidos en sus propios pensamientos. Luego de algunos segundos, bufé y miré fijamente a Einar hasta que él me devolvió la mirada. Le tomó su buen tiempo comprender qué intentaba darle a entender. En cuanto lo comprendió, su rostro se transformó en el de una persona enojada.

    — Ni lo sueñes. — Me espetó.

    — Estás siendo irracional.

    — Estoy siendo coherente. — Cerró los ojos con fuerza e intentó calmarse.

    — ¿De qué hablan? — Luna preguntó.

    Abrí la boca para contestar, Einar se me adelantó. — Nada que merezca ser mencionado.

    — ¿Podrías parar? — Le espeté, acallándolo. Me giré hacia Luna. — Cuando comenzamos a viajar juntos y decidimos buscarte a ti, le sugerí a Einar visitar una Fhyza varias veces, pero él nunca quiso. — Volví a mirar a Einar con seguridad. — Creo que esta vez sí llegó el momento de buscar una.

    — Es demasiado peligroso. — Gruñó con frustración. — Odian a los Dioses, si me huele cerca lo más probable es que desaparecerá antes de que puedas siquiera verla, y son extremadamente peligrosas e inestables.

    — Yo no soy un Dios, soy un humano. — Le recordé. —Y si no te quiere cerca, no te acerques y punto.

    — ¿Estás loco? — Me gritó.

    Restregué mi rostro con frustración. — Einar, ¡Tenemos que tomar riesgos! No va a haber siempre una forma segura para hacerlo todo. Las Fhyza lo saben todo, literalmente. Es peligroso, pero tenemos que intentarlo. No hay otra forma.

    — ¡Lanzan espinas del tamaño de flechas cuando se sienten amenazadas! — Replicó.

    Ni siquiera me molesté en responderle. — Luna, ¿Qué piensas tú?

    Ella guardó completo silencio con la mirada fija en Einar. No necesito darme la vuelta para saber por qué.

    — No te hará nada, ladra pero no muerde.

    Logré sonsacarle una suave y nerviosa risa antes de que contestara. Me miró. — Creo que tienes razón…

    — Está decidido entonces. — Declaré comenzando a desdoblar el mapa en mis manos.

    Einar me lo quitó. — No hay nada decidido.

    — Somos dos contra uno. — Me apoyó Luna.

    — Luna, si en el lugar de Kennet estuviera William, ¿Dirías lo mismo?

    — Sí. — Le contestó sin dudar. No pude evitar la risa. — Luz y Muerte te dieron una orden y no son muy pacientes, Kot está haciendo desastre entre los humanos y, además, yo confiaba plenamente en William y en sus capacidades. De estar él en el lugar de Kennet, confiaría en él.

    Guardamos silencio los tres por algunos segundos. Luna observó a Einar con seguridad, él apretó el mapa en su mano con fuerza mientras la miraba también. Parece no saber que decir, y Luna parece no tener intenciones de mirar hacia otro lado.

    La mano de Einar sujeta con fuerza el mapa que me fue arrebatado de las manos, suspiré y tomé su muñeca, él me miró inmediatamente.

    — No sugerí esto por llevarte la contra. — Comencé, le saqué el papel estrujado de las manos. — Pero realmente, ¿Se te ocurre alguna otra manera? Con Luna teníamos algunas opciones que probar, con Sol no es así. Luego de su caída, se internó en un bosque y desapareció por completo.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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