La Venganza de Luna y Sol

34: "Prueba y error"

   El sol del mediodía brilla de a ratos sobre nuestras cabezas, ocultándose detrás de las nubes dispersas en el cielo azul, y un viento frío choca contra mi cuerpo.

   Einar y yo estamos apoyados a un lado del auto desde hace algunos minutos, ninguno de los dos dice nada. El aparcamiento en el cual estacioné está completamente vacío, pero de a ratos otros vehículos pasan a toda velocidad por la calle. Unos metros más allá, la arena de la playa se extiende varios metros hasta el océano y, en la distancia, puedo distinguir enormes formaciones rocosas. Las aguas están agitadas hoy, y grandes olas chocan contra la costa constantemente.

   Mi vista estaba perdida en la distancia, analizando las formaciones rocosas y buscando diferentes formas de escalar, cuando Einar rodeó mis hombros con su brazo y apretó ligeramente mi hombro para llamarme la atención, le miré.

   — Llámala. — Se limitó a decirme.

   Llevé la mano al bolsillo de mi campera negra y saqué el pequeño objeto tallado en madera que Luna me había entregado hace ya una semana, lo sostuve en mi mano y detallé el grabado con los dedos mientras Einar tiraba de mí hacia él, de manera que terminé recostado contra su pecho. Rodeó mi torso con sus brazos y apoyó su cabeza sobre la mía.

   Me llevé el pequeño objeto a los labios y soplé, un sonido casi imperceptible se escuchó mientras lo hacía, casi idéntico al sonido del viento contra mis oídos, pero ligeramente más suave. Cuando lo alejé de mis labios, no supe cómo reaccionar.

  — Qué… Extraño. — Susurré mirando el objeto.

   Einar comenzó a acariciar suavemente mi brazo, así que me giré hacia él.

   — Ahora solo queda esperar a que aparezca. — Me dijo, noté el nerviosismo en el tono de su voz.

   Incliné ligeramente la cabeza y le sonreí.

   — Einar, ya dilo.

   Cerró sus ojos y suspiró con resignación. — ¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

   — Sí, muy seguro.

   — Siempre podemos buscar otra forma…

   Le interrumpí. — Sabes muy bien que no es así.

   — ¿Y tú qué sabes? — Gruñó.

   No pude evitar reírme al ver su expresión. — Si supieras de otra manera de encontrar a Sol, no estaríamos aquí. Te habrías peleado conmigo y Luna a muerte y ya habrías propuesto otra cosa.

   Guardó silencio por algunos largos segundos mientras estudiaba mi expresión.

   — ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

   Su respuesta me desconcertó.

   — No lo sé — Le confesé. —, supongo que me aferro al hecho de que las Fhyzas no odian tanto a los humanos y, además, sé que con sólo decir tu nombre estarás instantáneamente a mi lado, y ese pensamiento me tranquiliza.

   Soltó una risa seca. — Sí, ¿Pero quién me tranquiliza a mí?

   Me deshice de su agarre y me separé de él, cuando me di la vuelta sus brazos todavía están extendidos en mi dirección. Se cruzó de brazos segundos después

   — Estaré bien, relájate, nada malo me pasará. Si debo hacerlo no dudaré ni un segundo en llamarte a ti o a Luna. Además, no dejaré que después de todo lo que me ha tocado pasar una simple fhyza me mate. Mataré a ese maldito Árdigan o moriré en el intento.

   — No digas eso. — No pude contener una suave risa al escucharlo.

   Antes de que pudiera contestar, un sonido que no escuchaba hace muchísimo tiempo llegó a mis oídos y no pude evitar separarme de Einar y buscar con la mirada en la calle.

   Cinco segundos después, Luna apareció en la distancia con una enorme sonrisa y montando una bicicleta. Se detuvo a nuestro lado y se bajó de ella de un salto.

   — ¿Listos?

   Su tono de voz está tan cargado de entusiasmo que incluso a mí me pareció extraño y fuera de lugar y me distrajo de mi curiocidad.

   Sé que estoy tranquilo respecto a la situación pero, bueno, soy muy consciente de que estoy arriesgando el cuello aquí… Y Einar parece pensar lo mismo que yo.

   — Este es el lugar que habíamos acordado, ¿No es así? — Le preguntó él en su lugar, ignorando su comentario anterior.

   Su frío tono de voz me dio un escalofrío, al notarlo él se acercó a mí y volvió a tirar de mi cuerpo hasta que su pecho estaba pegado a mi espalda y pudo rodearme con sus brazos otra vez.

   Luna obvió nuestros movimientos. — Sí, estamos exactamente en el lugar. La última vez que supe algo habían dos de ellas conviviendo en diferentes cuevas entre los acantilados y las rocas. — Dirigió su mirada hacia mí. — No suelen cambiar de residencia muy seguido, una vez encuentran un lugar se aferran a él y no se van a no ser que hayan demasiados humanos cerca o se sientan amenazadas por algo más. — Hizo una pausa, como si se debatiera en si decirme algo más. Finalmente decidió. — Una vez que nos vayamos de aquí, las dos que viven en estas cuevas muy probablemente se vayan y busquen otro escondite.

   — Me lo imaginaba. — Le respondí instantáneamente.

   — ¿De verdad? — Einar me preguntó.

   — Sí — Me giré a observarlo. — Crecí escuchando sus mitos y leyendas… Sé que no todo en ellas es cierto pero, la verdad es que hasta ahora descubrí que la mayor parte del tiempo son bastante fieles.

   — Bueno, eso es una sorpresa. — Luna me llamó la atención con su voz. — Pero es mejor así.

   — Kot está cerca. — Einar dijo súbitamente, se enderezó con rapidez. — Está lejos, no creo que pueda vernos, pero puedo sentir su presencia.

   — No me he topado con él mientras viajaba, debe mantenerse bien oculto.

   Einar gruñó. — Por supuesto que sí.

   Llevé una mano hacia su brazo para que me mirara. — ¿Crees que intentará hacer algo ahora?

   Tardó unos segundos en contestar.

   — No, lo dudo. Estaré atento a ti en todo momento, y enfrentarse a una Fhyza no es lindo, incluso para un Árdigan. En cuanto esté lo suficientemente cerca para vernos, analizará la situación y se dará cuenta de que cualquier cosa que intente ahora será en vano.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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