La Venganza de Luna y Sol

37: "dudas"

   Un poderoso relámpago iluminó el cielo nocturno por algunos breves segundos, apoyé la cabeza contra la ventana y continué mirando a través de ella, aunque no hay mucho para ver. La lluvia repiquetea contra el vidrio y no puedo distinguir demasiado del exterior.

   Dos días. Hemos estado atrapados aquí por dos días. Me vi obligado a detenernos a mitad de camino porque se desató una fuerte tormenta, y no parece que vaya a aminorar pronto.

   Atraigo las rodillas hacia mi pecho y envuelvo mis piernas con ambos brazos; la ventana tiene un pequeño alféizar lo suficientemente amplio como para que pueda sentarme aquí. Einar guarda silencio en su lugar sentado en la cama con la espalda recostada en la pared, pero puedo sentir su mirada en mí.

   — ¿Crees que Luna encontró dónde quedarse con este clima? — Le pregunté de forma distraída.

   Tardó unos segundos en contestar.

   — Seguro que sí.

   Su voz sonó suave y apagada, como un suspiro.

   Me acurruqué mejor y apoyé la mejilla sobre mis rodillas. Las gotas de lluvia se deslizan sobre el vidrio bajo mi atenta mirada, mi respiración forma un pequeño círculo de condensación.

   — ¿Estás bien? — La voz de Einar me sorprendió, pero no lo demostré.

   — Sí, ¿Por qué?

   — Estás muy quieto, y silencioso...

   No contesté, me imité a cerrar los ojos y relajarme con el sonido de la lluvia en la distancia. Segundos más tarde, escuché los pasos de Einar sobre el piso de madera mientras se acercaba a mí. Su cálida mano se apoyó sobre mi cabeza, y en cuanto levanté el rostro y abrí los ojos, acunó mi mejilla con ella y me miró.

   — ¿Qué sucede? — Me preguntó.

   Dudé, pero al final me relajé y le dije la verdad.

   — ¿Cómo crees que terminará todo esto, Einar?

   Mi pregunta lo sorprendió, soltó mi rostro con suavidad y con dos cortos pasos se sentó en el pequeño hueco libre al otro extremo de la ventana. Ahora estamos uno frente al otro. Apoyé mi mentón sobre las rodillas y le observé, el naranja intenso de sus ojos casi parece fuera de lugar en este escenario sombrío y gris.

   — ¿A qué te refieres con eso?

   — A todo. — Le respondí con rapidez, volví a mirar hacia la ventana. — Es extraño, ¿Sabes? Tenemos una meta muy clara pero las posibilidades son tantas que no tengo ni idea de cómo resultará todo. ¿Lograremos matar a Kot?¿Luna recuperará su divinidad?¿Podremos siquiera encontrar a Sol? — Volví a mirarle a él, que me observaba atentamente. — ¿Podré retomar mi vida alguna vez?¿Podré sobrevivir al final?

   Guardé silencio y esperé con anticipación su respuesta, pero esta no llegó. En su lugar pude distinguir con perfecto detalle la expresión de su rostro; él tampoco sabe cómo terminará todo esto, aunque no queramos pensar en ello, aunque Einar quiera protegerme con cada parte de su ser, la verdad es que no sabemos qué sucederá. Si Muerte interviene, un solo movimiento de su mano y Einar no podrá hacer nada.

   Yo podría morir, esa es una posibilidad muy real, y si bien no tengo miedo a la muerte y sé perfectamente que estoy dispuesto a arriesgar mi vida de ser necesario... La verdad es que ya no quiero morir. Hace algunas semanas estaba tan desesperado por terminar con todo esto que no me importaba entregarme de rodillas a Kot para que se detuviera, pero ya no quiero enfrentarme a ese escenario. Quiero vivir, quiero volver a ver a mis padres, y a Adrián, seguir estudiando la carrera que amo y continuar con mi vida.

   Miré a Einar con atención, sus ojos están cerrados y su cabeza está apoyada contra el frío vidrio de la ventana. Un relámpago ilumina el cielo a lo lejos y, por consecuencia, su rostro por algunos instantes. Su respiración es suave, su expresión está relajada pero, a pesar de ello, sé que mis últimas palabras han de estar atormentándolo, y yo no puedo evitarlo... Porque los dos sabemos que tengo razón.

   Si recuperara mi vida, ¿En dónde encajaría Einar?

   Decido que no quiero pensar en ello ahora mismo.

   — ¿Por qué me miras tanto? — Le escuché susurrarme de repente.

   Incliné mi cabeza y apoyé la mejilla sobre mis rodillas.

   — Por nada, es sólo que es extraño verte tan silencioso y tranquilo, un acontecimiento increíble.

   Pude distinguir su sonrisa con perfecto detalle.

   — Qué gracioso — Me respondió, abrió sus ojos, se reacomodó contra la ventana y me observó. —. Kennet...

   — ¿Sí?

   — Tú no morirás.

   Le interrumpí sin pensarlo.

   — Soy humano, en algún momento lo haré y tendrás que hacerte a la idea.

   — Podría hacerte inmortal si me dejaras — Abrí la boca para replicar, pero no me dejó. —. Pero no me refería a eso, y lo sabes.

   — ¿A qué te referías entonces? — Le pregunté con voz monótona.

   Las gotas de lluvia comenzaron a chocar con más fuerza contra la ventana, así que le presté toda mi atención a eso.

   — No dejaré que nada te pase — Se inclinó hacia adelante, estiró su brazo y tomó mi rostro para obligarme a mirarlo. —, no dejaré que Muerte, que nadie te haga daño.

   Suspiré y llevé mi mano hacia la suya.

   — Einar, los dos sabemos que no podrías hacer nada...

   — Entonces moriré en el intento.

   Sus palabras me dejaron sorprendido por algunos segundos, pero finalmente recuperé la voz. Entrelacé mis dedos con los suyos.

   — Idiota — Susurré. —, no quiero que hagas eso, no quiero que nadie salga herido por mi culpa, esa es la razón por la cual estoy haciendo todo esto en primer lugar... No quiero que vuelvas a decir eso.

   Nos miramos fijamente en silencio por algunos segundos. Ninguno de los dos volvió a hablar.

   No sé exactamente qué estamos haciendo, ni a dónde nos llevarán nuestros sentimientos, pero están ahí, existen, y no pienso hacer oídos sordos.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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