La Venganza de Luna y Sol

38: "¡Imbécil!"

    Estoy sentado sobre el capó, una de mis piernas está colgando de la parte delantera del auto mientras la balanceo un poco y como una ensalada de un pote de plástico.

    — Estás mintiéndome.

    Le sonreí mientras pinchaba un tomate.

    — Ojalá, mis compañeros eran todos unos cobardes.

    — Estaban estudiando medicina, no te creo.

    Me reí y le miré. — Yo tampoco me creería si no lo hubiera vivido, pero juro que es cierto — Incliné un poco la cabeza y sonreí ante el recuerdo. —. La pobre mujer estaba ahí en medio del pasillo sentada en el suelo, los puntos de una cirugía reciente se le habían abierto con un mal movimiento y estaba sangrando. Tres de mis compañeros de clase se desmayaron, a otros dos les bajó la presión y solo uno de todos los que estaban ahí me ayudó a pararle el sangrado a la pobre mujer, pero estaba increíblemente pálido, creí que se iba a desmayar encima de ella.

    Escuché sorprendido cómo Einar reía abiertamente, le miré. Tiene la mirada perdida en el capó del auto y unas pequeñas y adorables arruguitas se formaron en los contornos de sus ojos.

    — Todavía no empezábamos las prácticas en ese entonces, muchos abandonaron algunos meses después.

    — ¿Te faltaba mucho para recibirte? — Me preguntó repentinamente con voz suave.

    Pensé la respuesta por un momento.

    — Si seguía con el mismo ritmo de estudios, unos dos años más de pasantías. Para ser cirujano luego debía elegir una especialidad y perfeccionarme en ella. Estaba en mi cuarto año.

    Guardó silencio por un rato.

    — Lo siento.

    Terminé mi ensalada y dejé el pequeño pote de plástico a mi lado antes de contestarle.

    — No es tu culpa Einar, está bien — Decidí cambiar de tema. —. Deberíamos irnos ya, ¿No?

    — Sí, deberíamos.

    Ninguno de los dos hizo el más mínimo intento por moverse al principio, así que me resigné y me impulsé hacia adelante sobre el capó. Tomé el pequeño pote de plástico vacío y luego me acerqué a un tacho de basura no muy lejos del auto, cuando volvía a acercarme Einar estiró su brazo y tomó mi hombro, le miré.

    — Kot.

    No necesitaba decirme nada más para que le comprendiera.

    — ¿Qué tan lejos está?

    — Bastante, no creo que pueda vernos, pero creo que nos está rastreando.

    Asentí en silencio, luego añadí; — Debemos irnos.

    Einar se desvaneció a mi lado, continué caminando hasta abrir la puerta del auto y meterme dentro, él ya estaba allí.

    Encendí el motor, cerré la puerta y me puse en marcha.

    — ¿Cómo reconoces que es él? — Indagué luego de algunos minutos.

    — El ritmo de su corazón es... Distintivo, es todo.

    Fruncí el ceño.

    — Pero entonces no sabes si realmente es Kot, podría ser otro Árdigan.

    — Técnicamente sí, pero dudo que ese sea el caso.

    No repliqué, me limité a continuar conduciendo. De vez en cuando sobrepasaba algún que otro auto, pero la carretera está tranquila... Al contrario de Einar, que está completamente tenso a mi lado y tiene la mirada perdida.

    — ¿Podrías decirme qué sucede ahora? — Gruñí luego de haber mirado rápidamente en su dirección por un segundo.

    — Se está acercando — Llevó una mano al tablero del auto y lo sujetó con fuerza. —, está corriendo y se está acercando.

    — ¿Crees que intentará hacer algo?¿Ahora?

    — Acelera.

    Esa fue toda la respuesta que necesité.

    Por algunos minutos me limité a hacerle caso sin más, presioné el pedal a fondo y mis nudillos se pusieron blancos por la fuerza con la que sujetaba el volante, solo podía pensar en no estrellarnos y en sobrepasar sin problemas a los demás autos que estaban en nuestro camino... Pero entonces bajé la velocidad.

    — ¿Qué haces? — Me preguntó sorprendido en cuanto notó mis acciones.

    — ¿Qué tan lejos de nosotros está? — Le pregunté en vez de responderle.

    Gruñó con frustración y la mirada perdida. — Doscientos metros, quizás menos.

    — Sal del auto.

    Se giró a observarme, sorprendido. — ¿¡Estás loco?!

    — ¡Maldita sea! — Golpeé el volante. — No dejaré que Kot vuelva a hacer una de las suyas, tengo una idea, ¿Está bien? — Aceleré el auto otra vez. — ¿Sigue lejos?

    — Ciento cincuenta metros.

    — Bien. — Asentí con las manos firmes en el volante. — Escúchame, ¿Sí? A la cuenta de tres yo llevaré al auto hacia el costado de la carretera y tú irás lo más rápido que puedas hacia el lado del conductor, yo salgo, tú me tomas y nos transportas a otra parte, ¿Entendido?

    — Pero...

    — ¡Nada! No dejaré que haga otro de sus intentos para cortarme el cuello, no esta vez. — Esquivé otro auto. — ¿Sigue lejos?

    — Cien metros, está ganando terreno rápido.

    — Está bien. — Miré a mi alrededor y me apegué lo más que pude al borde del asfalto, descubrí más adelante un pequeño espacio en donde el auto podría caber. — Toma la mochila de la parte de atrás.

    Vi con el rabillo del ojo cómo se estiró y la tomó.

    — Ya.

    Esperé algunos segundos, Einar está tenso a mi lado mirando cada una de mis acciones.

    — Tres.

    Comencé a bajar la velocidad otra vez.

    — Dos.

    Einar se preparó para salir con una mano sobre la manija de la puerta, como si lo necesitara. Me desabroché el cinturón de seguridad sin ver y le imité.

    — Uno.

    Llevé el auto hacia el costado de la carretera con un fuerte chirrido de los neumáticos y frené tan drásticamente que me incliné un poco hacia adelante, en menos de dos segundos Einar ya estaba abriendo la puerta a mi lado y tirando de mi brazo para sacarme.

    Trastabillé, antes de que pudiera recuperar el equilibrio él ya había puesto ambas manos sobre mis caderas y me había levantado del suelo. El usual y poco agradable aire caliente nos envolvió por algunos segundos mientras yo luchaba por recapitular lo que estaba pasando.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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