40:"Sol"

    Los minutos luego de nuestra conversación estuvieron cargados de tensión. Luna se quedó con nosotros un rato más, pero rápidamente se excusó y terminó por irse por su cuenta, prometiendo volver al día siguiente a la hora acordada para emprender camino hacia Dix. Einar y yo nos quedamos solos. Ni él ni yo queríamos hablar de los sucesos que ocurrirían al día siguiente, así que nos limitamos a, básicamente, hablar de cualquier otra cosa que se nos ocurriera para pasar el tiempo.

    Usualmente es eso mismo lo que hacemos cada que debemos detenernos en el camino por mi culpa, simplemente nos sentamos uno al lado del otro, bromeamos, hablamos y pasamos el tiempo juntos. Esta vez, sin embargo, y a pesar de que la conversación fluyó con normalidad, los nervios y la ansiedad que nos provocaba el solo pensar en el día siguiente eran evidentes para los dos. Nos limitamos a no comentarlo, y al final el día terminó como de costumbre.

    Me fui a dormir bien entrada la noche con Einar sentado a mi lado, como siempre. Prácticamente tuvo que obligarme, ya que no tengo ni el más remoto rastro de sueño, pero mañana será un largo día, así que terminé por hacerle caso. Quedarme dormido fue aún más difícil, sobretodo porque Einar sabe perfectamente si estoy durmiendo o no, y constantemente soltaba comentarios distraídos que me hacían reír o que, directamente, no podía evitar responderle.

    Creo que eran las dos de la mañana cuando por fin pude quedarme dormido. Para cuando desperté, el sol ya estaba en lo alto del cielo con nubes.

    Me levanté, me duché, comí algo, y antes de que pudiera preguntarme dónde estaba Luna volvió a reunirse con nosotros, tan puntual como siempre. A las diez de la mañana Luna estaba en la puerta lista para irse, al igual que Einar y yo.

    Para cuando emprendimos la larga caminata por, primero, la carretera, y más tarde a través de los bosques rodeando las montañas, las nubes en el cielo habían dejado de ser blancas y dispersas para ser reemplazadas por nubarrones grises que tapaban por completo la luz solar. Una tormenta está cerca, al parecer, pero no parece que vaya a desatarse pronto y, además, ni siquiera eso nos detendría esta vez. No estando tan cerca de Sol.

    Él está en ese claro ahora mismo. Hablé con Einar anoche, le pregunté sobre las fhyzas en un intento por rellenar los huecos de información que las leyendas no pueden llenar, y descubrí algo bastante interesante; una fhyza puede ver el futuro. Es común referirse a ellas como estas criaturas increíbles que tienen las respuestas a cualquier cosa que se te pueda ocurrir, y las leyendas tienden a afirmar que pueden ver el futuro, pero la verdad es que a pesar de ello ellas no lo saben todo. Controlan sus propias visiones, de manera que sólo ven lo que ellas quieren saber, aunque de todas formas sus visiones pueden llegar a ser imprecisas muchas veces. Saben de Sol y de lo que ocurre a los Dioses porque les interesa. Saben de las maldiciones y de la historia de las demás criaturas porque les interesa. Si algo no les interesa, no se molestarán en enterarse. La fhyza dijo que encontraríamos a Sol en ese claro, lo cual significa que él ha estado ahí todo este tiempo y ella lo vió en sus visiones hace mucho tiempo, o que acaba de llegar y está haciéndole una larga visita a Dix. Nunca se equivocan, y ni Einar ni Luna piensan salir de ese claro con las manos vacías, sin importar cual sea el caso; eso es suficiente para que esté seguro de que no lo haremos.

    Lo único que se escucha a nuestro alrededor a medida que avanzamos es el sonido de nuestros pasos sobre las hojas secas a nuestro alrededor. El viento sopla con fuerza contra las copas de los árboles, pero todo está inusualmente tranquilo.

    Einar apura un poco el paso para alcanzarme y pone su mano sobre mi hombro para llamarme la atención, su mano es tan cálida que me da un escalofrío. No había notado que tenía frío hasta que sentí su calidez contra la piel.

    En cuanto me giré a verlo, sin dejar de caminar, vi cómo miraba con atención a Luna, que caminaba varios metros por delante de nosotros dos. Luego volvió a mirarme y finalmente me dijo;

    — Ya estamos lo suficientemente cerca como para que pueda percibir a Dix. — Susurró con el ceño fruncido. — Puedo sentirlo a él, está allí sin duda pero... No puedo percibir a nadie más.

    — ¿Nosotros tres y Dix somos los únicos que percibes ahora mismo?

    Asintió con los labios apretados.

    — Es extraño. Dix está solo en ese claro, Kennet, no hay nadie más con él, y tampoco hay nadie más en los alrededores del bosque. Somos los únicos. No puedo percibir el corazón de ninguna otra criatura en ese claro, ni siquiera una ardilla.

    Guardé silencio por algunos segundos. Desvié la mirada hacia Luna, que continuaba caminando sin prestarnos la más mínima atención.

    — Algo raro sucede en ese claro — Le dije, volví a mirarlo —, pero eso se termina hoy.

    Ni siquiera un rayo de Sol se asoma entre las nubes grisáceas que cubren el cielo cuando por fin alcanzamos el pie de la montaña. Dix está del otro lado.

    Luna fue la primera en apoyarse contra la pared rocosa, cansada y ansiosa al mismo tiempo. Se sentó en el suelo y esperó a que Einar y yo la alcanzáramos, ya que íbamos varios metros por detrás de ella. En cuanto la alcanzamos me apoyé contra la misma pared rocosa y me descolgué la capucha de la cabeza.

    Ninguno de los tres pronunció palabra por varios minutos, demasiado sumidos en nuestras propias cabezas.

    No tengo ni idea de qué hora es, pero se siente como si hubiera caminado por al menos dos o tres horas. Levanté la mirada y miré a Einar y a Luna, ambos lucen igual de nerviosos que yo, y supe que debía ser el primero en moverme. Me separé de la pared rocosa a mis espaldas y me paré a un lado de Einar sin decir palabra, miré a Luna, quien me imitó en silencio y con suavidad.