No puedo ver nada.
No sé cuánto tiempo llevo aquí, solo sé que desperté, abrí mis ojos y no pude ver nada. La oscuridad es absoluta, el silencio es ensordecedor, lo único que puedo escuchar es mi respiración errática y los latidos de mi corazón. Tanteé el suelo rocoso y frío con ambas manos, pero no me animé a arrastrarme. No tengo ni idea de en dónde estoy.
Si me guío por el suelo rocoso, debe de ser una cueva. Quizás una cueva bajo tierra. Sé que Muerte me trajo aquí, y si es una cueva subterránea, no tengo forma de salir por mi cuenta.
¿Será Einar capaz de encontrarme si pronuncio su nombre en voz alta?
— No — escuché inmediatamente en respuesta, me sobresalté, mi corazón se aceleró —, ni siquiera lo intentes. Todavía está en trance, y lo estará hasta que termine contigo.
Reconocí la voz entonces; Muerte. Su voz no parece provenir de un lugar en específico, más bien... Es como si varias personas hablaran a la vez en todas direcciones, rodeándome. No tengo forma de saber en dónde está, quizás ni siquiera esté aquí.
Mis inquietudes fueron acalladas por el sonido de pasos a varios metros de distancia de mi, levanté la cabeza y la dirigí a esa dirección en la oscuridad. Los pasos continuaron y se detuvieron frente a mí, no muy lejos.
— Levántate — me ordenó.
Ni siquiera se me ocurrió protestar o resistirme. Estoy solo, nadie sabe en dónde estoy y nadie puede ayudarme. Hacer las cosas más difíciles no va a conseguirme nada.
En cuanto pude ponerme de pie, preferí mantener los ojos cerrados. Respiré hondo, relajé los hombros y levanté la cabeza.
Si tengo suerte, no me torturará demasiado antes de matarme. Quizás incluso lo haga rápido si ruego.
— ¿Cuál es tu nombre?
Su pregunta me descolocó, los pasos volvieron a resonar a mi alrededor. Comenzó a caminar en círculos, como si pudiera observarme en medio de la oscuridad, como si me estudiara. Procuré quedarme quiero.
— Kennet.
— ¿Edad?
— Veintitrés años.
Un suave murmullo llamó mi atención, como si murmurara para si mismo en aprobación.
— Eres débil — una fría mano sujetó mi brazo izquierdo con rudeza y tiró de él para extenderlo —, pero puedo notar que esta no es tu musculatura natural.
Me relamí los labios con nerviosismo, sin saber si explicar la razón detrás de ello o no.
— ¿Me explicarás o no?
— He viajado con Fuego desde finales de Noviembre del año anterior, he estado moviéndome constantemente con él a través de varias ciudades y países. No me alimento ni duermo bien, y paso la mayor parte de mi tiempo manejando, creo que por eso yo...
Soltó mi brazo y llevó ambas manos hacia mi espalda, enderezándome.
— Suficiente.
Volvió a extender mis brazos, detalló los huesos de mi espalda y mi mandíbula en silencio por varios minutos.
— ¿Eres consciente de nuestra historia? Las maldiciones, la...
— ... La situación de Fuego y sus hermanos, sí — bajé ambos brazos otra vez, pero él no dejó de remarcar mi quijada. —, por qué Luna y Sol fueron malditos, la creación de mi raza y muchas otras, la verdad detrás de la tuya propia, cómo llegaste a ser considerado un Dios entre los míos. Lo sé todo.
Cuanto más rápido responda a sus preguntas, más rápido podrá matarme y acabar con esto de una vez.
— Olvídalo, no voy a matarte, pero apreciaría que continuaras contestando tan diligentemente.
Ladeé la cabeza ligeramente — Dijiste que lo harías en el claro, no lo olvidé, no caeré...
— Nunca dije que te mataría — insistió —, dije que me encargaría de ti, pero no dije cómo.
— ¿Y por qué me dejarías con vida? — rebatí — Corrompí a tu mejor soldado, lo volví ineficiente, me convertí en lo que querías evitar desde un principio cuando le diste sus habilidades; una debilidad. En tanto viva...
— No necesariamente tengo que matarte para que dejes de ser un problema — me interrumpió bruscamente — , podría borrar la memoria de Einar. No podré bloquear sus emociones otra vez ahora, pero puedo borrar sus recuerdos de ti, y una orden mía siempre será más fuerte que cualquier sentimiento que tenga.
— ... Entonces — moví la cabeza y busqué de dónde proviene su voz —, ¿Eso es lo que harás?¿Me dejarás ir?
— Eres un humano extremadamente desafortunado, Kennet — su voz se escuchó lejos de mi —, no se suponía que vivieras todo lo que has vivido estos últimos meses. Si las circunstancias fueran un poco diferentes, te habría permitido volver a tu vida, incluso te habría ofrecido borrar los recuerdos de todo lo sucedido, ayudarte a continuar donde lo dejaste... Pero eso no es posible.
— ¿Por qué no? — no pude evitar preguntarle.
— Porque necesito algo de tí, y tú necesitas algo de mí.
Fruncí el ceño. — Yo no necesito nada de ti...
— Quizás no — concedió —, pero podría ayudarte de todos modos...
— No.
— Ni siquiera me has escuchado.
— No necesito escucharte, mi respuesta es no.
— ¿Y si te digo que te estoy ofreciendo la oportunidad de matar a Kot con tus propias manos?
Por un segundo no supe cómo reaccionar.
— Eso es imposible — refuté —, solo Luna o Sol con sus respectivas habilidades pueden dañar a los Árdigans... Pero incluso si fuera posible, mi respuesta seguiría siendo no.
— ¿Por qué? Quieres vengarte, puedo sentir la hira irradiando de tí ante la mención de su nombre — percibí la frustración en su voz —. Kot arruinó tu vida, nadie sabe por qué aún pero lo más seguro es que ni siquiera haya una razón. Te estoy ofreciendo la oportunidad de...
— Puedo imaginarme lo que harás si digo que sí, y no lo quiero.
— Puedo hacerte inmortal, puedo darte...