Capítulo 3

No sé cuánto tiempo pasó hasta que Clara volvió. La puerta del sótano se volvió a abrir y al cerrarse se podía ver la sombra de la mujer que ha dañado mi vida durante mucho tiempo y la que hoy seguramente me arrebatará la vida. 

-Clara, supongo que has venido a contarme la “historia” que no sé y luego de eso me matarás.- Hablé antes de que ella lo hiciera, quería saber que se iba a inventar. Durante el tiempo que se había ido, no se me ocurrió cómo poder salir de aquí. Hasta ahora lo único que tengo por hacer es intentar ganar tiempo, pero sin un plan de escape eso no me sirve de nada, solo para estirar mi sufrimiento.

-Lo único que falta, que me digas lo que tengo que hacer.- se rió. -Pero tienes razón, si he venido a contarte la verdad, querida hermana.- Dijo, y me sorprendió que usará ese término, “hermana”. Desde que nuestros padres se casaron, nunca usamos ese término entre nosotras. Por un lado yo no soportaba que mi padre se hubiera casado tan poco tiempo después de que falleciera mi madre, y por otro, desde el día que nos conocimos pude ver en sus ojos un odio infundado hacia mi. Era increíble que me odiara sin conocerme.

-Bueno, bueno, por donde empezar- Me dijo, trayendo de nuevo al presente. -Comencemos cuando mi padre conoció a mi madre.- Comenzó con el relato.  -Ellos eran jóvenes y sin dinero. Desde el mismo día en que se cruzaron, fue amor a primera vista. Él era de alta alcurnia, con un título nobiliario pero sin un solo centavo. En el pasado había quedado toda la grandeza y la buena fortuna. Mi madre era de clase media baja. Su padre era albañil y su madre era ama de casa. 

-Pense que tu madre era madre soltera.- Corte el relato, porque en cuanto nombró a su padre, por la descripción se parecía mucho a como mi madre conoció a mi padre. Un hombre con título nobiliario pero sin un centavo. Salvando el detalle, de que ella sí tenía dinero, de hecho la fortuna que ahora manejaba mi padre era de hecho de ella.

-¡Deja de interrumpirme! .- Me gritó, acercando el cuchillo a mi garganta. -O te cortaré la lengua. -Me dijo, amenazándome. 

-Bien, por donde estaba.- Continuó con el relato, con una sonrisa en su rostro. - A, si, que cuando mis padres se conocieron ninguno de los dos tenía ni un centavo partido por la mitad. Él quería que ambos tuvieran una buena vida, y mucha fortuna, pero no tenía ni idea de como conseguirlo, hasta una tarde en que casi es atropellado por Anna Elizabeth Ferri Cooper, la única heredera de una de las fortunas más grandes de Latinoamérica.

El silencio se hizo, haciéndome recordar la historia de cómo mi madre conoció al hombre que tengo que llamar padre, pese a que nunca me trató como una hija. No dejo ver ninguna de las emociones que se están gestando en mi interior, un fuego de odio nace dentro de mí ser. 

-¿Ahora creo que ya sabes porque te llamo hermana?.- Se ríe. -Elizabeth callo en las garras de mis padres, la muy idiota se enamoró de un hombre que jamás le iba a dar una pisca de su amor y que la lleno de mentiras hasta los últimos momentos antes de morir donde se enteró de toda la verdad.- Lo decía mientras me miraba  fijamente  intentando ver mi reacción, mientras yo intentaba que en mi cara no se refleja el odio que en ese momento sentía, no quería darle la satisfacción de ver lo que ella con sus palabras estaba provocando.

-¿Sabes Clara?- Dije, dando un suspenso a mis siguientes palabras. -Tu dices: yo vengo hoy a contarte la “historia”, y luego pretendes matarme.- Vuelvo a callar viendo como sus ojos se llenan de fuego. -Puede que esa sea la verdad de toda la historia, entre mi padre y mi madre.- Suspiro. -Y tu madre ha sido durante un largo periodo de tiempo, la amante de mi padre y a pesar de que era a ella a quien él amaba, siempre fue la otra, pues legítimamente mi madre era su esposa. Y no necesito escuchar más de esa historia, ya que sé por dónde va la mano. Y sin embargo tengo una duda.- Dije, esperando que se concentrará en la siguiente pregunta qué le haría.  -¿Qué pasaría si tu “verdad” no fuera  toda la verdad? Tal vez vivas como yo, en una verdad a medias.- Vi un brillo distinto en sus ojos, no podría decir cuál de todas las emociones cruzó por ellos. -Hoy dejo que acabes con mi vida, es momento Clara que ya deje que me vaya de este mundo.- No quería seguir escuchando una historia donde el final es la muerte de mi madre, al fin y al cabo mi destino estaba sellado, en pocos minutos mi vida habrá acabado.

 -DEJA DE HACERTE LA QUE NO ME TEMES.- Grito, el enojo la embargaba.- MORIRÁS EN EL MOMENTO QUE YO CREA QUE ES EL INDICADO.  –Se acercó a mí. -Dejame, seguir con la historia para que antes de morir sepas por qué morirás.-

-Tu verdad.- Dije, haciendo que cada vez se moleste más. -Puesto que  mi verdad, me la llevare a la tumba, te doy un consejo, yo buscaría más allá de lo que quieren que creas. No te dejes guiar por lo que tu madre pueda decir y contarte, puede que te lleves una sorpresa luego de mi muerte. -Vino aquí por mi herencia, no soy idiota, no le he robado nada, pero ha dicho que le he quitado algo y pretende que se lo devuelva. Si estas van a ser mis últimas palabras espero que con ellas nunca esté tranquila, que dude de todo. Tal vez lo que dice de su boca es verdad, a estas alturas poco me importa. La única manera de infligir algún daño es por medió de la palabra, por eso dije lo que dije.

Esa fueron las palabras que sellaron mi destino, ya que después de ellas sentí como el cuchillo que sostenía en su mano, y con el que me había amenazado desde que me desperté en este lugar,  traspasaba mi cuello, cortando la yugular, de la cual salió un chorro de sangre que le dio en la cara. El tiempo pasó en cámara lenta, no es cierto lo que dicen en la series o en las películas, mi vida no pasó delante de mis ojos como dicen, en lo unico que pense era que si tuviera la posibilidad de volver el tiempo atras, me vengaría de todos, de cada uno de ellos, de mi Padre, de Clara y de su madre. En sólo 30 segundos mi vista comenzó a nublarse y la oscuridad que me había perseguido por unos días, me arrastro, mi último pensamiento fue que por fin me volvería a reunir  con mi madre.  La luz de la que tanto hablan cegó mis ojos provocando que los cierre.