Miro el libro como si me pudiera morder. Tengo un breve ataque de pánico. Parece que está noche no me volveré a dormir. Es tal cuál lo describió. El libro parece que tuviera siglos. En cuanto lo abro, me sorprende ver el mismo dibujo con el que me desperté después de mi muerte. Parece que quien me haya tatuado, hubiera tomado como plantilla esté dibujo. Debajo de él ahí una pequeña leyenda en una lengua que no reconozco. Parece una lengua antigua.
Fuí a los mejores colegios y hablo fluidamente 3, y entiendo unos 5. Lo que está escrito aquí no se parece a ninguno de ellos. De hecho las letras, parecen más símbolos que letras, nunca las he visto en mi vida.
Cuando pasó a la siguiente página, me mareo al ver las letras bailar ante mí. Parece que se estuvieran re-acomodando, como si tuvieran vida propia. ¿Seguiré soñando? ¿Existen los sueños dentro de sueños? Mientras me hago estás preguntas, de pronto las letras dejan de bailar, y ante mi aparece el texto en español. Estoy segura que ni bien lo abrí estaba escrito en otro idioma.
Me pongo cómoda en el sillón que se encuentra en la biblioteca y me dispongo a leerlo. Está escrito como si de un cuento se tratara. Hablá de una historia antigua, tán antigua que ni de fechas se habla.
Cuenta la historia de una familia, que vivía en lo que es ahora Italia. Pero en esa época, época que no se especifica, pero una muy antigua, no se llamaba así. La familia estaba compuesta por el padre, la madre y dos hijas. La madre era bruja y hacía magia negra. En aquella época la aldea estaba pasando por una gran hambruna, la madre estaba desesperada porque veía como la familia poco a poco se iba muriendo de hambre. Sin saber como hacer para que su familia no muriera de hambre, iba caminando por el bosque que rodeaba la aldea. Era una noche de luna llena, en la cual se podían ver claramente todas las estrellas.
Mientras se lamentaba por todo lo que estaba pasando, buscaba en el bosque alguna raíz, bayas o algo que sea comestible. Hacía ya algún tiempo que en el bosque no se veía ningún animal, y si bien el bosque parecía saludable no se encontraba comida para sostener a toda la aldea.
De pronto empezó a aparecer una neblina espesa que no dejaba ver más allá de unos pasos. En ese momento se le apareció un duende. Si bien ella conocía la historia que decía que en esos bosques habitaban duendes, para ella fue la primera vez que vio uno. No media más de unos 30 centímetros, tenía la piel gris, con orejas puntiagudas y unos ojos de un color negro, que parecia hipnotizantes. Todas las historias que había escuchado decían que no se debía hacer ningún trato con ellos, que era mejor ignorarlos en cuanto uno se cruzara con ellos y esquivarlos. A pesar de su buen juicio no hizo nada de ello.
-Hola humana. Veo que tu y tu aldea están pasando por una gran hambruna, no les queda mucho tiempo hasta que uno a uno se vayan muriendo de hambre.- Me dijo con una voz ronca y fuerte, que no concordaba con su tamaño.
-No me dices nada nuevo.- Respondió ella.
-Pero yo tengo la solución para ello. Si hacemos un trato, haré que en el bosque vuelvan los animales y que los frutos comestibles vuelvan a nacer, así se terminará la hambruna en la aldea.- Le dijo el duende.
-¿Cuál es el trato?- Preguntó con interés.
-A cambio de todo eso, me debes prometer que el alma de tu primera hija sea mía por la eternidad.- Dijo el duende con un brillo de malicia en sus ojos.
-Estás loco, cómo puedo prometer el alma de mi hija. Ella apenas tiene 5 años. No puedo prometerte eso.- Dijo la madre con una angustia horrible en su pecho.
-Entonces la verás morir de hambre, junto con su hermana menor y tu esposo. Puedo asegurarte que los verás morir uno a uno. Tu decides, a parte te digo que me prometas su alma, no que la mates. Una vez que muera su alma me pertenecerá. Tendrá una vida plena y feliz, tanto ella como todos en la aldea.-
Al final se dejó convencer, y aceptó. Pensado por dentro que tendría unos años para encontrar una solución a ese trato, tal vez después de unos años podría hacer un nuevo trato, para anular el anterior. Al menos tendría unos años más con su familia.
Fiel a lo que dijo el duende, a los pocos días de su trato el bosque volvió a tener animales y frutos comestibles. En pocas semanas la aldea había dejado la hambruna. Por fin empezaba la buena fortuna.
Así los años pasaron en los que la madre, día y noche, intentaba encontrar una solución al trato que había hecho años atrás. Intentaba contactar con algún ancestro que la iluminará, pero no encontraba solución alguna. Hasta que un día logra contactar con su abuela, quien era la que le había pasado el poder a ella. Pues cuando una bruja moría, para que su poder no muriera con ella, debía elegir a un descendiente a quien pasarcelo, y su abuela la había elegido a ella. La misma le dijo que la única manera de que el trato se anulará era si era ella la que matará a su hija dentro de un círculo de sal en donde debía dibujar una estrella de seis puntas con la sangre de su hija, de está manera, el duende no podría apoderarse de su alma. La madre se encontraba en una encrucijada, o mataba a su hija, o el duende se quedaría con su alma. De solo pensarlo sentía que su alma se partía en dos.
Estuvo meditando esto por varias semanas. Su hija ya tenía 24 años, era madre de dos pequeños de 6 y 4 años respectivamente, no podía hacer eso, sin embargo no tenía opción. Su abuela le dijo que para que ello funcionará lo tenía que hacer antes de que su hija cumpliera los 25. Se estaba quedando sin tiempo, solo faltaba unos días para su cumpleaños 25.