La Venganza de Shophia

I

Siento un frío en mi mejilla, seguido de un hilo de calor que baja, justo debajo del corte que me hizo, es la sangre que empieza a recorrer mi mejilla. Sigo sin poder creerlo, como si pensara salir librada de esto. 

—¡Desátame ya! — Gritó lo más fuerte que puedo, con una fuerza y seguridad que no siento. — ¿Acaso no te das cuenta? — dije lo más calmada que pude. —Pronto se darán cuenta de que he desaparecido y empezarán a buscarme.

En cuanto lo digo pienso en varias cosas: primero, quien se dará cuenta de que he desaparecido, no tengo novio, ni amigos, la única familia que me queda es mi padre, al cual no le importa si estoy o no, y por supuesto mi hermanastra, que es por lo que estoy en esta situación. Bien, podría desaparecer por días, semanas antes de que alguien se percate de que he desaparecido. Lo más probable que los primeros en darse cuenta de que he desaparecido sean en el trabajo, cuando no me presente el lunes. Qué deprimente es darse cuenta de que si uno desaparece a nadie le va a importar, y peor aún, no se van a dar cuenta. Siento unas lágrimas que caen al darme cuenta de ello. Ahora más que nunca me pregunto, qué es lo que me puede envidiar ella. Tiene una madre que la ama, y le da todo, tiene a mi padre que la ama más a ella, que a mí que soy su hija biológica. Tiene un novio que se desvive por cumplir todos sus caprichos, y un par de amigas que idolatran el piso por el que pasa. Sigo sin entender.

—¿Así?, pues dime quiénes se darán cuenta. —Sonríe mientras me lo dice, ella sabe también como yo, que la respuesta es nadie. -Vamos dime algún nombre, aunque sea a solo una persona. — Me retó, mientras me mira y se regodea de mi sufrimiento, mientras mueve el cuchillo en la mano, como si de una danza se tratara, me pierdo en el movimiento mientras pienso en lo triste que es mi vida. 

—Sí, así como lo pensaba, nadie se dará cuenta. — Comienza a hablar nuevamente, al ver que yo no respondo. —Nadie te buscará, lo tengo todo planeado. Ya mandé un e-mail con tú carta de renuncia al trabajo. — Si antes sentía miedo, no se compara con lo que siento ahora, por lo que está diciendo, no saldré durante un largo tiempo de aquí, si es que salgo viva de esta situación. Por un momento pensé que estaba jugando a un juego muy macabro, para darme miedo, pero parece que esto es otra cosa.

—¡Ya está bien! - Digo, con cansancio y un poco de miedo. —Para de jugar, desátame, no le diré a nadie de esto. —Qué frase más trillada acabo de decir, es lo que dice la víctima en todo película o serie de crimen, la cual nunca termina bien, parece que esta va a ser mi situación.

—Por supuesto que no le dirás a nadie de esto. Los muertos no pueden hablar. — se hizo un silencio, solo por un segundo hasta que se escucha como larga una carcajada, como si se estuviera riendo de un chiste, el chiste de mi patética vida.

—¿Te escuchas lo que estás diciendo? — Intentó razonar con ella. -En un par de meses cumplirás 18 años. ¿Piensas que asesinar a una persona es un juego? Mi muerte pesará en tu conciencia por lo que reste de tu vida. - En cuento lo digo, sé que ese no será el caso, parece que carece de conciencia, pero tengo que decir o hacer algo, si quiero tener, aunque sea una mínima posibilidad de salir con vida de aquí.  

—No te preocupes por mi conciencia Shophia. —Dice acercando el cuchillo nuevamente a mi cara, a la otra mejilla. —Mi conciencia estará muy tranquila al saber que seré hija única. —Me vuelvo a perder, de qué está hablando, ya es hija única, su madre la tuvo de soltera, y hasta donde yo sé, su madre solo la tuvo a ella, yo soy su hermanastra, mi padre se volvió a casar, con la madre de Clara, a seis meses de la muerte de mi madre.

—Eres hija única. —Le digo. —Tu madre solo te tiene a ti, y mi padre parece más el tuyo que él mío.

—Pero, quiero ser hija única en todos los sentidos, aparte tu padre y el mío son la misma persona. ¡UPS!, se suponía que eso no lo debías saber. —Lo dice perdida en sus pensamientos. — Pero como no vas a salir viva de aquí, puedo contarte toda la historia. — Continúa, ajena a mi sorpresa. Lo que dice no puede ser verdad, seguramente está inventado todo. Está más loca de lo que pensaba.

—¿A haber?, ¿A haber?, por donde comenzar. — lleva una de sus manos a la barbilla, para hacerse qué piensa.

         Justo cuando iba a empezar a contar la “historia”, comienza a sonar su celular. Mira la pantalla, sin mucho entusiasmo, para ver quien la llama. Sonríe al ver de quién se trata, y me acerca el teléfono para que yo también lo vea. No es ni más ni menos que mi padre, o el nuestro, todavía no me contó la “historia”.  Antes de contestar, sale del sótano, por una escalera y escucho como se cierra una puerta. 

         Me quedo sola y en silencio, escuchando los latidos de mi corazón, que poco a poco se vuelven normalizar, pensando en cómo puedo salir de aquí.

Pasan los minutos y no vuelve. Tengo miedo, el terror sigue corriendo por mi cuerpo, por más que mis latidos sé allá normalizado. Busqué en mi mente como salir de aquí, y no encontré ninguna. 

O más bien, sí, encontré una, de aquí voy a salir muerta, lo sé. Mi ser lo presiente, hace días que sé que mi hora está llegando. ¿Cómo lo sé? No lo puedo explicar, solo sé que algo ha estado llamándome durante estos días, y eso era la muerte. 

Moriré, y no puedo hacer nada, veo la oscuridad de la muerte ya bajando sobre mí. Y hoy voy a dar mi último suspiro, mi alma sé irá de mi cuerpo dejándolo atrás para caminar hacia el reencuentro con el único ser que me ha amado, mi madre.  




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