El viento soplaba fuertemente en la playa, mientras era invadida por una ola de personas curiosas. Apenas era mediodía cuando en un pequeño pueblo al norte de Wutox, se pudo observar una imponente presencia en el mar, la enorme sombra de una embarcación. Las personas del lugar no sabían qué hacer, el cuartel del ejército estaba a unas horas del pueblo, la embarcación se acercaba cada vez más y ninguno de ellos sabía pelear. La muchedumbre se congregó en la playa buscando apaciguar a sus invasores con un acuerdo, usualmente así era, si una ciudad se sometía los invasores no la destruían.
El enorme barco se detuvo, entonces, enormes canoas avanzaron revelando a sus pasajeros, personas muy altas y delgadas, sus enormes armaduras, sucias y pintadas de un azul claro, les conferían un aspecto amenazador, por otro lado, sus máscaras con formas grotescas le daban una pizca de horror.
Las canoas llegaron a la playa, el primero que descendió fue un hombre algo más pequeño que los demás, su máscara, con la forma de un cráneo con tres cuernos, lo hacía ver similar a un monstruo
-¿Qué hacen aquí?, acaso el reino de Wutox se quedó sin soldados- pronunció aquel extraño hombre, con una voz tan aterradora como el rugido de una bestia.
-Queremos hacer un trato con ustedes, nos someteremos y cambio nos dejan en paz- Exclamó una anciana, al ser la más vieja de la aldea, era su líder
-Bien- dijo el hombre mientras se quitaba la máscara -entonces nos quedaremos el lugar, pueden estar tranquilos, soy alguien de palabra-
Poca atención le pusieron a sus palabras, sus ojos estaban puestos en el rostro familiar de aquel extraño. En Mir existe una isla llena de montañas, ahí habitan los últimos pueblos mirianos puros, sus características más notables son sus ojos azules y pelo rubio, aquello encajaba perfectamente con su invasor.
Luan, ese era el nombre de la extraña figura que desaparecía en el horizonte con su ejército, era el temido líder del ejército de los monstruos, un grupo de nómadas que antiguamente habitaron Lijan. Luan anteriormente fue el defensor de su tierra, hasta que Lijan y Wutox la invadieron. No sé supo nada de él hasta que invadió algunos países del norte, nadie sabía como obtuvo el mando de los Lux, los temibles seres que lo acompañaban, lo único que se sabía era que debía de ser poderoso.
El ejército de Luan se quedó un tiempo en la aldea, no hicieron gran escándalo con su llegada, por lo que pudieron permanecer tranquilos sabiendo que nadie sabía que estaban ahí.
Las personas seguían su vida con tranquilidad, los soldados les pedían una cierta cantidad de comida por día, pero la tierra era lo suficientemente fértil para proveerlo. La gente no sentía que su pueblo fuera ocupado, los niños corrían por la calles, los hombres tenían más trabajo que de costumbre, el cual por suerte les pagaban, sin embargo, la mejor parte se la llevaron las mujeres; usualmente ellas salían a cazar animales al bosque, una tarea peligrosa, pues se podían topar con los enmascarados, monstruos come humanos que llevaban máscaras blancas para disfrazarse, pocas eran lo suficientemente valientes o tontas para entrar al fondo del bosque, pero gracias a qué los soldados de Luan revisaban constantemente el terreno, podían sentirse más seguras.
Un día el mismo Luan acompañó a las chicas a su cacería, quería contemplar por sí mismo el enorme valle pasando las montañas.
Las mujeres veían alegremente como Luan las ayudaba a rastrear huellas y cuando encontraron un zorro, observaron la destreza de los arcos Lux.
La cacería fue un éxito, cazaron suficiente para todo el pueblo, hubieran regresado a casa felices si no hubiera sido por la criatura que los perseguía. Cuando iban a salir del bosque, se escucharon gritos dentro de él, una mujer salió de la oscuridad, huyendo de un enmascarado.
Las chicas salieron corriendo y Luan se enfrentó a la bestia, le disparó tres flechas con su arco, pero el monstruo se protegió con sus garras.
Al ver eso Luan decidió no arriesgarse y utilizó un hechizo, levantó su mano y aparecieron cientos de pinchos de hierro, estos salieron disparados contra el monstruo y terminó muriendo.
Luan se acercó a la chica, estaba en muy mal estado y se desangraba, se debatía si matarla y tirarla en algún otro lado para que no los descubrieran quienes la fueran a buscar, muchas ideas pasaron por su mente pero todas se esfumaron en cuanto vio que su lengua era completamente negra.
Escupemaldiciones, así se nombran a las mujeres con la capacidad de lanzar maldiciones a las personas siempre y cuando cumplan con los requisitos.
Luan no lo podía creer, un ser que podía asegurar su victoria sobre todos las naciones estaba frente a él, en ese momento lo supo, era hora de comenzar su invasión a Wutox.
Nota del autor:
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PD:
Perdón por la tardanza de este capitulo