Inhalo muy profundo el aire que roza la piel de mi rostro para sentir la suave brisa que mueve las copas de los árboles, mis ojos se elevan para percatarse de cómo los rayos del sol entran en pequeñas aberturas que dejan un hueco las orillas de las hojas, estos sobresalen y terminan direccionándose hacia el suelo a punto de iluminar el bosque. El silencio es lo único que mantiene tranquilo este lugar, como el delicioso aroma de las flores que han empezado a florecer en primavera y los cánticos de las aves que pasan por encima de los enormes árboles que fueron cultivados hace más de mil años.
Nunca pensé que volvería de manera frecuente a este lugar, pero como no lo haría cuando me trae recuerdos en donde por última vez vi a mi hermano, cubierto de sangre, con los ojos cerrados y con la piel más blanca que jamás he visto. Aún su ausencia es un dolor en mi pecho cuando lo he necesitado, quizás por un tiempo, fue un clavo en mi zapato, pero aun así, le tenía respecto y amor porque siempre se preocupaba por mi bienestar sin importar que lo alejara o me comportará como un rebelde ante él.
Bajo la mirada y veo el hermoso roble que ya ha empezado a crecer, su tronco cada vez más se va fortaleciendo, añadiendo que sus hojas, están más verdes que nunca, dándome a entender que a pesar de las tormentas y las altas temperaturas calientes de la época, se ha manteniendo de pie, creciendo y haciéndose más fuerte como aquel día que lo sembré.
Regresé al lugar en donde encontré a Tahiel seis meses después de su muerte y la desaparición de Gemma, no pude quedarme con la conciencia tranquila sabiendo que estaba evadiendo el dolor y la soledad que me estaba provocando la ausencia de un miembro de mi familia quien convivio conmigo desde el momento en que llegué a este mundo. No tengo palabras para describir cómo este sufrimiento me sigue ahorcando cada día, no puedo dejar de pensar en lo que hubiera sido de su vida si siguiera con nosotros, es probable que siguiera siendo un gruñón como yo, o quizás su madurez fuese ahora más ingeniosa y sabia que antes, también podría estar preocupado de no saber quién es su mate, aunque estaría también dudando, si tener cachorros ahora que sus años se siguen incrementando.
Tahiel era muy joven para haber muerto de una forma tan brusca y cruel, no creí ser la persona que me acercara a su padre para darle la noticia de su muerte e incluso, de tener que ver como se culpaba por haber permitido que su único hijo, se haya tenido que involucrar con lobos del desierto y tropicales. El señor Newén había perdido a su mate y ahora que había perdido su heredero, complico su vida, su estado emocional y la confianza que le tenía a nuestra manada; mi madre intento que concientizará de que nosotros no le habíamos hecho nada a Tahiel, pero el señor Newén se mantuvo firme al decir que nosotros lo llevamos a la muerte.
No lo culpo cuando no tengo idea que hacia ese día Tahiel en la manada, la verdad, es que nunca lo sabré. Y me duele pensar que haya sufrido de toda manera de la que hubiese querido prevenir pero ya era demasiado tarde para querer recuperar su vida; en torno a ello junto con la desaparición de Gemma, casi mi vida se acababa con esas dos situaciones, había perdido un hermano y mi mate quizás se encontraba muerta.
Para variar, mi culpabilidad incremento día tras día, me negaba a creer que él estaba muerto, pensé que algún día volvería, me sacaría de mi cama y me hiciera entrenar a fin de no olvidar mis habilidades; sin embargo, con el paso de los meses ya no sucedió eso. Me atreví a pisar la tierra que lo abrigo durante las horas que se encontraba sin vida, había muchas hojas de las que habían caído y habían cubierto todo rastro del que presenciará su olor.
Se me revolvió el estómago el recuerdo de su cuerpo, quise evadir el trago amargo de dolor por su asesinato y otra vez, la ira se incrementó en mi cuerpo al pensar que no le dieron ni la oportunidad de sobrevivir aunque sea dejándolo moribundo. Ya no quería recordar a Tahiel de esa manera, solo supe, que quería guardar su memoria así como su propia manada lo hacía, dándole honor a su lucha. Sé que él debe haber buscado en su cabeza, las miles de formas de defenderse ante los ataques y de cómo no rendirse ante la situación, así que conmemoré las características con plantar un roble en el lugar en que encontré a Tahiel.
Para nuestra manada siempre ha sido importante recordar a nuestros seres queridos muertos por medio de plantar un árbol en el lugar que ellos adoraban tanto, sin embargo, yo quise hacer lo contrario esta vez y poner en aquel sitio que creaba tanta angustia y tristeza un objeto que olvidara esos sentimientos para hacer brotar otros de los que traerían felicidad y paz.
Hace años he trabajado con todo tipo de árboles para obtener de ellos su madera, por ello, es que entre tantos tipos como especies, elegí el roble como símbolo de Tahiel, alguien que siempre fue leal, fuerte y resistente ante las adversidades. Mi hermano siempre fue así, y es como quiero recordarlo para roda la vida que me queda; además, el roble también muestra el significado de la inmortalidad, por lo que, es natural de que aunque él haya muerto, siempre tendrá vida en los corazones de las personas que lo queríamos demasiado, ojalá que él aprecie este pequeño gesto del que a mí, me trae tranquilidad cada vez que visito el árbol para ver cómo se encuentra.
—Supuse que estarías aquí. —Llego Zöe.
Ya había escuchado sus pasos y el aroma de su perfume, no quise decir nada ni mucho menos darme la vuelta para acabar con mi momento, algo que siempre les he enfatizado a mi familia como amigos es que, cada vez que me vean en este lugar, no intenten acercarse a mí. No tengo ningún problema que algunos de ellos me quieran acompañar sabiendo que Tahiel también los apreciaba, sin embargo, siento que al estar aquí solo, me da la sensación de poder estar unido con mi hermano, e incluso, de que mantenga una comunicación silenciosa de la que me imagino la manera en que me respondería.