La Venganza del Alfa

Capítulo 10: Asesino

Puse las manos sobre la arcilla caliente para poder descansar un instante mientras intento recobrar el aliento por el exceso de entrenamiento que he llegado a tener, aún me estoy adaptando al oxigeno como ambiente del lugar que lo aproximado que estoy rindiendo entre todos los obstáculos que me antepone Keren son unas dieciséis horas, debido a que, esto no es nada comparado a lo que aprendí hace dos semanas con equilibrar mis estados mentales, añadiendo también, los ejercicios de los ulfhednar.

— ¡Vamos! ¡Vamos! —Ella aplaude para que me agilice.

—Cinco segundos, por favor. —Abro la boca para agarrar una enorme bocanada de aire que me sabe a carbón.

Irgo mi espalda y me estiro para poder recobrar mi postura, realmente me gusta tener este tipo de experiencia cuando he podido sentir como mi cuerpo y mente han crecido en potencial, sin embargo, tiene sus limitantes porque al no estar acostumbrado a un clima totalmente caliente, hace que tengas que adaptarte al aire, al suelo y a los terribles olores que hay acá abajo donde son más tóxicos que cualquier químico.

—Me siento como Scorpion de Mortal Combat —le comento mientras camino hacia ella.

—Al menos, él no se quejaba como tú —puntualiza.

—Bla, bla, bla… —Ella pone sus manos en sus caderas. —Apenas tengo dos semanas y crees que ya se dominar el calor del infierno —hace una mueca.

—No te he pedido que lo domines, sino que, forme parte de ti. —Pongo los ojos en blanco.

—Tienes que darme más tiempo, estoy dando lo mejor de mí aunque no lo creas —cruza los brazos.

—No tienes mucho tiempo, si te lo recuerdo —saco una pequeña sonrisa.

—Recuerdo que alguien me decía que todos somos una semilla, de la cual deben de abonar y regar para que todos los días pueda ir creciendo… —Eleva la ceja al ver que hablo de ella.

—Me alegro que escuches mis palabras, me hace saber que prestas atención —suelto una carcajada.

—Es mi deber como discípulo, ¿no? —Asiente.

—Así es.

Nuevamente retomo mi entrenamiento en donde empiezo a correr por toda la pista como si estuviera en un triatlón, en frente de mí, observo como Keren hace unos movimientos con las manos donde aparecen otra vez, diferentes figuras de las que intentan ser ese obstáculo para que evite lograr llegar a una meta, sin embargo, algunas las evito mientras que con otras, no tengo opción de darles un golpe para hacerlas caer. La mayor parte de ellas están hechas de arcilla, arena, roca volcánica, entre otros materiales que resisten al calor, no me es fácil tener que lidiar con ellas porque aparecen cada cinco segundos una nueva donde incrementa su fuerza, rapidez y solidez a fin de poder derribarme.

Al principio, recibía al instante los golpes haciendo que cayera casi de la arena de combate, eso es poco por decir cuando derramaba sangre y los huesos casi los sentí partidos si no fuese porque Keren también busco la forma de aliviar los dolores, a pesar de eso, los músculos aun los tengo sensibles y llenos de cardenales, porque a pesar que estos seres no son los alfas más poderosos del planeta, los considero como unos monstruos que pueden quitarme la vida si los desean por cualquier tipo de orden que reciban.

—Uhhh…

Me acaricié la quijada en el instante en que recibí un golpe que me hizo caer al suelo, Keren no se movió de su lugar más bien, siguió poniéndome obstáculos en el camino para que no logrará llegar al final de la meta, pero el momento se me perjudico cuando una de las figuras de arcilla me agarro desprevenidamente del pie y me tiro fuera de la barrera a punto de que tuviera que sujetarme de la orilla del campo de entrenamiento para no caer al precipicio de la muerte.

—Carajo.

Dije viendo como varias piedras pequeñas caían a mi lado, cerré los ojos y aguanté un poco más de tiempo antes que intentará subir nuevamente al campo de entrenamiento; me tuve que arrastrar para no deslizarme entre las piedras volcánicas que siguen ardiendo por el calor del lugar, me tire un momento al suelo para poder respirar e incluso tomarme un descanso, antes de continuar con las horas que hacen falta por entrenar.

—Sabes, me preocupas —se acercó a mí.

—Todos los días te preocupo —me mofe.

—Sí, y suele ser muy fastidioso —reí al ver su gesto.

Al menos comprendo que ella no me dejara morir en ningún momento, mala suerte que no sepa la razón de ello, pero me quedo tranquilo en saber que a pesar que este en peligro, ella está ahí para darme una mano antes de caer muerto. Aunque eso no es una excusa para que baje la guardia o incluso que tenga que acomodarme a su ayuda, porque al final sé que si ella ve que he disminuido mi rendimiento, me hará sufrir más que los primeros días que estuve en este infierno.

— ¿Por qué los tipos como yo deben estar acá? —Le pregunte.

—Son elegidos —apenas me responde.

— ¿Por quién somos elegidos? —Sigo curioseando.

Ella me da una mirada como si tratará de decirme que no más preguntas porque ya terminó la sesión de respuestas; apenas he podido sacarle información en los últimos días que ha sido tedioso hasta tener que sacarle las palabras de la boca porque sigue ocultándome asuntos de los que quiero conocer pero no va más allá de responder una o dos preguntas que no me dicen mucho pero mejor algo que a nada.




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