Dejé la colilla del cigarro en el cenicero luego de que este se acabará, los nervios los tengo en punta al darme cuenta que ya estoy en el lugar donde se supone que se encuentra mi hija, pero a pesar de todo, no he encontrado aun su paradero, más bien, ya llevo dos días buscándola pero no he tenido resultados y de por sí, no quiero ir preguntando de humano a humano por ella porque no tengo una fotografía para que sea más visual reconocerla, aunque también, estaría cometiendo el error de preguntarle a cualquier porque quien sabe que la hayan secuestrado y la tengan en cautiverio, donde si se enteran sus raptores, pueden que otra vez desaparezcan.
Miro hacia el horizonte que me parece monótono con todos esos colores fríos que logran distinguir la naturaleza invernal de Alaska; realmente esto me hace sentir lejos de casa, tanto que, solo deseo volver pronto a mi habitual temperatura tropical pero mientras no encuentre a mi hija, me tendré que quedar e investigar que ha sido de su paradero.
Veo como Adrién empieza a pasar repetidas veces sus manos entre las mangas de su suéter para poder obtener calor, todo lo contrario de Vernon quien prefirió abrigarse en su totalidad para poder aguantar el clima; es extraño que no esté en las mismas condiciones que ellos cuando el frío no me ocasionado ningún tipo de reacción adversa que implique que quiera quedarme en la cabaña, refugiado en mi cama y con una chimenea al lado para sentirme bien abrigado; desde que llegue acá, mis dos mejores amigos han tenido que adaptarse al clima pero es poco por decir cuando no se sienten satisfechos del todo luego de que las temperaturas disminuyen al acabar el día.
Veo como Vernon no deja de fumar y tomar whisky como si eso le ayudara a obtener calor corporal, sabemos que esa no será la fuente de ayuda que necesita pero al no tener esos recursos necesarios para afrontar el frío me hace creer que terminaran con otra alternativa más para evitar el clima.
— ¿Cuánto tiempo estaremos acá? —Consulta Adrién temblando.
—Lo necesario —enarcó su ceja.
— ¿Cuánto es eso? —Bufé.
—Hasta tener una pista de mi hija —refunfuñe.
—Carajo, para entonces, me congelare como un cubo de hielo —maldice al no tener una buena respuesta.
Vernon quien tiene más paciencia solo pone los ojos en blanco para después rascar su nariz la cual empieza a palidecer, no entiendo cómo es que el invierno los está afectando demasiado cuando ellos han presenciado la nieve en otros lugares del país que residimos, pero aun así, no comprendo lo que pasa e incluso, por qué no tengo las mismas reacción de ellos.
—Cálmate Adrién, solo tenemos dos días y ya quieres irte —Vernon le reclamo.
— ¿Es que no se te congela la nariz? —Atribuye.
—Sí, pero al menos estoy disfrutando de la vista y no me la paso quejando como tú —Vernon intenta encontrarle el lado positivo al problema del clima.
Realmente Vernon no se está quejando del todo porque aquí ha empezado a encontrar especias o hiervas que le servirán para sus medicamentos o experimentos para encontrar la cura en algunas enfermedades o heridas; así que, es la razón clave por la que no se la ha estado pasando mal cuando ya ha encontrado tres plantas de las que se llevará para mantenerlas de reserva en su laboratorio y obtener de ellas su fuente medicinal.
— ¿No has tenido algún tipo de presentimiento o algo para encontrar a tu hija? —Vernon intenta cambiar la conversación.
—No, no es una ciudad grande pero, no puedo rastrearla con facilidad —hice una mueca.
—Hemos buscado en varios lugares, ¿no crees que sería ideal acércanos a lugares donde haya más niños? —Opina Vernon.
— ¿Para qué luego crean que somos unos pedófilos por estarlos observando? —Se enfada Adrién.
—Al menos doy ideas, tú solo te pasas quejando como un abuelo y eso que no estás ni viejo y ya lo aparentas —Dijo con desdén Vernon hacia Adrién.
Ambos mantienen una discusión infantil de la que me provoca dolor de cabeza, ese par a pesar de ser adultos siguen con sus mismos modales niñatos de los cuales no han olvidado, realmente a veces suele ser chistoso pero en estas circunstancias no puedo pensar con la cabeza fría porque no tengo idea en dónde puede encontrarse mi hija; suelto un bufido y los vuelvo a ver, sé que ambos han hecho un buen trabajo en apoyarme que quizás sea momento de darles un receso, de todas formas, necesito estar solo y pensar en qué otros lugares puede estar ahora mismo.
—Regresen a la cabaña —ambos dejan de pelear para verme —, caminaré un poco, necesito estar solo para adecuar mis ideas con respecto a ello. —Me levanto de la silla.
—Pero Caden… —Vernon intenta detenerme.
—Estaré bien, volveré en unas horas… Mientras tanto, agarren calor antes que se mueran de frío. —Ellos se miran entre sí, sin comprender mi comportamiento.
Me alejo para salir de la cafetería y comenzar a caminar solo, los pensamientos irracionales aparecen nuevamente en mi mente queriendo atacar cualquier posibilidad buena que me haya traído este viaje, sin embargo, es difícil confiar en mi propio instinto como evidencias que he llegado a recolectar en este tiempo, pero ante la idea de que mi corazón sigue creyendo que todo aquello que vi y escuche es la realidad, hará que pronto encuentre lo que estoy buscando.