Anahera Malyshev.
Me sorprende su barba, una cicatriz cubre su palma izquierda, la delineó sin miedo examinando la. Sus ojos están fijos en mi, temo preguntar por la respuesta, pero necesito saberla.
—¿Cómo...—suspiro sin poder formular la pregunta, mi boca tiembla, levanto mi rostro mirándolo a los ojos—. ¿Dónde están mis bebés Draven?
—Te hice una promesa.
Inicia y pausa mirando a Laina, quien sale de la habitación junto a los canes detrás de ella.
—Ese día que te encontramos, hicimos lo que pudimos, intenté hacerte una cesárea de emergencia en la camioneta —me abrazo a él esperando lo peor, abraza mi cuerpo dejando aferrarme a él como un pequeño oso—. Logramos salvarte y salvarlos, solo que dos bebés ya estaban muertos.
Mi llanto se desata de manera silenciosa, su pecho se eleva con dificultad, sus manos dejan caricias en mi cabello dejándome llorar.
—Pero tenemos una hermosa niña, se llama Natalia y un niño llamado Noah —mi llanto no cesa pero si baja un poco—. Tienen dos años, Cristal ya ha cumplido siete.
—¿En qué mes estamos? —estoy desorientada, me perdí dos años de sus vidas. Jamás me lo voy a perdonar.
—Noviembre.
Saco cuentas y levanto mi vista acercando su cara a la mía, la duda crece en mi cabeza como un globo a punto de estallar.
—¿Desde cuándo estoy inconsciente?
—Dos años y tres meses —sus ojos bicolor me examinan interrogantes.
Me abrazo a su cuerpo con fuerza, no me impide que lo apriete hasta casi sacarle el aire, lloro en silencio.
Todo por culpa de Katia, como la odio.
Luego de mucho tiempo en esta posición me empiezo a relajar en sus brazos, me levanta consigo llevando me al baño de la habitación. Me deja sobre la barra acorralando me entre sus brazos, su postura encorvada deja que su rostro esté frente al mío, dejo que una sonrisa se extienda por todo mi rostro.
Acerco mi cara de manera peligrosa a la suya, coloco mis brazos al rededor de su cuello atrayendo lo a mi, nuestras respiraciones se mezclan al estar tan cerca, la interacción entre nuestros ojos no se pierde se mantiene por un largo rato hasta que decido juntar nuestros labios.
Este no es como mi mente llega a recordar, este es lento, permitiendo me saborear un poco el sentimiento que se produce en mi pecho es algo que se siente como un remolino es extraño, el sentimiento que abordaba mi ser todas las veces que por más que quería dormir para siempre, me hizo abrir mis ojos, sus manos agarran mi rostro profundizando el beso.
Nos separamos por falta de aire mis ojos no pierden de vista los suyos, nuestras respiraciones aceleradas se mezcla aún más que antes, agarro con más fuerza su rostro.
—Te extrañe —susurro solo para nosotros, dejo escapar una risa al ver sus ojos buscando alguna señal de que sea mentira—. Te amo Draven.
—Yo te amo aún más, mi vida sin ti es un infierno en el que no quiero vivir.
Deja un beso en mi frente, su mano mojada limpia el rastro de lágrimas que queda, cuando termina me deja en el suelo, levanto mi vista para ver su rostro, mi cuello duele un poco.
La diferencia de altura es demasiado obvia, paso mis brazos por su torso negandome a soltarlo, brinco hasta estar de nuevo en sus brazos, una risa ronca brota de su pecho, que vibra bajo mi mejilla, me sonrojo, intentado ocultar ese hecho cierro mis ojos.
—¿Te sientes prepara para salir del hospital? —su pregunta me hace suspirar.
Tengo miedo, no lo voy a negar pero salir de aquí supone libertad ver a mis bebés y volver a ver de nuevo a Cristal, se sienta conmigo en sus brazos. Veo sus rostros detallando algunas emociones no expresadas, sus ojos están llenos de angustia que se camufla muy bien con la seguridad que transmite su presencia, me duele el pecho cuando agarro su palma delineando la cicatriz que la cubre.
—Acepto que tengo miedo de lo que pueda suceder cuando salga, pero. Tengo que superar mis miedos y ver de lo que soy capaz, no puedo quedarme a esperar una vida con miedo, quiero sentirme segura en cualquier lugar al que vaya sin tener que estar en constante vigilancia.
No dice nada, escucha atentamente cada palabra que sale de mi, respiro profundo antes de continuar.
—No quiero vivir pensando en lo que sucederá si alguien me vuelve a secuestrar en cualquier instante —coloco mi mano en su corazón y la suya en la mía—. La grieta que se ha formado en mi, no se va a reparar con solo unos cuantos cuidados, siempre va a doler pero sanará con el tiempo y la dedicación que coloque en ello, muy bien escuché decir a alguien una vez, hasta la herida más profundo sana si le prestas atención a quien ha lanzado la daga para que está sangrara.
Sus ojos me miran incrédulos, su vista pasa de su mano encima de mi corazón a mis ojos.
—No lograremos ser felices hasta no perdonarnos a nosotros mismos —dejo caer mi mano de su pecho y dejo la suya libre—. El pasado no nos define como personas, hacemos del presente una nueva oportunidad si así lo decidimos, solo tenemos que ver hacia atrás cuando no sintamos mal y viceversa, no siempre habrán momentos felices.
No dice nada, sus ojos son un mar de emociones apunto de desbordar, el silencio me consume, ya nada me parece real, me bajo de su regazo o eso intento, sus brazos me sostiene con fuerza negandome la posibilidad de bajarme.
—Prometo que no haré nada para lastimarte —la sinceridad de sus palabras cala en mi, sus ojos demuestran determacion y sus palabras la seriedad del asunto—. Sabes que en este mundo todos pagan por su acciones y actitudes, no importa que tan amigos seas de la persona, nada se perdona y menos la traición.
—No vas a vengarte de nadie ni matarás a nadie por mi, Draven, prometerlo.
—Lo prometo, osito —sus ojos demuestran todo lo contrario a sus palabras Pero quiero creer en él.
Me deja bajar de su regazo cuando unos toques en la puerta se hacen presentes, al abrir no me dejan reaccionar antes de que la persona se abalance sobre mi.
Editado: 17.12.2024