Anahera Malyshev.
La casa se alza de forma imponente frente a mi, como un recuerdo tenebroso, como si algo que no debería haber pasado paso.
Las paredes parecen estar recien pintados, el color negro me deja pasada la última vista que recuerdo son las las paredes color crema, la estructura parece estar remodelada, sostengo con fuerza el aza da mi bolso de mano. Colocan mi cabello tras mi oreja y por fin me digno a ver su cara, sus ojos son dos esferas que me atraen en demencia. El color, jamás dejaré de pensar en ellos, sus rasgos se han afiliado, su mirada es más ruda a prestar de estar relajada.
—Bienvenida, de nuevo a casa —su voz grave me absorbe por completo, quiero guardar el sonido en mi memoria para reproducirlo constantemente.
No digo nada, el nudo que hay en mi garganta pesa más de lo que pude imaginar. Deja un beso en mi frente, con una de sus manos abre la mía sin aplicar presión y de la manera más delicada como si fuera un cristal. Deja en ella una barra de chocolate sin avellanas.
Levanto mi vista, lo veo alejarse seguido de Candy, Cronos lame mi mano haciendo que lo mire sonriendo un poco, empiezo a andar por el mismo camino por el que se ha ido Draven, los hombres que están rondando por el terreno se me quedan viendo fijamente, sus rostros palidecen al ver a Cronos gruñorles. Por el camino a lo lejos veo al único que reconozco por ahora, Dante.
—Señora es un gusto verla.
—El gusto es mío —sonrio extendiendo mi mano, la cual estrecha.
—Se me ha indicado llevarla a la cosina.
Asiento con la misma sonrisa dejándome llevar, desde lejos se puede apreciar todos los cambios que ha tenido la estructura, cada pasillo, pared y detalles. Todo perfectamente colocado, en mi camino a la cosina admiro con desdén cada pared recubierta por dibujos hechos con sumo cuidado, papeles llenan unas dos paredes enteras, admiro la belleza con la que la persona que las realizó dedico tiempo en cada detalle tan bien cuidado. Dante abre la puerta frente a mi, suspiro con pesades. Las risas que provienen de dentro me hacen sentir bien... No es raro Pero hace tiempo no se sentía tan mía esa sensación.
Esa risa contagiosa que conozco tan bien me alienta a dar un paso dentro de la cosina, esa risa y esa voz tan preciosa me llena de alegría esa alegría que solo una persona tan bien conocido por mi producen en mi pecho, el rostro de Susana se llena de sorpresa y alegría, le hago un gesto de silencio esperando sorprender a Cris.
Sigue inmersa en su trabajo de darle forma a la masa de las galletas, me parece graciosa la forma en que tiene distribuida la harina por su rostro, suelto una pequeña risa que la hace darse cuenta de mi presencia tras ella.
Su rostro se voltea con rápides y con una velocidad impresionante se baja de la silla en la que estaba corre hasta estar frente a mi y aferrarse a mis piernas.
—Mami —su llanto resuena por toda la habitación—. ¡Susi, mi mami está aquí!
—Si linda, aquí estoy. Siempre estaré aquí —me agachó hasta su altura abrazando su cuerpecito con fuerza.
Su llanto moja mi hombro pero no me importa, la levanto conmigo, Susana se acerca a nosotras, me da un abrazo aunque Cris este en el medio. Sonrío y seca sus lágrimas dándome espacio para volver a dejar a Cris en el suelo.
—Prometeme que no vas a volver a dormirte como la bella durmiente —sorbe su nariz con fuerza—. Mi papi tardo mucho en darte un beso para que despertarás.
—Habia que seguir la historia si queríamos tener un buen resultado, ¿cierto?
—Sí, pero tardaste mucho. Vamos los abuelos van a llegar pronto —tira de mi mano.
—¿No vas a terminar de hacer las galletas?
—Oh, cierto —mira a Dante con una enorme sonrisa—. Querido amigo, ¿Podrías terminar de hacer las galletas por mi?
Revolotea sus pestañas intentando convencerlo, a Dante no le queda más remedio que asentir al ver que no se va a rendir. Cristal agarra mis manos sacándome de la cosina, consigo despedirme con un movimiento de mi mano, me lleva apresurada a la sala demasiado feliz, cuenta lo que puede en el camino, al llegar al umbral su mano me suelta y corre a saludar a los padres de Draven, me acerco con cuidado, la primera persona en ver mi presencia es Draven quien sonríe mostrándome a mi bebé dormido en sus brazos.
La madre de Draven me ve sonriendo, no se acerca, mis ojos están fijos en el pequeño en los brazos de él, su nariz respingada y sus mejillas sonrojadas son lo más lindo que puede ver hasta ahora. Me acerco con mucho cuidado, mi mente reproduce los temores que tuve durante el embarazo, extiendo mis brazos agarrando a mi bebé con cuidado sus ojos se abren por el movimiento repentino, al verme sus ojos brillan, sus manos se posan en mis mejillas. Una sonrisa aparece en su pequeño rostro.
—Mamá —su risa llena mi corazón de alegría.
Golpea contra mi pecho, casi querien romper mi piel para salir lo abrazo mirando a Draven con mis ojos llenos de lágrimas, su padre le pasa a la bebé. Sus ojitos me miran interrogantes, la primera lágrima sale de mi ojo haciendo que las demás la sigan, abrazo a mi bebé en mis brazos, dejo un beso en la frente de la bebé en los brazos de Draven.
Saludos a su madre y padre disculpándome por no saludarlos antes. Le restan importancia sentándose y invintandome a hacer lo mismo, acepto sentandome al lado de Draven.
La voz de Ethan llena la sala, Cristal lo saluda negándose a apartarse de mi lado.
—Te han cambiado Ethan —se burla Laina caminando hasta nuestra encuentro.
—Callate pelo chamuscado, por lo menos no me cambiaron antes —le saca la lengua y se sienta al lado de su madre.
—¿Que sucedió con tus vacaciones, Ethan? —le pregunta Draven arrullando a Noah.
—Me dejaron —finge llorar recostando se en el hombro de su madre quien ríe.
—¿Tu novia?, ¿Tu ex novia? —lo presiona a hablar, Laina se frustra cuando no le responde para seguir con su show.
Editado: 08.01.2025