La venganza del diablo

Capitulo 04

Anahera Malyshev.

La noche es fría, la nieve cae como una peculiar lluvia blanca, la luz de la luna se cuela a través de los grandes ventanales de la habitación, no se cómo actuar me he perdido parte de su vida y de la mía propia, suspiro caminando a cerrar las puertas del balcón, el sonido de la regadera llena mis oídos indicándome que se está duchando.

Sonrío viendo la estantería que él compro para mi, me acerco a revisarlos viendo que ahora en ellos se encuentra la firma del autor. Agarro el primer libro que agarre esa noche, sonrío viendo la última página con una nota de Draven, trazo su letra cursiva.

Tallas un camino interesante en mi corazón, mi alma cada día se va apagando sin tu presencia, la vida sin ti ha sido un infierno, quisiera pronunciar tu nombre en voz alta, pero eso supone un peligro para mí, veo todo desde lo más profundo de mi mente, ojalá despiertes. Extraño tu rara forma de ser.

El sonido de la ducha cerrarse me hace dejar el libro en la estantería como si quemara mis manos, veo la hora en el reloj de la cómoda, no me creo todavía que sea pasadas las doce de la noche, las palabras de su nota se repiten en mi mente, no hay ningún sentido en ellas exepto las últimas ocho palabras. Me abrazo a mi misma intentando descifrar aunque sea una pequeña parte; mi mete se pierde entre mis pensamientos haciendo caso omiso a la presencia de Draven.

Su aliento caliente choca contra mi oreja produciendo un escalofrío por todo mi cuerpo y haciendo que mi mente vuelva a la realidad, deja un beso en mi hombro abrazando mi cuerpo desde atrás, doy vuelta entre sus brazos, miro sus ojos fijamente viendo cada emoción cruzar por ellos.

—Te cortaste la barba —susurro alzando mi mano acariciando su mandíbula ahora sin un rastro de que alguna vez tuviese bello.

Asiente dejando escapar un sonido de afirmación, si no lo escucho hablar hace rato pensaría que es mudo. Me río por mis pensamientos bobos, una sonrisa ladina aparece en su rostro, agarra el mío entre sus grandes manos, me tienta a besarlo. Sus manos se mueven ágiles, cruzó mis piernas en sus caderas agarrando su cabeza por detrás, sus manos están en mis muslos, una de ellas los acaricia, el deseo creciente entre nosotros asume gran tamaño con el paso de los segundos.

—Ты не хочешь быть —deja las palabras al aire esperando a que yo continúe.

—En la misma habitación que el diablo.

Sonríe y sus labios se unen a los míos, en un beso mordaz, la furia con la que sus labios besan a los míos me hace gemir encima de los suyos, sus dientes atrapan a mi labio entre ellos, su mano sube hasta llegar a mi entrepierna con agilidad introduce sus dedos en mi feminidad haciendo a un lado mi ropa interior, sonrío entre el beso. Mi cuerpo termina en el colchón blando, reparte besos umedoa por mis piernas hasta llegar al interior de mis muslos, deja un beso sobre la tela del pantalonsillo, quita lo que le estorba de su camino.

Mi centro está goteando, palpitando pidiendo a gritos contacto, su respiración cae en ese lugar creando tentación para mí, sus ojos se elevan hasta llegar a mi rostro y encontrar los míos, asiento y es como si haya esperado esa señal para dejar que su boca vaya a ese lugar, sus ojos no pierden de vistas los míos. Arqueó mi espalda por el placer que me hace sentir su lengua, perdemos el contacto visual y eso es suficiente como para que la sensación de éxtasis se detenga por completo.

—Mirame, Anahi. Tus ojos en los míos —su mano está en mi cuello sin ejercer presión.

Asiente rápido, nuestros ojos conectan y la intrusión es inmediata, su polla está en mi interior, una estocada tras otra, gemidos salen de mi boca. Me niego a perder sus ojos de vista su se que se detendrá en cuanto lo haga.

—Draven...—suena más como un gemido que como advertencia, la mano en mi cuello se queda fija en ese lugar.

Su otra mano viaja por mis senos pasando entre ellos, sin perderme de vista baja hasta mis tetas succionando fuerte, gimo fuerte encorvando mi espalda, rasguñando la suya en el proceso, pellizca mi peson deteniéndose.

—Ojos en mi, osito —los espasmos de mi cuerpo por a verme venido de esa manera me sacuden con fuerza.

Aún así pongo total atención en sus ojos, una sonrisa aparece en su rostro, su cuerpo se tensa bajo mis manos, las estocadas son rudas, muerdo mis labios con fuerza su mano está vez es la que está en mis senos masajeando los, los sonidos se quedan atascados en mi garganta, veo la ferocidad con la que sus ojos me ven, parecen estar en llamas, llenos de lujuria y deseo contenido uno por mucho tiempo.

Sube a mi boca robándome el poco aire que le quedaban a mis pulmones, sus labios son la representación de la tentación para mí, su sabor peculiar me hace adicta a sus besos. Sonrío entre el beso, se separa de mis labios mirándome con esos ojos bicolor que me matan, no pasa mucho tiempo cuando vuelve a atacar mis labios, mi lengua danza con la suya de manera en la que vuelvo a tener mi orgasmo gimo encima de sus labios, su boca se separa de la mía encontrando un camino a mi oído.

—Di que eres mía, osito —su voz ronca me hace sonreír.

—No soy tuya, soy mía —un sonido de disgusto sale de sus labios las sus estocada su hacen voraces, crudas.

—Muy bien, si eres tan tuya. ¿Porque mi nombre sale de tus labios?

—No lo sé, tu dime, ¿Por qué crees? —muerdo mi labio reprimiendo un gemido antes de que salga su nombre delatandome por completo.

No voy a admitir que en mi mente me estoy gritando esas simples palabras.

—Juegas con fuego angel —deja un beso debajo de mi oreja erizando esa Sonia haciendome sentir más susceptible ante él.

—No, yo juego con la llama en mis manos y beso al demonio en mi cama —su risa ronca llena la habitación, me da vuelta colocándome encima de él.

—Así me gusta angel, pero sigues sin responder a mi pregunta —me ayuda a subir y bajan encima de él, su pene llena cada espacio de mi interior.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.