La venganza del diablo

Capitulo 07

Anahera Malyshev.

La calma con la que se alza la mañana sobre mi es especialmente perturbadora, al despertar lo primero que ví fue la falta de su presencia a mi lado, el frío en ese lugar me indica que ha salido hace tiempo, el silencio en la habitación me hace sentir vacía. Examinó el lugar con desconfianza y la calma en mi vida jamás ha sido un buen indicador de algo bueno.

Me levanto con cuidado, el frío del suelo penetra en la planta descubierta de mi pie, me abrazo a mi misma intentando encontrar un poco de calor en ese abrazo, aunque la necesidad de volver a enrollarme entre las sábanas me supera mantengo mi mente fija en un solo objetivo: acomodarme para el viaje que emprendimos hoy.

Arrastró mi cuerpo a la ducha dejando que el agua tibia relaje mi cuerpo y active mi mente, unos ruidos llegan a mis oídos, la voz de Draven es tan conocida que no me tengo que esforzar para descubrir quien es. Bajo la intensidad del agua que cae sobre mi cuerpo hasta apagarla por completo.

—No la pierdas de vista, la necesito en ese lugar —su voz llega en un tono molesto y un tanto confuso a mis oídos—. Se está bañando, no, no se puede enterar de nada y lo sabes.

Con pereza salgo de la ducha enrollando la toalla por mi cuerpo, sigue hablando. Mi curiosidad pica cuando la mención de un nombre que hace tiempo no escuchaba produce escalofríos por todo mi cuerpo.

—Sabes que Katia no se puede ir de ese lugar —los recuerdos golpean mi mente como un rayo, como si de una película de terror se trata.

Mi mente se llena de imágenes de todo lo que me hicieron ese día, mi ritmo cardíaco se acelera, mi corazón parece querer romper mi pecho, la respiración se me acelera hasta trancarme el aire, con miedo me agarró del pomo de la puerta. Cierro mis ojos intento encontrar calma en algún recuerdo.

Su voz llega a mis oídos como un eco, tan lejana que puede llegar a confundirse con cualquier sonido, los golpes en la puerta me traen a la realidad.

—¿Estas bien? —la desesperación en su voz es evidente.

—Si —logro pronunciar con mi respiración entre cortada—. Estoy bien.

Abro la puerta viendo cómo suspira aliviado, la rabia contenida en sus ojos no me pasa desapercibida, se hace a un lado dejando que me dirija al vestidor, cierro la puerta a mis espaldas. Agarro lo primero que me encuentro, me visto tan rápido como puedo, sigue hablando con quién sea que este del otro lado del teléfono.

Estoy recogiendo mi cabello cuando está vez pronuncia aquella palabra que me prometió que no haría.

—Sabes que me voy a vengar, sea como sea —sabe que estoy aquí y, aún así se atreve a hablar de venganza.

Intento calmarme antes de siquiera pensar en salir, busco lo que voy a meter en la maleta, sin apresurarme, agarro con cuidado de no hacer ruido la caja que escondía, llena de cartas y, un pequeño recuerdo de la primera vez que en verdad nos conocimos. Aunque intente escapar jamás lo iba a lograr, y por eso está es la última oportunidad que tengo de redimirme y decidir. Aunque no me ha propuesto nada, conozco su secreto y agradezco que Ethan sea un lengua suelta en momentos como estos.

Lo irónico de esta situación es que él mismo la provocó, acomodo todo intentando no dejar rastro alguno de mi pequeño escondite, suspiro mirando la puerta frente a mi, agarro la maleta. Abro la puerta mirando a Draven esperando por mi.

—Ni pienses en ayudarme —la irritación se hace presente en mi tono de voz, su rostro está lleno de confusión.

Deja aún lado su teléfono colgando a aquella persona, ve como camino hasta salir de la habitación, al llegar a la habitación de Cris calmo mi tono. Tocó la puerta dejando que su cara sonriente absorba por completo mi presencia.

—Mami, solo me llevaré a cocoa, tengo ropa a dónde iremos.

Levanto mis cejas sorprendida, se ríe y me jala escaleras abajo, en la entrada veo a Dante sosteniendo a la carreola de los bebés, Ethan viene cómo toda una celebridad.

—¡Sonríe nena, la vida es muy corta para no disfrutarla! —la complicidad de sus palabras me hace sonreír, aunque la sensación de alegría se va cuando siento su presencia a mis espaldas.

No digo nada, se mantiene un tanto intranquilo cuando hago su presencia a un lado, me dejó llevar de Ethan cargando a los bebés y dejando que dante sea quien lleve el equipo al vehículo. Nos acomodamos para emprender un largo viaje al aeropuerto, Ethan va cantando con Cris mientras dante enciende el motor. A lo lejos veo la figura de Draven, quiero ser agena de su mirada pero es atrayente aún de lejos.

Conforme el auto se mueve y nos alejamos su figura se va haciendo borrosa, un mensaje llega a mi celular, solo tengo que leer las dos primeras líneas para saber que tengo que bajar el brillo.

«... Si no quieres un castigo cuando nos volvamos a ver, dame un beso de bienvenida, esa despedida tuya fue absurda» me río leyendo lo que le sigue jamás pensé en que eso llegara a suceder «Y si, estoy reclamando mi beso, o sino yo me lo voy a robar tu decides»

Dejo un emoji de un pulgar hacia arriba y apagó mi teléfono, me concentro en dejar a los bebés acomodados en sus asientos, Cris corre a mis piernas sentándose jugando con su tío.

Participo en los juegos de vez en cuando, mi vista viaja momentáneamente de un lado al otro pareciendo un barco sin rumbo fijo. Luego de un rato Cris caen rendida en mis brazos, Ethan está cansado pero aún así no duerme.

—Cuando lleguemos quiero que veamos una película, note que no te logras asustar tan fácil —achina sus ojos mirándome fijo—. Aunque con la oscuridad eres una hoja de papel transparente en segundo.

—Hay cosas que son difíciles de descifrar a simple vista, pero acepto tu propuesta, ¿es una película de terror?

Asiente riendo, veo sus ojos llenos de vida y algo más en sus profundidades.

—Hay algo más, todo este viaje tiene un propósito más grande —exagera la palabra abriendo sus brazos lo que se le permite—. Está vez no vas a lograr sacarme una palabra.




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