La venganza del diablo

Capitulo 09

Anahera Malyshev.

La brisa entra por la venta, admiro el paisaje, la luna se alza en el cielo llenando lo de una luz hermosa, las estrellas la acompañan algún lucero titila a lo lejos.

Abrazo a mi cuerpo sintiendo una ausencia distante pero que golpea con fuerza mi pecho, las luces están apagadas por lo que cierro con fuerza mis ojos cuando estás se prenden de repente, la voz Ethan llena la habitación que ha permanecido en silencio.

—Los bebés están durmiendo y Cristal está con mis padres —anuncia llegando hasta mi lado, apoyándose en el marco de la ventana.

—¿Vamos a ver la película? —asiente, me río y camino a la cama—. De terror y se cuál, solo necesitamos dulces o algo para comer.

—¿Que tal chocolate? —cuando pronuncia esa palabra mi corazón retumba con fuerza en mi pecho.

—Sí —lo miro mientras se acerca a la puerta para salir.

Agarro el celular que había dejado aún lado, pienso en llamarlo y conversar un momento. Le hago caso a mis pensamientos marcando su número sintiendo una oleada de nerviosismo no por él, sino por lo que yo pueda llegar a decir.

Cuando contesta solo se escucha un silencio sepulcral que taladra mi mente, incrementando mi desesperación y un poco mis nervios.

—¿Cuando me lo ibas a decir, Draven? —empiezo tratando de sonar calmada.

—¿Que? —su voz está llena de incertidumbre, suspiro mirándola puerta rogando porque Ethan no entre ahora.

—Es mi proble también —quiero aclarar la situación por lo que hago una pausa para apasiguar los nervios en mi interior—. También es mi pelea, ¿Cuando tenías pensado decirme que estuvimos comprometidos desde niños?

—Pense que era otra cosa, solo déjame explicártelo...

—No, ni siquiera lo intentes. Era un feto cuando nos comprometieron, y hay más cosas que no me has contado —cruzo mis piernas sintiendo un nudo formarse en mi garganta—. ¿Te vas a vengar de ella sin mi?

—¿Fue Ethan, cierto?

—No, yo también tengo mis contactos. Le agradezco a Bergmann por ello, no siempre es necesario que evites decirme las cosas. No tengo sentimientos de cristal y me duele que no me digas nada.

—Esta bien, Anahi. Te contaré todo, y por cierto¿Que haces llamándome del teléfono?

—¿Etha te engaño? —me burlo recordando que me había mostrado ese pequeño aparato que no siver para más que soltar pintura—. Te cuidado y no lo...

—Maldito Ethan, tenía pintura esa cosa.

—¿Lo lanzaste? —tapo mi boca buscando rápido las camaras de la casa.

No, le puse el pie encima y lo aplaste —el sarcasmo en su voz es evidente. Me río tan fuerte cuando veo su cara llena de pintura y la mitad de su cuerpo.

Tomo captura y se la paso a Ethan, quien de inmediato reacciona con un mensaje «Siempre cae, me sorprende que allá tardado en descubrirlo. La evolución no ha llegado a su cerebro todavía».

—Pero no me cambies de tema, Draven. Hablaremos sobre esto, te quiero ver aquí en menos de setenta y tres horas.

Corto la llamada cuando la puerta se abre dejando ver a Ethan con un carrito que parece de supermercado, no se de dónde lo ha sacado pero nunca me aburrirme con él.

—¿Ya elegiste la película?

—Sí, se llama la monja —apaga la luz corriendo a meterse a la cama.

Me tiene una barra de chocolate, coloco la película dejando que ruede. Me parece estúpido que se hayan metido a la iglesia viendo todo el poco de cruces por todo el camino. Y además que se fuera a esas horas de la noche.

Volteo un segundo mi rostro viendo cómo Ethan se tapa la cara con una almohada subiendo la y bajando la casa tanto.

—Que estúpido, como se va por ese camino solo con una lámpara que fácil se apaga —me río devolviendo mi vista al televisor.

—Voltea, voltea. Por favor —ethan se abraza a mi cuando pronuncio esa palabra—. Ethan, si tienes miedo la quito.

—No, déjala.

—Masoquista.

De un momento a otro la monja que había aparecido muerta sale tan rápido haciendo que Ethan grite tan fuerte que tengo que pausar la película por segundos y tapar mis oídos.

—¡Oh, maldita sea! Dios reprenda al diablo —ese grito le sale del alma, agarra el control devolviendo unos segundos la película dejando que ruede, lo miro mal—. ¿Que? En el amor me va tan mal que me toca ver estás cosas para ver quién está más jodidos o ellos por no ver lo que tienen enfrente o yo por ser estúpido y enamorarme.

—Tu por no ver los cachos que te montan —coloco mis dedos en su cabeza haciendo referencia a los cachos del venado.

Nos reímos y seguimos viendo la película, cuando va a gritar se tapa la boca con una almohada.

Pasamos a la escena donde se dividen luego de agarrar el frasco lleno de agua bendita.

—Que estúpidos, se separan viendo la magnitud de esa cosa —muerde una papa con tal indignación que me le uno—. Mm y ni se diga del vagabundo.

—No es un vagabundo, los está ayudando con el caso —le quito la bolsa de papas.

—Se entiende más las películas de los Warren.

Se calla cuando empieza la tensión en la película dejando de lado el hecho de que cada tanto grita. Una brisa fría entra de golpe justo cuando tienen a la monja agarrada del cuello, Ethan me mira con sus ojos abiertos.

—¿Cerraste la ventana? —traga grueso.

—No, pensé que tú lo habías hecho —niega, un sonido se escucha tan fuerte que Ethan salta aferrándose a mi brazo con fuerza.

Una respiración se escucha muy agitada, giro mi cara viendo como por la ventana hay alguien subiendo, un caballo largo cae sobre la cara de aquella mujer. Aquella persona entra en la habitación quedando estática a un lado de la cama.

—Parece la del aro.

—Ni me lo digas, solo falta que orine por un dedo, hay completamos el combo —reniega acercándose más a mi—. Si hace algo tu vas primero, yo corro y me escondo. Si voy a llorar por ti pero no quiero morir.




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