La venganza del diablo

Capitulo 10

—Déjame hacer ver al mundo que si una de tus lágrimas rueda por tus ojos ellos arderán en llamas por cada lágrima que ruede por tus mejillas.

Draven Sokolov.

Suspiro viendo los restos de pintura por las paredes de un color carmín casi asemejándose a la sangre, la lluvia azota con fuerza cada rincón del amplio bosque. Bebo un poco de vino, saboreando un poco lo dulce antes de probar lo amargo. Hendrick entra por la puerta llevando consigo la tablet y la caja de naipes dejándola frente a mi, sale tan de inmediato cuando termina de acomodar el aparato, limpio mi rostro quitando el rastro de agua que desciende de mi cabello. Desbloqueo mi teléfono conectándolo a la tablet.

Acomodo los naipes frente a mi intentando formar una torre, marco el número de Katia, no duda en contestar de inmediato, se que estará pensando que ha ganado. Pero su busqueda apenas a empezado.

—¿Sorpresa? —coloco un naipe viendo mi figura tras el espejo frente a mi.

—¿Que quieres? —me devuelve la pregunta con la rabia en su voz—. Tus bastardos sobrevivieron pero lamento mucho saber que ninguno murió.

—Cuida tus palabras —aprieto con fuerza la carta que tenía en mis manos hasta hacer que sea inservible—. Y cuida tu lengua, porque será lo primero que te cortaré cuando te vea.

Que risa me das, Draven Sokolov —se burla de mi pronunciando mi nombre—. Y que lastima que desperdicies todas tus fuerzas buscándome, no sabes con quién te has metido. Y el consejo va a caer junto a ti y todo tu maldito imperio.

—No me preocuparía por hacerme caer, como tú me preocuparía que nadie me traicione.

—¿Que dices?

—Oh, que ingenua si crees que tú familia —soy yo quien me burlo de ella está vez—. Te respaldará, El mono baila por la plata. El dinero es el que mantiene tus lealtades y la sangre la que infunde miedo en tus amistades, nadie está contigo por lealtad o amistad. Todo, tiene precio excepto la vida que tú, decides vivir; vives como rata o vives como un rey en un palacio de oro.

Coloco la última carta de naipes en la cima, viendo la pequeña estructura balanceándose hasta estar quieta, me recuesto en la silla bebiendo el último trago de vino, su voz casi calmada rompe el silencio que se había formado.

No me digas Draven —suelta una risa seca—. Tal vez a ti te han traicionado pero a mi jamás

—Eran otros tiempos Katia, eras mi prometida y todos me tiene miedo a mi. Solo que tú no conoces quien soy de verdad. Y que mal que hayas pisado el cristal que estaba astillado, caiste en un precipicio donde al final estoy yo.

Dejo que la torre caiga y cuelgo la llama, Hendrick entra por la puerta, coloca sus manos tras su espalda.

—Lo esperan en la sala de reuniones, su padre acaba de llamar. La señorita Laina ha llegado y asusto a Ethan —carraspea conteniendo la risa—. Quien estaba viendo una película de terror, la señora Anahera llamo, dijo que le quedan solo cuarenta y ocho horas.

—Gracias, te puedes retirar Hendrick y acomoda un vuelo para mañana en la mañana.

—Si señor —salgo junto a él de la oficina y nos separamos en la sala de juntas.

Las personas dentro se levantan al verme, los truenos se escuchan fuerte por toda la estancia, asiento como un saludo para los presentes. Me siento frente a ellos escuchando sus estrategias, todos tienen buenos planes lo único que se les olvida es la maldita palabra de lo confidencial del asunto.

—No van a usar a mi esposa como si fuera carnada —me rehúso a que eso suceda—. ¿Que no entienden de la palabra confidencial? Es secreto, solo destruir un pequeño cartel y ya.

—Disculpe señor —el más joven de todos ellos se levanta y el miedo cruza por sus ojos.

—Habla.

—¿Quien es el enemigo?, se que sus fuerzas son superiores a las de cualquiera aquí.

—Katia Ivanov —hay algo que me hace desconfiar de él, me conoce bien por lo que mantengo mi vista fija en sus movimientos.

—Valorando eso, y conociendo los movimientos de los Ivanov tenemos ventaja. Si atacamos su lugar más fuerte será el lugar más débil.

—¿Que propones? —me levanto para llegar al otro extremo de la mesa.

El reloj suena con una constancia que taladra mis oídos y perfora mi mente llenando la de un solo pensamiento y no es para nada bueno.

—Propongo atacar lo antes posible y con un plan que va a funcionar a la perfección.

—Siempre, tiene que haber un plan de respaldo. Nunca te quedes con la primera opción, siempre hay un fallo aunque no lo creas.

Asiente y se queda pensativo, mi celular vibra, al revisarlo me encuentro una foto de Anahí.

«¿Te gusta?».

El vestido no es blanco es un color rosa viejo, casi como si le hubiera caído un poco de champagne. Respondo asimilando la imagen de su vestido, en mi mente no cabe tal vista.

—¿Y bien? Porque yo si tengo un plan —sonrio guardando mi celular, su rostro se alza con sorpresa absoluta. Me río, la ingenuidad de las personas cada día me sorprende—. Nunca escúchame bien, nunca, tardes más de dos minutos en responder. Te tomarán como alguien con el que se pueden divertir.

—Si señor.

—Bueno, ustedes saben muy bien la situación. Katia mato a mis hijos sin haber nacido, mi mujer casi muere por su culpa. Y ni se diga de lo que falta. Hendrick les entregará a todos ustedes al salir un par de cosas, todos duerman con unnojos abierto por las noches.

Advierto antes de empezar a relatar les el plan, mi celular no deja de vibrar durante toda la reunión, la ansiedad en mi se incrementa, y unas ansias de ver que es me consumen la mente, mi estómago se revuelve tanto que mi mente distorsiona lo que veo. Tapo mi boca al terminar calmando un poco las ansias del vomito.

—Se pueden retirar —me levanto al decir esas palabras, soy el primero en salir de la sala.

Hendrick pasa a mi lado con la cara llena de rabia.




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