Draven Sokolov.
Las linternas se van quedando sin batería y Ethan no trae de repuestos. La única linterna que queda es la de él, mi padre lo regaño por ser despistado y casi se deja caer al suelo llorando.
—¡Aaaaaaaah, la monja!, Dios se que nunca he sido bueno. Pero también soy tu hijo.
Volteo, el movimiento brusco hace que mi cuello duela, lo veo casi trepado en un árbol, la luz de la luna se filtra por la copa de los árboles que permanecen con una separación. Su silueta se vislumbra trepando cada vez más arriba que el conejo se mueve, me río bajo viendo lo lejos que ha llegado por un simple conejo, se mueve buscando alguna fruta que ha caído del árbol comiendo con tranquilidad.
—Es un conejo Ethan —digo intentando seguir a mi padre quien va más lejos.
—Esperame —tropieza al intentar bajar.
Resbalando por la corteza del árbol hasta que su pie queda enganchado en el medio de dos ramas. Quedando él de cabeza
—Ayudame Draven, se me está yendo la sangre al cerebro —me quedé viéndolo, metiendo mis manos en mis bolsillos.
—Si, te lograste montar al árbol sabrás cómo bajarte de ahí.
Se mueve a los lados mirándome mal, cruza sus brazos, la rama cruje con fuerza, me alejo antes de que caiga. El movimiento brusco hace que la rama ceda ante el peso que se sobrepone en ella.
Un chillido me alerta más que antes está vez, volteo viendo a mi padre acercarse intentando no caerse. Devuelvo mi vista a Ethan quien se levanta limpiando la tierra que pudo haber quedado en él, me acerco viendo al conejo a un lado en el suelo luchando por respirar.
—Mataste al conejo Ethan —señalo al animal.
—¡Ay Dios mío, soy un asesino! —corre acercando al conejo pidiéndole que lo perdone.
—Eres un asesino, si. Pero ahora has matado a un conejo —le quito la linterna.
Dejo que la luz llegue al conejo que lucha por dejar entrar siquiera un poco de aire, se agacha agarrando al conejo entre sus brazos, sin esperarlo mi padre deja que un pequeño golpe en el hombro de Ethan llegue con fuerza.
—Me asustaste, a tu madre le faltó tomar ácido fólico cuando estaba embarazada de ti.
—No me importa eso, ya se de dónde saque ese tipo de cosas —lo señala riendo—. Tenemos conejo para comer.
Le da un golpe a la cabeza del animal con su rodilla.
—Te voy a internar en un psiquiátrico, y está vez no hay evaluación psicológica.
—Te apoyo papá, se que mamá no se va a poner —camino a su lado dejando atrás a Ethan.
—¡Le voy a decir a Anahi que te vas a vengar de Katia ! —protesta corriendo hasta estar a nuestro lado.
—Jamas, o le digo a Hendrick que no le quieres dar una oportunidad.
—No se cómo su madre los soporta, a Ethan lo soportamos por payaso y a Draven...
—¡Por la plata! —el grito nos alerta haciendo que nos quedemos a medio paso.
—Laina —mi padre abre sus ojos comenzando a caminar más rápido.
—¡Te va a dar un paro cardíaco!
Tapo mis oídos por el repentino grito cerca de mi, volteo a mirar a Ethan quien alza los brazos haciendo que el conejo se mueva como una cuerda, señala a Laina parada a mis espaldas. Dice algo que no escucho, sigo mi camino sin importar nada. Pero, un animal se posa a mi lado caminando como mi sombra, su pelaje oscuro me hace confundirlo con la oscuridad al entrar en la parte más boscosa. La risa de los dos locos llena de eco el bosque ahuyentando a cualquier animal de los alrededores.
Los árboles se hacen inconstantes en una parte del camino y un sendero da paso al lago, el collar del animal brilla bajo la luz que emite la luna, la copa de los árboles cubren gran parte del claro dando un aspecto más tranquilo, el can sale corriendo persiguiendo algo. Sigo mi camino con cuidado examinando el lugar.
—¿Si servirá para mañana?
—Ya es mañana Ethan —ante las palabras de Laina reviso la hora en mi reloj.
Y tiene razón, faltan dos horas para amanecer, agarro mi entre cejo suspirando. Una mano se posa en mi hombro, abro mis ojos viendo a mi padre riendo.
—No te preocupes, podemos volver en segundos. Duramos por Ethan.
—¡¿Qué yo, que?! —grita desde el otro lado del lago.
—¿Cómo llegaste al otro lado? —cuestiono acercándome con mi padre.
El conejo está en el suelo y el perro se lo está comiendo, niego levantando mi vista viendo a Ethan y a Laina dando saltos al agua.
—Nadando —sale del agua con Ethan a su lado.
Lanza su cabello hacia atrás haciendo que el agua moje gran parte de mi cuerpo, cierro mis ojos intentando contener mi enojo.
—Igual te vas a bañar al llegar —la voz de Ethan llena mis oídos—. No creo que llegues cambiándome nada más, ¿O si lo haces?
Palmea mi hombro dejando ese lugar escurriendo agua, al parecer soy el objetivo de las burlas.
—Vamos, igual vamos a volver más tarde.
Me muevo en silencio, agarro al can del collar señalando a Ethan, quien camina relajado y sin preocupaciones.
—Ataca —susurro viendo cómo muestra los dientes.
Forcejea intentando soltarse de mi agarre, camino con él hasta tener calculada la distancia, están apunto de entrar al bosque de nuevo.
Suelto al doberman quien ladra con fuerza haciendo saltar a Ethan, camino con tranquilidad hasta llegar al lado de mi padre. Ethan voltea cuando Laina lo golpea, al ver que el animal va en su dirección corren lo más rápido que pueden introduciéndose al bosque, los gritos se escuchan haciendo eco en mi mente. Suspiro mirando a mi padre quien se está riendo de los gritos.
—Uno es peor que el otro, pero ninguno como tu Draven, ganas en las bromas.
—Y justo hoy es día de bromas, solo espero cuando lleguemos a casa. No te rías cuando veas el color de cabello de tu hijo.
—¿Que hiciste, que?, Draven. Tu madre nos va a matar.
—¿Por qué?
—La zanahoria de Laina volverá con venganza —comprendo de inmediato, también coloco tinte en el champú de Laina.
Editado: 08.01.2025