Anahera Malyshev.
Abrazo mi cuerpo, el frío de la madrugada se cuela por la ventana, de reojo veo a Cris dormida, me acerco más a la ventana viendo el bosque moverse con una elegancia que la brisa le transmite. A lo lejos puedo distinguir unos gritos, unas figuras aparecen no mucho después, una de ellas se cae y el animal le pasa por un lado, la otra corre como si su vida estuviera en peligro.
Cristal se remueve ansiosa por los gritos que se hacen más fuertes, me acerco hasta su lado cantando una canción, al ver que se vuelve a dormir me encamino a la puerta, como una sombra Ethan pasa corriendo hasta su habitación cerrando con un fuerte golpe la puerta.
Salgo dejando entre un pequeño espacio, el perro sale disparado a la habitación de Ethan para sentarse esperando a que salga. Me río bajo, viendo la imagen frente a mi una Laina pasa frente a mi llena de barro por todo su rostro.
—Tu esposo está loco, necesita darle algún calmante —intenta limpiarse pero termina regando la tierra por su cuello y manos—. Y conozco un buen medicamento.
—No le creas amor, sabes que no soy así —su voz llena la estancia haciendo que Laina ruede sus ojos bufando.
—El día que seas un santo me quito el apellido.
—Preparare los abogados para ese día —el señor Estéfano sale de la espalda de Draven, riendo ante la imagen de su hija.
El llanto acompaña su risa, camino unos pasos hasta estar en la habitación frente a la mía abriendo con cuidado la puerta dejando ver a los niños despiertos.
Noah al verme se baja como puede de la cuna, me acerco lo más rápido que puedo agarrándolo en mis brazos para dejarlo en el suelo, agarra mi mano y me acerco a buscar a Nat. Sonríe al verme, la alzó con mi brazo libre hasta dejarla al igual que Noah en el suelo. Draven se queda en el humbral de la puerta solo veo su silueta reflejada por la luz que entra desde afuera, la habitación permanece a oscuras un rato, solo me muevo con los niños hasta estar a su lado.
—Papá —con cuidado suelto la mano de Nat quien estira sus brazos esperando a que su padre la cargue.
—Estoy mojado, linda —se agacha hasta su altura.
—Mamá —mi atención por completa se la lleva Noah, le sonrió y él intenta devolverme la.
—Nat, papá está mojado. Déjalo que se cambie y te podrá cargar, ¿Sí?
Su llanto no se hace esperar, niego cuando Draven intenta cargarla para que su llanto cese, agarro su mano con delicadeza sacándola de la habitación. La madre de Draven está a un lado de su esposo, sonriendo mientras hablan con Laina.
—Se me olvidó avisarles —empujo con mi pie la puerta de la habitación cuando Draven habla—. Tenemos un invitado para hoy, y vamos a ir a un lugar en el bosque.
Me quedo esperando en el umbral a qué me explique, se encoge de hombros sonriendo.
—Y no se olviden de la festividad de hoy, estén atentos. Y que gane el mejor —quedo extrañada por las palabras del señor Estéfano.
Todos se dispersan dirigiendo se a sus habitaciones, termino de entrar a la mía con Nat y Noah, Cris se levanta asustada mirando a todas partes, encendiendo la lámpara en la cómoda. Poco después Draven entra a la habitación encendiendo la luz.
—¿Cris puedes vigilar a tus hermanos?, necesito buscar algo en el vestidor.
—Si mami.
Le sonrío viendo a Draven entrar a buscar su ropa de cambio, a paso rápido me acerco hasta estar dentro, cuero la puerta a mis espaldas con seguro. Sigue buscando lo que sea, haciendo a un lado mi presencia o eso es lo que pienso.
—Intenta mantener a los niños cerca de ti —me María de reojo cuando esto a su lado viendolo buscar su ropa interior—. Hoy es día familiar y tenemos una extraña tradición de hacer bromas, y otro par de cosas. Solo tienes que tener cuidado con Ethan y Laina.
—Lo siento —hago a un lado sus palabras, disculpándome por mi actitud inmadura—. Siento haberte hablado de esa manera, antes.
—No lo sientas, es normal tu reacción y entiendo completamente tu sentir. Pero si quisiera saber que pasa por tu cabeza —sonrie dejando un beso en mi frente—. Más bien discúlpame tu a mi por no haber tenido una buena comunicación contigo, ¿Vale?
—No obtendrás mis pensamientos pero si mi corazón, y lamento mis palabras si te hicieron sentir mal —va a hablar pero dejo un dedo en sus labios—. Déjame a mi, es mi turno de consentirte, y ya acepta mis disculpas. No te hagas el de rogar.
—Jamás, tu siempre estarás perdonada en mi corazón y en mi mente.
—Te amo, Draven.
—Y yo a ti, osito.
Me río cuando me atrae a él, me golpeó un poco con el borde de la gabata, me quejo bajo. Me mira de inmediato dejando encima de la cómoda examinando el lugar afectado.
—No seas dramática, no se me van a salir las tripas por un rasguño.
—No, pero si te has lastimado y no lo puedo permitir.
—Soy un ser humano, no un extraterrestre —me cruzo de brazos intentando parecer enojada—. Quiero un besito.
—¿Si?
—Si —enarca una ceja y deja un beso en mi mejilla—. Ahí no era.
—No especificaste el lugar.
—Ay ya que, tengo que volver con los niños. Papá.
Me bajo de un salto cayendo al suelo con cuidado. Me acerco hasta la puerta teniendo el pomo en mi mano, volteo mi cabeza viéndolo a unos pasos de mi.
—Y cambie el champú de Ethan, ahora vamos a ver una pitufi aldea por la casa.
—¿Por que azul?
—Porque su crema para cuerpo, nueva, está hecha a base de mora de bosque —abro la puerta riendo.
Camino con cuidado por la habitación al ver el silencio en el que está al acercarme a la cama veo a Cris con la situación controlada. Tan controlada, que ya se han dormido los monstruos del azúcar.
—Papá ten cuidado con el champú que está en el lavabo, no se quita —le enseña su palma azul.
Niega intentando contener la risa, Cris hace una mueca viendo su mano, los primeros rayos de luz del amanecer se filtran por la venta abierta. Draven sigue su camino adentrándose en el baño, miro la puerta unos segundos antes de devolver mi vista a mi niña.
Editado: 08.01.2025