—En este mundo no todos son buenos ni todos son malos, ten cuidado de con quién te relacionas.
Ethan Sokolov.
Impacto.
Su decisión es como un maldito impacto contra una pared y llevarme un gran golpe que me dejó la cabeza dividida en varias partes, la cocina está sumida en un silencio sepulcral, La sonrisa en el rostro de mi madre Me indica que ya lo sabía.
—Mamá —llamo haciendo que todos los pares de ojos recargan en mí—, ¿Lo sabías y no me dijeron?
—Por favor, Ethan. Tu eres malo para dar consejos —la voz aburrida de Laina interrumpe mi drama.
—¿Tú también? —me miras juzgándome por preguntar—. Bien cambio mi pregunta, ¿Qué haremos? A lo que sea me apunto.
—Excelente, aunque Ethan, te necesitamos en la artillería pesada.
Sonrío, quiero gritar. Desde hace mucho tiempo que no utilizo un arma para nada más que cazar, aplaudo y agarró a Lina de sus hombros sacudiéndola.
—Decidido, te voy a internar a un psiquiátrico.
—Papá —me quedo cruzando de brazos.
La risa de Laina me hace mirarla mal, levanto mis brazos cerrando mi boca para no decir más nada, miro a Hendrick y a Draven levantando mis hombros, Draven se da vuelta de inmediato. Pero Hendrick, él, se queda unos segundos mirándome y yo a él. Cómo amo esa mirada.
—¿Y bien, cuál es el gran plan?
La voz de draven me hace despegar mi mirada de Hendrick, mi querida cuñada está agarrada del brazo de mi madre, me aliento a dar un paso y luego otro cuando nadie dice nada, me acerco al lado contrario donde se encuentra Draven, roso deliberadamente la mano de Hendrick, recuesto mis brazos en la barra de desayuno intentando reflejar una postura tranquila. Dejó salir el aire de mis pulmones en un ligero suspiro, Anahera empieza a hablar y dejó de ver mis manos.
—Ethan serás nuestro francotirador, Laina nuestros ojos y oídos, Hendrick y yo el factor sorpresa —va señalando a cada uno dictando el rol que debemos cumplir—. Cristina nos ayudará con los contactos junto al señor Stefano, y Draven. Tú serás quien encabece la misión.
Calla de repente y sonríe, mi madre se aleja diciéndole algo al oído y ella asiente.
—Debemos localizarla, y hacerle creer que morí, al igual que lo hizo Hendrick, o al menos para muchos. Esta casa ya no es segura y lo que sucedió hoy fue más que una advertencia, si yo muero. Hipotéticamente, ella estará más segura de que ha ganado.
Enfatiza su última palabra haciendo comillas, la mandiola de draven se tensa, baja sus puños apretados escondiendolos bajo la barra de desayuno. Levanto mi mano intentando no reír aunque la rabia también me consume.
Maldita, debí haberla matado cuando pude.
—¿Tú y yo podemos hablar en privado?
Asiente y todos me ven con sus ojos llenos de preguntas, y sé que Laina va a cuestionarme cuando abre su boca, sé que mi rostro si una sonrisa es una advertencia. Por lo que todos se apartan de mi camino, no miro a nadie más. Mi padre aunque intenta llamarme se rinde, al igual que yo me rindo. Por primera vez en mi vida, me rindo.
El pasillo está desolado la puerta de la cocina se cierra nuestra espalda, camina sintiendo como el frío se filtra por cada parte de mi cuerpo, el agua se ha secado un poco, pero aún estoy mojado. Me tengo al punto de las escaleras al estar frente a la puerta.
—¿Te quieres matar?, ¿No prefieres ser tú quien le de cacería?
—Lo quiero hacer de ese modo Ethan —camina hasta pararse frente a mí—. El efecto sorpresa esencial, y tú más que nadie debería de saberlo. Mi ángel de la guarda.
Una sonrisa tira de la comisura de mis labios, qué sorpresa, quién la diría. Su rostro parece inocente, joven con La sonrisa que no la abandona, pero ahora me parece alguien de quien temer. No por su plan ni quién es su esposo, sino por toda la información que almacenen esa cabecita suelta una risa baja; sí tiene razón, soy el mejor efecto sorpresa, tanto que nadie nota cuando hago algo porque "estoy loco". Un gran defecto de las personas es subestimar a los demás, por su apariencia o por su actitud.
—Es el mejor factor sorpresa y confío en que lo utilizarás para el golpe final.
—¿Si no lo uso en eso en qué más?
—Al inicio, el incendio es uno de ellos, cadáveres de sus hombres en su puerta con una nota que diga: Ya estoy cerca, voy por ti. Y al final llegues a ella en un ataúd o sabes que es mejor, matar a alguien hacer el funeral y cambiar el cadáver, darle el mejor susto de muerte.
—Eso es muy raro Ethan, pero me gusta tu forma de pensar. De hecho es una muy buena idea.
—Qué te puedo decir, ¿De quién crees que Draven saca sus mejores ideas?
—Ahora sé de quién.
—Anahera, Draven te llama —la voz rasposa de Hendrick interrumpe nuestra conversación.
—¿Te veo después?
Asiento dando suaves golpecitos en su hombro, caminando para salir de la casa, Cronos y los demás están en el jardín delantero, camino ignorando a Hendrick quien viene a mis espaldas siguiendo cada paso en silencio la luna brilla con intensidad en el cielo, los árboles se mueven con ferocidad el viento recorre mi cuerpo erizando los vellos. Estornudo con fuerza, mi nariz pica tanto que al rascarla solo aumenta la rareza que se ha posado en ella.
—¿Qué quieres Hendrick?
—No puedes seguir evitando esta conversación.
—No, sé que no puedo. Pero lo intento, ¿No te has dado cuenta?
—Lo he hecho, me he dado cuenta. Pero, ¿Tú te has dado cuenta de algo?
—Sí —se a lo que se refiere.
Hace años no lo quise aceptar, y aún me cuesta un poco, soy quién soy por cada decisión que tomé. No me arrepiento de muchos solo de una de hace dos años, aún puedo ver el dolor en aquellos ojos color whisky que tanto me gustan. Me doy vuelta deteniendo mis pasos, él también lo hace sus manos van a su espalda, su rostro serio un pequeño rasguño en su mejilla izquierda, los árboles danzan con ferocidad a sus espaldas la oscuridad que rodea el bosque Y esta parte de la casa, lo hace ver imponente, más de lo que ya es. Su cabello se ha despeinado por el ligero viento dándole ese toque de despreocupación.
Editado: 20.05.2025