La Venganza del Dragón

La Fiesta Interrumpida

El aroma a papas fritas y el bullicio de los niños llenaban el McDonald's del centro de Beijing. La cabo Min, con su uniforme impecable y una sonrisa que rara vez se borraba, soplaba las velas de su pequeña torta de cumpleaños, rodeada de sus compañeros de la estación de policía. Un par de globos desinflados colgaban de la silla de al lado y las risas resonaban en el ambiente festivo. Min, quien había pasado su vida dedicada a la justicia, sentía un raro momento de paz.

En la lejana y fría celda de máxima seguridad, alias El Dragón Negro se enteraba de la celebración. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad y al rencor, brillaron con una fría determinación. Min había sido la oficial que, con astucia y valentía, había desmantelado su red de juego ilegal, metiéndolo tras las rejas de por vida. La noticia de su cumpleaños era una oportunidad que no pensaba desaprovechar. "Envíenle un regalo que nunca olvide", murmuró El Dragón Negro a uno de sus pocos enlaces externos que aún le quedaban.

Mientras tanto, la cabo Min abría los regalos de sus compañeros. Un libro, una taza con un divertido mensaje, y luego, una pequeña caja sin remitente. Curiosa, la abrió. Dentro, no había nada más que un papel doblado. Al desdoblarlo, un escalofrío le recorrió la espalda. Era una fotografía antigua de ella, junto a sus padres, en la entrada de un McDonald's. En la parte de atrás, con una letra que le era familiarmente aterradora, decía: "Feliz cumpleaños, cabo. Siempre en mi mente."

En ese instante, la puerta principal del restaurante se abrió de golpe. No fue el sonido de una ráfaga de disparos lo que heló la sangre de los presentes, sino la figura solitaria y pálida de un hombre que entró. Sus ojos se fijaron directamente en la cabo Min, y en su mano, un pequeño dispositivo electrónico parpadeaba. Antes de que nadie pudiera reaccionar, el dispositivo fue arrojado.

La explosión no fue grande, pero el pánico sí. Mesas volcadas, gritos, el olor acre de la pólvora mezclado con el de la comida rápida. Cuando el humo se disipó, la cabo Min yacía inmóvil, sus compañeros a su alrededor, tratando de entender lo sucedido. El atacante había desaparecido tan rápido como había llegado.

La noticia llegó a El Dragón Negro en su celda. Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro. La cabo Min había recibido su "regalo". La justicia, en su mundo, era un concepto muy diferente al que ella defendía. El cumpleaños de la cabo Min, que debía ser un día de alegría, se había convertido en un recordatorio brutal de la implacable sombra de su pasado.



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En el texto hay: mafia

Editado: 29.06.2025

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