La venganza es dulce como Breanna

Capítulo 3

Ha pasado exactamente una semana y unos cuantos días desde el incidente de mi exnovio. ¿Cómo mis preciosos ojos se fijaron en un bastardo como él? Ah, sí, él me vendió una imagen sumamente diferente a como era en realidad.

Ahora me encuentro en mi vida de vaga un sábado por la mañana mientras aún no he cepillado mis dientes y apuesto que tengo un poco de baba seca en mi cara, no me importa. Mi cabello debe dar pena de lo espantoso que está y no hablemos de mi mal olor, es claro que no he tomado una ducha y que ayer me tomé algunos tragos.

Pero aun sabiendo que debo causar lástima con solo mirarme, me niego a abandonar el sofá que hoy se encuentra increíblemente cómodo y la manta que cubre mi cuerpo mientras veo alguna serie que en realidad no le presto mucha atención. Bostezo cansada y veo entrar a Alice quien no pasó la noche en casa y quien parece anoche tuvo un poco de acción placentera por la cara de boba que trae.

Espero y estas sean buenas noticias y no me hable del mal follador inicial, no tengo ganas de escuchar a las personas hablar de exnovios cuando mi lista es lastimosa y francamente si fuera alguien de enamorarse rápido habrían roto mi corazón de la peor manera, creo que ahora mismo estuviera siendo toda una infeliz llorando y sintiéndome menos que Patricia porque mis novios me engañaron con ella.

Es algo malditamente bueno, que mi autoestima es considerablemente alta y que no me siento menos que nadie, eso me ayuda con aquellos que se burlan de lo delgada que soy. No es como si fuera una abominación que coma y coma, pero no engorde nada. Lo veo más como un don, un buen cuerpo sin necesidad de gimnasio, chúpense esa todas esas chicas que pasan horas ejercitándose para poder estar como yo. Mientras estoy tranquila comiendo como cerda, ellas sudan como cerdas, hermoso, encantador. Aunque a veces hoy al gimnasio, una locura total.

Aunque a veces si que voy al gimnasio, así que no tengo que burlarme.

—Tenemos piscina hoy—anuncia Alice desnudándose frente a mí.

—¿Tenemos?—pregunto haciendo una mueca en desacuerdo—yo no muevo mi culo de aquí—digo arropándome y abrazando con fuerza la manta.

—Bueno, Patricia nos invitó y es para hablar sobre toda la mierda de su boda—ella rueda los ojos—recuérdame por qué demonios estoy haciendo esta idiotez—le doy una sonrisa de boca cerrada.

—Porque me quiero vengar de mis tres veces dignidades tiradas al suelo cuando ella se folló a mis exnovios —ella suspira.

—Por mucho que te amé hueles horrible, así que date un baño y ponte un bikini sexy—deja un beso en mi mejilla—báñate bien cariño, espantarías a cualquiera de lo mal que te ves—ruedo mis ojos viendo como desaparece para ir a su habitación.

Me levanto con pesar, me arrastro como si todas las maldiciones se desataran en mi vida y esta me pesara. Me rio de mi propio pensamiento mientras ingreso al baño. Me despojo de mi piyama y como no duermo con ropa interior entro a la ducha. Abro el grifo y suelto un grito cuando la fría agua fría cae sobre mi cuerpo. La dejo de esa manera para que me despierte mientras lavo mi cabello y luego mi cuerpo. Adiós suciedad.

Al salir me coloco un bikini no tan pequeño color azul con pinticas negras, es sexy y me queda genial. Es de dos piezas, por lo que hoy mi plano abdomen estará a la vista de todos. Me coloco un short y una camiseta y entro ropa y lo necesario en una mochila. También el vestido que me presto Patricia, no le quiero deber nada. Dejo mi cabello ya seco en una coleta y un poco de labial rosa en mis labios.

Salgo con la mochila colgando en mi hombro derecho. La sala ya no es el desastre que había antes de ingresar al baño.

—Hasta que por fin sales, por un momento pensé que te habías ahogado en el baño—pongo los ojos en blanco—ya planeaba tu funeral—hace un puchero.

—¿Nos vamos o vas a hablar todo el día de mi posible funeral arruinado?—pregunto elevando una ceja.

—Vamos, quiero ver que tiene la arrastrada hoy—asiento.

Lleva su pelo negro suelto y cae lacio hasta un poco más debajo de sus hombros. Sus ojos marrones me miran con diversión haciendo que ruede los ojos. Ella tiene un físico que muchas chicas envidiarían, de lo único que se queja es de tener que sufrir para estar así en un gimnasio, es de lo único que me envidia. Es una esclava para mí.

Ambas subimos a su auto y ella coloca una canción que hace mover mi cuerpo, amo bailar, en algo en lo que Patricia y yo somos bastante buenas, bailando.

A Patricia por cosas lamentables de la vida la conozco desde los trece años, ambas fuimos porristas en la secundaria y bueno, ninguna fue la capitana porque resulta ser que una chica tímida que luego mostró no ser tan tímida nos hizo papillas cuando peleábamos por el puesto de capitana y así fue como quedo ella.

Creo que Patricia y yo tenemos una rivalidad nata, ambas nos odiamos. Nos sale natural odiarnos.

Al llegar estamos en un club de lo que yo llamo alta sociedad. Mi cara incrédula hace a Alice sonreír con picardía. Ella da los nombres y nos dejan pasar. Mi boca se hace agua viendo tantos hombres buenos caminar en solo un bañador.

Dios, ¿acaso fui al cielo de hombres calientes y no me di cuenta?

Alice me conduce mientras mi mirada se pierde en unos culos irrisibles y de los cuales me estoy planteando una idea de agarrar sin parecer una maldita necesitada o pervertida. No me pueden juzgar cuando todo esto grita: QUEREMOS QUE TOQUES TODO LO QUE QUIERAS. Creo que si estoy de suerte consigo besuqueos con algunos de ellos.

Veo el inconfundible pelo rojo de Emily y junto a ella el negro de Patricia. Ambas tienen buen cuerpo y con esos pequeños bikinis es imposible que pasen desapercibidas.

—Alice, Breanna—¿Por qué mi nombre siempre suena como un chillido en sus labios?—las estábamos esperando. Hoy me llegarán los manteles a la mansión, son muy costosos que pedí el mismo día que me propusieron matrimonio, esos son muy difíciles de encontrar. Es una suerte que me lo quisieron vender a mí, de lo contrario alguien más lo iba a ordenar y esos eran los últimos que quedaban. En mi boda debe haber lo mejor de lo mejor—hace su pelo hacia atrás—oh, mi prometido llegó, iré a saludar. Ahí está el teléfono por si llaman indicarles a donde deben ir. Emily estas de suerte, Aarón está con él—ambas se alejan y Alice se saca la ropa dejándola a un lado mientras me lanza el protector solar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.