Siento el sudor bajar por mi cuello hasta perderse en el valle de mis senos. Otra vez él me mira con burla mientras bajo y subo despacio, mi cuerpo se siente caliente y su sonrisa solo causa que quiera morderle el cuello a ver si tengo suerte y muere.
Vuelvo a subir y a bajar, mis piernas abiertas y mi espalda recta, siento ese dulce dolor causado por el ejercicio mientras que Louis me mira con una sonrisa. Louis, el mejor entrenador del gimnasio que pude encontrar, agradable, divertido y gay, eso me ahorra que quiera ligar conmigo. Cuando ya no puedo más me detengo respirando fuerte luego de mi rutina de ejercicio. Este esqueleto lo ejercito bien, o por lo menos vengo dos veces a la semana, me gusta mantenerme en salud. Aunque no lo necesite para bajar de peso ya que soy delgada, me mantiene tonificada.
—Te superas cada día—asiento y veo la gloria cuando me deja una botella de agua frente a mí. Me dejo caer en el suelo destapando la botella para darle un largo trago a mi agua. Siento que la vida vuelve a mi cuerpo cuando el agua baja por mi garganta.
—Siento que un día de estos voy a colapsar por tu culpa—lo señalo y él rueda los ojos.
—Dramática, si llevas la dieta que te ímplate todo irá de maravilla—asegura viendo a los hombres frente a nosotros en las pesas, lo veo morder sus labios mientras los recorre con la mirada—amo mi trabajo—rio divertida con él dándole un pequeño empujón.
—Aunque, no se puede negar que aquí hay buenos ingredientes para cocinar un rico manjar—él se carcajea y niega.
—Cada día estas más loca, tengo miedo de que un día no controles tus locuras—me encojo de hombros mientras estiro mis piernas, estoy agotada—¿trabajas hoy?—pregunta mientras se muerde el labio al ver pasar un hombre con un trasero excelente.
—Sí, tengo turno nocturno ¿no es genial?—él ríe y me ayuda a levantarme.
—Es hora de que vayas a la ducha, tengo que seguir con otras chicas que vienen hoy ¿se vale una salida el fin de semana?—beso su mejilla de manera escandalosa.
—Por supuesto, veré si Alice quiere unirse—él asiente divertido.
—Extraño ver a esa dulzura chocolatada—le guiño un ojo y tomo mi bulto encaminándome a las duchas. Siento un cuerpo interponerse en mi camino y al levantar la mirada me encuentro los ojos acusatorios de Emily. Su pelo rojizo lo lleva en una coleta alta que no hace más que realzar la belleza mientras el top con el short solo causa que más de un hombre pasee su vista por el cuerpo estupendo con el cual fue bendecida.
—¿Pasa algo, Emily?—pregunto cruzando mis brazos a la altura de mis pechos.
—Sí, pasa que Alice se está metiendo con mi hombre y eso no lo permitiré, Aarón es mío y esa imbécil aun no lo capta—mi risa hace que varias personas para nada discretas giren en nuestra dirección.
—¿Tu hombre?—pregunto con la burla plasmada en mi rostro—estoy segura de que eso no es lo que él quiere, es quien la busca—ella da un paso hacia mí.
—Seguro es igual de perra que tú, sé que andas como perra en celo detrás de Dominick, es que ustedes desde que huelen un hombre con dinero se ponen así—la palma me pica, pero sé que a ella le duele más cuando la bofetada la hace girarse. Se lleva una mano al lugar golpeado y me acerco.
—Aprende a tener un poco de amor propio en vez de lanzar tu maldito veneno—con eso me alejo de ella y entro sintiendo que mi cuerpo arde del enojo. Maldita Emily.
***
Sonrío mirando a Thon, uno de mis compañeros con el que me llevo bien al hablar sobre su hija, la cual nació hace unos días. Es divertido escuchar lo nervioso que estaba y todo lo hacía mal, cuando él es un hombre tan sereno y pasivo, al parecer no hay que tomarse los nervios del parto como broma.
Anne, la cabecilla de las tres chicas que no me soportan pasa a mi lado, me mira y se ríe.
Ciara, Anne, Biz y Lucas. Esas son las cuatro personas de este lugar a las cuales les encanta crear rumores falsos sobre mí, al principio me molestaba y las enfrentaba todo el tiempo, pero con el pasar de este simplemente las ignoro, no merecen que malgaste mi tiempo en personas como ellas.
Cuando entras al mundo laboral piensas que las cosas serán bien porque trabajabas con gente adulta, lo cierto es que muchas veces se comportan peor que una puberta.
—¿Sabían que Breanna conoce al señor Vlad?—su voz hace que sus amigas rían sabiendo que lo próximo que dirá será para joderme más la noche—seguro que son buenos amigos ¿Qué dices, Breanna?—la ignoro y me dedico a picar los vegetales frente a mí con maestría—o podrá ser... ¿te lo follaste?—paro el movimiento del cuchillo cuando la risa de sus amigas se escuchan con más fuerza—porque por ser buena empleada no es que el señor Joseph te tiene tanta confianza, nadie aquí es estúpido. Vaya, cada día te superas más. Del tío al sobrino—Thon la mira con furia y cierro y abro mis ojos.
—Debe ser muy jodido que yo si pueda follármelo ¿no, Anne?—me giro con una sonrisa—eso es lo que te arde, que posiblemente él sí estuvo en mi cama y no en la tuya, tan básica—ella se acerca.
—No te quieras pasar de lista, Breanna—la miro desafiante.
—No soportaré una burla más, otra falsa calumnia hacia mí y hablaremos ambas con Joseph, estoy haciendo mi trabajo. Y si me follo o no a Dominick es mi jodido problema y no tiene nada que ver con mi desempeño. Ocúpate de no perder tu empleo en vez de querer joderme los ovarios—la veo apretar los labios y acercarse de manera peligrosa.
La puerta es abierta y giro el rostro. Ahora limpia, enfundada en un vestido sencillo y con una enorme sonrisa los ojos de la chica que ayude la otra vez buscan en el lugar.
Recuerdo que cuando iba a comenzar mi jornada ella pidió dinero para un taxi y luego de darme las gracias desapareció.
Su cabellera va recogida en una coleta alta y el vestido verde solo hace que esos ojos se vean más impresionantes. Cuando da conmigo su sonrisa podría iluminar el lugar.
Editado: 21.11.2024