Gruño molesta cuando escucho como mi puerta es derribada a base de golpes, por Dios, hay un puto timbre. Gruño una vez más antes de levantarme de la cama y caminar a paso enojado hasta la sala. Bostezo de manera poco femenina mientras me estiro en mi caminata a la puerta de la casa. Quito las lagañas de mis ojos y cuando siento que la puerta puede ser derribada, abro.
Lo primero que mis ojos captan es la maraña rubia coreando mi nombre y decir algo sobre la libertad absoluta a mi lado. Frunzo el ceño y Amanda corre y besa mi mejilla adentrándose a mi hogar sin pedir permiso. Cuando dejo mi sorpresa de lado, otra más fuerte me azota.
Esos hermosos ojos me observan con curiosidad y le sonrío tímida. Su mirada luego baja a mi vestuario y aparta la mirada.
—Tienes un vestuario un poco... revelador—bajo la vista y gimo con dolorosa molestia al darme cuenta de que llevo un camisón que apenas cubre mi trasero. Grito que entre mientras corro a mi habitación y cojo los primeros pantalones de dormir que encuentro y me los coloco. Cepillo mis dientes y miro al espejo que mi cabello hoy decidido ser más rebelde que todos los días porque unas marañas de ondas castañas caen sobre mi adormecido rostro.
Ignoro lo fatal y poco atractiva que debo verme y corro hacia mi sala que es invadida por los hermanos Vlad. Dominick observa todo con curiosidad mientras que Amanda solo habla y habla sin parar, logrando sacarle pequeñas sonrisas a su hermano. Muerdo mis labios dándome cuenta de que ese traje le queda fantástico. Bajo mi vista a su trasero cuando se da la vuelta a mirar unas fotos que tengo en una repisa.
Madre de todo lo bueno, pero que daría yo por azotarle el culo, aunque sea solo una vez.
Sonrío ante estos pensamientos y cuando levanto la mirada y salgo de ellos, tengo a Dominick observándome un tanto divertido por haberme descubierto mirándole el culo. Aclaro mi garganta y Amanda camina hasta mí y besa mi mejilla con entusiasmo.
—Hola, Breanna—Dominick se acerca y su aroma varonil me abofetea de buena manera. Quedo mareada de su olor tan exquisito y la seguridad que proyectan sus movimientos. Besa mi mejilla de manera lenta y suave que me hace contener la respiración hasta que se aleja.
—Hola—susurro y no dejo de mirarlo, joder, este hombre es el pecado andante de toda mujer.
—No te has vestido, ¿acaso me mentiste?—pregunta él enarcando una ceja y lo miro confusa.
—¿Mentir? No estoy entendiendo—Amanda me observa.
—Dijiste que hoy saldríamos—abro los labios de manera exagerada.
—Joder, la hora se me ha ido. Pónganse cómodos, yo me baño y arreglo rápido, no tardo—corro y entro a darme una ducha rápida, me coloco unos pantalones ajustados y una camisa sencilla. Ato mi pelo y el brilla labial es lo único que me pongo juntos a unos tenis. Busco mi bolso y entro todo lo necesario. De paso busco unos lentes de sol.
Cuando salgo Alice habla muy animada con Amanda y Dominick solo esta curioseando mi hogar. Se ve tan apetecible en mi territorio.
—Estoy lista—hablo para llamar la atención de los presentes. Dominick es el primero en observarme. ¿Por qué siempre que lo hace me hace sentir de esta manera? Me encanta el escrutinio que le hace a mi cuerpo. No le soy indiferente, eso me gusta.
—Louis debe estar esperándonos—me dice Alice y es muy tarde para hacerle señas de que Dominick no sabe quién es Louis. Por lo que una risa nerviosa se escapa de mis labios y mi mano va a la parte baja para adentrar mis dedos en mi pelo.
—¿Louis?—pregunta Dominick mirándome—no recuerdo que me mencionaras ese nombre Breanna—le doy una sonrisa dulce que por su cara es obvio que no se traga.
—Louis es un amigo, nada de que temer—murmuro suave, este tipo es insoportable con la seguridad de su hermana. Él cruza los brazos sobre su pecho.
—Olvídalo—menciona y camina hacia la puerta. Le doy una mirada asesina a Alice quien levanta las manos en señal de rendición.
—Perdón—murmura y ruedo los ojos.
—Quédate aquí, hablare con él—le digo bajo a Amanda.
—Amanda, camina, debemos irnos—suspiro.
—¡Ve y dómalo Bre!—me grita Alice y le muestro mi dedo favorito; el dedo corazón.
Mi adorado Dominick camina hasta el ascensor y soy rápida entrando en el antes de que las puertas cierren. Tiene la cara como si un palo molestara su culo, muy bien, debo tener una actitud sumisa para que su enojo no sea mayor. Ya voy tomándole el hilo de cómo actuar cuando se pone en ese plan.
—Dominick—murmuro.
—No, dijiste salir contigo, no me hablaste de plural—suspiro mordiendo nerviosa mi labio.
—Sabía que te pondrías así, por eso no te dije nada—él me mira furioso.
—La seguridad de Amanda no es un juego Breanna, no le puede pasar nada, puedo confiártela a ti, pero no conozco a esas personas con la que estarán, ni siquiera puedo confiarla a Alice. Así que olvídate de ese fulano, en todo caso ¿Quién mierda es ese?—las puertas se abren y él sale, me toca seguirlo hasta el estacionamiento.
—Louis es una buena persona, no hay nada de que temer, es un chico que nos cuidará bien—digo rápidamente.
—Olvídalo—ruedo los ojos.
—Quedamos en que ella saldría hoy. Dominick, entiendo que quieras cuidarla, pero no puedes tenerla en una caja de cristal. Amanda es una adolecente que debe descubrir el mundo, disfrutar de los placeres pequeños y tener amigos. ¿Crees que encerrarla es lo mejor que puedes hacer por ella?—él me mira.
—No permitiré que la dañen, a ella no le puede pasar nada—me coloco frente a él sin dejarme intimidar por la furia en sus ojos, ni su altura y mucho menos que su enojo es causado por mí.
—Yo la voy a cuidar, te lo aseguro, confía en mi—sus ojos me miran antes de bajar a mis labios y volver a mis ojos.
—Por extraño que sea, confío en ti, pero no en un tipejo que no se cuales intenciones tenga con ustedes—lamo mi labio consciente de lo cerca que estamos, porque él se inclina para mirarme más cerca.
Editado: 21.11.2024