Cuando la jornada laboral termina estoy muerta. Hoy el restaurante estaba al tope. Joder, siento mis pies, brazos, espalda y todo doler. Agrégale a eso que anoche no dormí nada porque Alice estaba enferma y amanecí atendiéndola.
Con un suspiro me siento y bostezo mirando la hora. Las 1:27am. El señor Joseph entra a la cocina y busca algo con la mirada hasta que da conmigo. Me sonríe y entra saludando a todos. Veo a mis amorosos compañeros que me hacen una mueca de asco. Ruedo los ojos y le regalo una sonrisa a Joseph.
—Breanna—me levanto y agradecería si el dolor de espalda fuese porque tuve sexo salvaje contra la pared y no una jodida trasnochada.
—¿Si?—él me observa. Seguramente las ojeras que me cargo deben verse a kilómetros de aquí.
—Afuera te buscan—frunzo el ceño confundida. Espero que no sea Thomas, lo último que quiero es ver a ese idiota.
—¿Quién?—pregunto confundida.
—Jhon, no sabía que se conocían—hago cuenta regresiva buscando registros de un tal Jhon, pero nada.
Confundida me pongo de pie y pasando las manos por las hebras sueltas suspiro. Me ato el pelo en una coleta, ya que hace un rato lo solté. Camino despacio, como si la vida me pesara y salgo del lugar que está siendo recogido.
Bostezo una vez más antes de salir. La noche está refrescante y eso hace que mis vellos se ericen. Cuando miro al hombre que me busca, inmediatamente lo reconozco. Con una pequeña sonrisa me acerco a él. La noche no me deja ver con claridad el bonito color de ojos que posee, pero si el cabello negro que le cae desordenado. Su cuerpo musculoso. Si, lo reconozco como el chico de la piscina.
Mi besuqueo acuático.
Bien, eso se escucha raro.
—Vaya—murmuro con una pequeña sonrisa mirando al hombre frente a mí.
—Pero que bonita casualidad, he esperado horas para tener un poco de tu compañía, pero cada segundo ha valido la pena—me encuentro divertida con él por lo que me acerco hasta estar a su lado. Veo una moto que supongo es de él.
—¿Cómo sabias que trabajo aquí?—pregunto sin querer ponerme paranoica.
—No lo sabía, he venido a cenar y da la casualidad que te he visto por la parte trasera. Le pregunté a Joseph y me confirmó que trabajas aquí—le sonrío divertida.
—Bien, ¿Qué te hizo esperar tantas horas por un rato de mi hermosa compañía?—pregunto pareciendo coqueta, pero la diversión es notable en mi tono de voz.
—¿Qué tal una salida?—muerdo mis labios y su mirada caen en ellos—me siento triste—dice en tono bajo.
—¿Y eso?—él me observa. Por un momento visualizo la diversión en ellos.
—Antes pude morder ese bonito labio, ahora no—niego divertida.
—Te aceptaré la salida, pero solo porque tienes información de algo que necesito. Espero que no te sientas mal por ser tan directa—pestañeo un poco, creo que debería ir a casa y dormir.
—¿De casualidad esa información es sobre cierto hombre que golpeaste?—pregunta ahora tenso, frunzo el ceño y miro al frente sin responderle por un rato.
—No del todo, hay cosas de ti también—es mi respuesta.
—Breanna—lo miro. ¿Por qué le hablo como si fuésemos amigos de toda la vida?—no deberías involucrarte en la vida de Dominick, en serio te lo digo. Él te odiaría, una de las cosas que más detesta es a las personas entrometidas que hurgan en su vida privada y su pasado. Eso es justo lo que quieres hacer ¿me equivoco?—niego para darle la razón—además, las cosas que seguramente quieres saber solo te las diré por la mitad, hay cosas que no me corresponden andar diciendo. Supongo que no solo por él, son cosas del pasado que nos unen a los dos y de lo que no quiero y puedo hablar—eso me deja sorprendida.
—Bien, me queda claro que no debo meterme—él me regala una sonrisa penosa.
—¿Aún sigue en pie lo de salir?—pregunta no tan tenso.
—Claro, dame tu número y te llamaré para acordar el día—él lo hace. Deja un beso en mi mejilla y lo veo alejarse a su moto. Suspiro cansada y entro a buscar mis pertenencias. Cuando llego mis hermosos compañeros hacen silencio, posiblemente ese cuarteto estaba descuartizándome en cuento salí. Tomo mis pertenencias y me cambio con rapidez para salir y meterme al coche.
Tengo dos días desde la última que vi a Dominick. He estado algo ocupada como para ir a jugar a la dama de honor vengatoria. Además, todavía me siento extraña. No sé hasta cuanto estaré aguantando las ganas de probar lo mejor del menú ajeno. Mierda, es la primera vez que aguanto tanto y eso es malo. Poco a poco el deseo que siento de él incrementa. Tratar de no pensarlo ya se me está haciendo difícil.
¿Por qué es tan raro conmigo? Parece dos personas diferentes.
A solas tenemos a este Dominick alegre, juguetón, divertido y que en sus ojos deja reflejado un hombre pasional, con ganas de gritar y comerse el mundo.
Luego tenemos el Dominick que todos conocen, el recto, el que sigue las reglas, el grosero, el amargado, el cara de culo y el que me deja confusa. Porque conozco dos facetas totalmente contrarias y eso no hace más que confundirme.
Me confunde, porque de las dos maneras llama mi atención. Cuando es juguetón o cuando es más frio que un tempano de hielo. El problema es que me confunde, me confunde demasiado ese hombre y no sé cómo hacer para parar eso.
Al llegar voy a la habitación de Alice y entro sin avisar. La encuentro riendo con Aarón a su lado. Pestañeo a ver si la falta de sueño me juega una mala pasada, pero no, ahí está el amigo de Dominick.
—Hola—murmuro y camino hasta mi mejor amiga para tocar su frente. Uf, menos mal que ya no hay fiebre.
—Breanna—saluda Aarón y se acerca a besar mi mejilla—ya que llegaste es hora de irme—dice con una sonrisa mirando a Alice.
—Si quieres quédate un rato más, yo me iré a dormir, solo pasé a ver cómo está Alice—ella me sonríe.
—Luego que me diste ese caldo revive muertos, estoy casi nueva—asegura—ahora vete a dormir, se nota desde lejos que estas muy cansada—le regalo una sonrisa.
Editado: 01.12.2024