Yo era una chica normal. Amable, quizás demasiado.
Pero a veces la amabilidad es un cuchillo que los demás aprenden a usar contra ti.
Soy Aurora, y esta es la historia de cómo me convertí en aquello que todos temen: una asesina.
Dicen que el dinero lo compra todo, menos la lealtad.
Yo lo aprendí de la peor manera.
Aunque siempre tuve una vida de lujos, aprendí que tenerlo todo no significa ser feliz. Vivía en una mansión enorme, con sirvientes, ropa costosa y todo lo que una chica pudiera soñar. Pero… ¿de qué servía todo eso si las personas que más amaba terminaron traicionándome?
Kevin, el chico que me robó el corazón en una cafetería, me atrapó con palabras dulces y gestos caballerosos. Creí que me veía por lo que era, no por lo que tenía. Me equivoqué. Con el tiempo descubriría que, para él, yo era solo una llave: la llave que le abría la puerta a mi mundo de lujos.
Y Erick… mi mejor amigo desde la infancia. Crecí con él, lo defendí mil veces cuando lo molestaban, lo protegí aun siendo yo más pequeña. Éramos inseparables, al menos eso creía. Pero cuando más lo necesité, me dio la espalda como si nunca me hubiera conocido.
Aquella mañana desperté ilusionada. Un nuevo grado, un nuevo comienzo. Me repetí frente al espejo:
—Este es tu día. No dejes que nadie apague tu brillo.
Salí de casa casi corriendo, con una tostada a medio comer, ansiosa por ver a Erick y a Kevin. Los vi a lo lejos: Erick estaba rodeado de varios chicos.
—¡Hola! —saludé con una sonrisa.
El grupo se quedó en silencio. Uno preguntó:
—¿Quién es la rara? ¿La conoces?
Erick me miró… y sonrió nervioso.
—No, claro que no. Ni sé quién es.
Sentí que el piso se abría bajo mis pies. Mi “mejor amigo” me negaba como si yo fuera una extraña.
Aún con los ojos húmedos entré al salón. Miradas frías, cuchicheos, nadie quería sentarse cerca de mí. El mundo se llenaba de sombras. Y yo aún no sabía que lo peor estaba por llegar.
Editado: 05.10.2025