La Ventana Rota

La Ventana Rota

 

Hola, como están, les vengo a contar una historia que me sucedió hace unos años atrás. Mi nombre es ¨Florencia Colombo¨ y tengo 33 años, nací el 9 de julio de 1989, si justo el día de la independencia Argentina, soy del signo cáncer  y vengo de un pueblo llamado Santa Rosa de Calamuchita en la provincia de Córdoba. A los 18 años me vine a estudiar a la ciudad de La Plata Provincia de Buenos Aires donde termine la carrera de licenciatura de psicología. Hice de varios amigos y amigas donde teníamos una relación muy linda, algunos me llamaban cariñosamente Flopy, aunque siempre me trataron con el mayor de los respetos. Ya recibida y con el tiempo empecé a trabajar en el ministerio de desarrollo social dentro del área de ¨Secretaria de Gestión¨, consistía en articular cada localidad de la provincia,  así llevar la asistencia psicológica de los barrios más vulnerables. Ahí mismo viví parte de la pobreza extrema que sufre nuestro país, como también trabajé con numerosas familias dentro y fuera de las escuelas públicas haciendo una experiencia que me acercó a esta realidad social en la que vivimos. La historia que les vengo a contar fue por aquel tiempo, donde tenía compañeros que habían estudiado diferentes disciplinas, dentro de ellos, había un colega abogado que era amigo de nuestro jefe, notándose una falta de actitud porque no le gustaba el trabajo social. Era una persona que irradiaba mucha soberbia con una pizca de egocentrismo, pero yo le mostraba mi cara angelical aunque a veces lo quería asesinar por las cosas que decía.

Después de varios meses esta persona me invitó a cenar, aunque nunca habíamos tenido una relación de amistad. Igualmente accedí como para conocer su forma de ser y ver si poseía algún lado solidario dentro de ese traje con corbata. Fuimos a cenar a un restaurant de la ciudad, hablamos de la vida, de su familia, de la mía, pero nunca dejó de mirarme a los ojos, hacía que me pusiera bastante ruborizada, igualmente yo bajaba la mirada rápidamente. Por momentos no me prestaba atención mientras le hablaba queriendo demostrar algo o mirándote desde un pedestal sentía su soberbia. Una vez habíamos terminado de cenar volvimos en su auto para mi casa y me dejó en la puerta de mi departamento, en ese momento cuando me voy a bajar, me cierra la puerta automáticamente. Me acerque para darle un beso en su mejilla y con su mano corrió mi cara para darme un beso en su boca. Solo me robo un beso pensaba entre mí, entonces le dije que no me gustaba su forma de ser y que solos podíamos ser compañeros de trabajo. Pasada esa situación le repetí que me dejara bajar, ya que tenía mucho sueño, él se quedó mudo mirándome por unos segundos hasta que… ¡Crack! …Se escuchó el ruido de las puertas abriéndose, para que unos segundos después bajara lentamente y lo salude con la mano tímidamente.

En los días posteriores a esa salida vi un cambio de actitud hacia mí… ¿Había sido amor? Quizás no lo sé, pero tenía una mirada de odio, rencor y dolor. Fui muy clara y sincera desde el inicio, aunque no tenía problema de ser una amiga en algún futuro cercano. Más allá que en el trabajo estábamos cada uno en su mundo. Dicen que del amor al odio hay un solo paso y eso realmente pasó, del odio con escala al infierno podríamos decir. Porque un día a la salida del trabajo me siguió hasta mi casa en su auto y me esperó cómodamente en la puerta. Me acerque sutilmente para decirle que necesitaba irme a dormir pero él quería hablar conmigo algo importante, entonces le dije que si era del trabajo lo habláramos al otro día. Insistió para entrar por más de media hora en la puerta, mientras me repetía que quería prepararme un rico café caliente. Después de varios minutos logre que entendiera y se fuera a su casa.

Al día siguiente en el trabajo le volví a decir que podíamos ser compañeros de trabajo, pero se notaba que nunca una mujer lo había rechazado de esa forma. Con el tiempo Insistió cada vez con más terquedad. Tampoco me creía que sea la más hermosa ni mucho menos, solo tenía en claro que con esa persona no podía tener ninguna relación afectiva… En otras insistencias suyas que me parecieron bastantes alocadas, fue cuando me escribió un poema y me lo dejo por debajo de la puerta antes de que llegue del trabajo, en la última frase decía: ¨O serás mía o no serás de nadie¨… Ya habían pasado más de dos meses de la cena y pensaba que había entendido todo lo que le dije en su momento, pero después salía con otras locuras románticas. Como el día que me envió un cadete en moto con una caja de bombones y tres globos en forma de corazones o cuando se quedó durmiendo en su auto para querer llevarme al trabajo por la mañana.

Después de vivir meses esas situaciones incomodas, me fije atentamente en el grupo de compañero que estaba ¨Franco Palacio¨, con el que me empecé a llevar muy bien saliendo juntos del trabajo hasta la parada del colectivo. Me parecía una persona inteligente, interesante y atractiva. Cada día que pasaba pensaba más en su forma de hablarme y tratarme, porque nadie nunca lo había hecho tan especial. Me hacía reír en los momentos más tensos del trabajo, no necesitaba aparentar ser otra persona ni comprarme con regalos, solo con verle la mirada y su sonrisa me bastaba para atraerme mucho más.

Un día salimos caminando como lo hacíamos siempre hasta la estación, para así tomar caminos diferentes, pero de la nada, dejo pasar su colectivo y se subió conmigo para acompañarme a mi casa. Ya en la puerta me detuvo y me dio un beso apasionado quedándome atrapada y encantada. Unos minutos después entramos para tener la mejor cita de mi vida. Ya a la noche después de haber estado juntos por primera vez , lo acompañe hasta la puerta, donde de nuevo me agarró y me dio otro beso intenso de despedida,  para así quedar embobada colgada entre las nubes…Mientras se iba caminando por la vereda observé un auto estacionado cerca a mi casa. Cerré la puerta rápidamente sin conocer quién era. Unos segundos después alguien tocó el timbre. Lo primero que pensé ¨ ¡Es Frank!¨ sobresaltada, que seguramente se  había olvidado algo. Entonces volví y abrí la puerta alegremente…




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