La ventanilla numero trece

La ventanilla numero trece

El joven mira su reloj cada cinco segundos y sus gestos argelados son muy evidentes en él, luego observa a la multitud de personas que también esperan allí, tal parece que todas ellas comparten sus mismas ansiedades y molestias.

El lugar parece un aeropuerto con todos los vuelos suspendidos... ¡Es un maldito caos! Cansado de esperar se acerca al guardia de la puerta de entrada, pero este, apenas el joven le consulta sobre la demora, lo manda a volar sin ningún tipo de reparos. Más que enfadado, el joven decide irse de ese desagradable lugar.

Está a punto de largarse, sin embargo, antes de hacerlo ve una ventanilla con el número trece, irónicamente para su suerte un hombre bastante entrado en edad la está abriendo justo en este momento; entonces el muchacho corre para adelantarse a la multitud que ya se dirigía del mismo modo a esa misma ventanilla.

Llega hasta ella primero que todos los demás, agitado y jadeante, levanta la mano para saludar al empleado.

—¿Cómo le va joven? —responde el anciano al mudo saludo del muchacho, su aspecto es demacrado y parece estar muy cansado.

—No muy bien señor, estoy aquí para hacer una queja —responde el joven respirando con dificultad.

—¿Dígame en que le puedo servir?

—Si señor, le explico... hace ya no sé cuánto tiempo llevó esperando a que me dejen entrar... ¿Podría decirme a que se debe tanta demora?

—Vea joven, le sugiero que tome un número, pero si está tan ansioso por entrar puede hablar con el guardia y tal vez lo ayude, no sé si estará disponible en este momento, como verá, son muchas las personas a las cuales debemos atender.

—Ya hablé con él, pero me dijo que no lo molestará y lo hizo de una manera muy grosera.

—Bueno, si… él es un tipo de muy pocas pulgas, en fin, tome un número y lo ayudaré—. El joven toma un número y al mirarlo vuelve a la ventanilla, totalmente indignado.

—¡¿Acaso esto es una broma?! —El anciano que parece aún más cansado ahora que hace diez minutos, le responde.

—¿De qué habla joven? Esta institución es muy seria y aquí no hacemos esa clase de cosas.

—¿No? ¿Qué me dice de esto? —el joven le pasa el número que el anciano le sugirió que tomara.

—¿Qué es exactamente lo que tengo que observar aquí, joven?

—¿Acaso está ciego? En el ticket figura el número millón, ¡Si eso no es una broma no sé lo que es! —el joven lo ve con furia, y el anciano lo ve con cierta curiosidad, hasta que el viejo parece ver algo de confusión en los ojos del joven.

—¿Alguien le ha informado porque está usted aquí muchacho?

—¿Informado?... ¿Informarme qué cosa?, sí solo quiero entrar a la discoteca, su pregunta es bastante absurda, señor. —Al oír eso el anciano parece rejuvenecer, de repente, sus ojos opacos reviven, reflejando un brillo de emociones casi violentas que transforman su rostro en un gesto sádico y estremecedor.

—¿Parece ser que usted no es muy listo joven?

— ¿Qué quiere decir con eso vejestorio?

—Usted mi querido amigo... está muerto y este lugar no es una discoteca, sino la antesala de los condenados que esperan su turno para  ir directamente al infierno, y ya que está tan ansioso por entrar, yo mismo lo llevaré en persona. 



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En el texto hay: sobrenatural, cuentocorto

Editado: 20.05.2021

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