Lisa estaba sentada en el sofá, con las manos aferrando la carta del bufete de abogados, la letra del sobre prácticamente cegadora. «En materia de custodia». El corazón le latía con fuerza y en la frente se le acumulaban gotas de sudor.
──Margaret por fin se había puesto a ello.
La voz de la llamada con Samantha volvió a resonar en sus oídos.
── Lisa, déjate de rodeos, ya ha empezado. Tienes que estar preparada para el desafío». Oh, un desafío. ¿Podrías cambiar un poco la palabra? De todos modos, la propia Lisa sabía que lo que venía a continuación no era más que las puertas del infierno, ¿o entraría voluntariamente?
Respiró hondo, sus ojos se apartaron de la carta y se posaron en el cuadro que había sobre la mesa
──El primer momento en que Lucas aprendía a andar, tambaleándose, pero intentando avanzar. El corazón se le apretó. El niño era su único fondo, y no permitiría que se lo arrebataran aunque el mundo entero la presionara para que lo hiciera. Lo que Margaret intentaba hacer, probablemente lo sabía: en ese caso, tendría que luchar.
**"No puede esperar »**. ** Susurró y se levantó, sus pasos firmes pero increíblemente pesados. Cada paso siguiente no era realmente fácil. Ella lo sabía mejor que nadie.
Daniel estaba de pie frente a la ventana de su estudio, con el tráfico fuera como de costumbre. Cogió su teléfono móvil, aparentemente sin respuesta cuando lo oyó sonar
──¿Era posible que incluso él tuviera miedo de enfrentarse a la llamada? **«Mamá». **Cogió el teléfono, sus ojos seguían sin moverse de la ventana, como si todo su ser hubiera sido engullido por la ciudad y lo único que quedara fuera un cascarón vacío.
La voz de Margaret al otro lado de la línea era tan fría que podría congelar el océano helado en nieve, «No me importa lo que pienses, tienes que tomar una decisión. Lucas es tu hijo, debes responsabilizarte de él. Sabes lo importante que es para nosotros la reputación de la familia».
Daniel frunció el ceño y guardó silencio por un momento, había presentido en su mente que ésta sería una batalla inevitable. **«Lo sé, pero ...... Lisa, no me dejará interferir, no soy bienvenido». **Hizo una pausa, su tono impotente, «Y, no es algo que yo quiera que decidas».
El tono de Margaret seguía afilado como una cuchilla, «¿No quieres que yo decida? ¿No crees que deberías asumir la responsabilidad? Si no haces algo, no mereces heredar nada». Su voz se suavizó un poco al cambiar sus palabras: «Si tú no lo haces, lo haré yo».
La expresión de Daniel se ensombreció por un momento y bajó la mirada hacia la pluma que tenía en la mano, sintiéndose de repente ahogado. El malestar y la rabia lo estaban consumiendo literalmente. Justo entonces, Margaret, al otro lado de la línea, había colgado. Antes de que pudiera reaccionar, sus ojos se quedaron en blanco y sus dedos temblaron ligeramente.
Lisa llamó al despacho del abogado, y mientras esperaba la conexión, agarrando el teléfono con fuerza, con los dedos temblorosos
──y se preguntó si podría reprimir la ansiedad, debería estar acostumbrada, ¿no?
**"Hola, necesito concertar una cita para una consulta sobre la custodia »**. ** Intentó que su voz sonara lo más suave posible, pero la ansiedad reprimida casi salía por el micrófono.
La voz al otro lado de la línea sonó entusiasmada: «Por supuesto, señora, ¿cuándo le viene bien venir?».
Lisa vaciló, apretó los dientes y sonó decidida: «Cuanto antes, mejor».
Mientras tanto, el humor de Daniel se deterioraba en la ventana. No se atrevía a pararse un momento a pensar en lo que le pasaba, completamente atrapado en un doble aprieto entre su madre y Lisa, y aún más hecho un lío por dentro. Bueno, Lisa tenía esa mirada en sus ojos: no bienvenida, no deseada e intolerante a cualquier intromisión de su parte. Sinceramente, empezaba a preguntarse para sus adentros si seguía o no en este drama.
Volvió a apretar el teléfono, casi dejándolo caer incluso, con el corazón lleno de culpa y rabia, y como resultado, no sabía cómo desahogarse.
El timbre del teléfono volvió a interrumpir sus pensamientos; era Lisa la que llamaba. Pulsó contestar y respiró hondo, tratando de calmarse.
**"¿Para qué querías verme? »** **El tono de su voz aún mantenía esa frialdad renuente, obviamente trataba de ocultar su ansiedad.
La voz de Lisa sonaba cansada y un poco burlona, «Acabo de recibir una llamada de mi abogado, y Margaret ha hecho su jugada. Ha empezado a obligarme a renunciar a la custodia de Lucas por medios legales. En pocas palabras, o cedo o me demandará».
**"¿Cómo se atreve a ...... »** El tono de Daniel se interrumpió, mezclándose la ira y el odio a sí mismo. «Sabes, no apruebo que haga eso, y hablaré con ella de ello en cuanto pueda». Qué bocazas, pensó en silencio para sí mismo.
Lisa hizo una mueca, como si oyera su propia burla interior: «Es tu madre, ¿qué puedes hacer? Le he dado tanto a Lucas, cómo voy a dejar que me lo quite».
El corazón de Daniel se apretó y algo pareció desdibujarse ante sus ojos. El dolor que se ocultaba tras aquella determinación de Lisa era simplemente demasiado para él. Resultaba que cada vez que él intentaba acercarse un poco más, la actitud defensiva y desconfiada de ella era como una barrera invisible. Las palabras llegaron a sus labios, pero no pudo pronunciarlas.
**«Lisa, yo me encargo». ** fue todo lo que pudo susurrar, tratando de parecer responsable.
Lisa no respondió, aquella promesa le parecía una broma, hacía tiempo que no podía aferrarse a ella. Sabía que la batalla había comenzado y estaba del lado de la soledad, incapaz de dar marcha atrás.
Después de colgar el teléfono, Lisa miró tranquilamente por la ventana el cielo nocturno, su corazón estaba en ondas
──Ella había tomado su decisión, Lucas tenía que ser suyo y jamás cedería.
Bajó la cabeza, sus dedos tocaron ligeramente el coche de juguete sobre la mesa, su corazón se llenó de determinación