La Verdad

Capítulo 9: Una crisis compartida

Lucas se cayó. Fue tan repentina que ni siquiera Lisa reaccionó. Gritó de dolor y su pierna derecha cayó como si estuviera rota. Estaba tan asustada que apenas pudo recuperar el aliento, lo levantó y corrió hacia el hospital, con los dedos clavados en la pantalla de su teléfono, marcando.

──**Daniel, Lucas está herido, estamos en el hospital. **Sonaba un poco descontrolada, nada que ver con su Lisa tranquila de siempre.

Hubo silencio al otro lado de la línea durante unos segundos y luego sonó la voz de Daniel, un poco apagada, pero mucho más ansiosa de lo que ella esperaba.

──Voy enseguida.

El corazón de Lisa se aceleró por un momento. Sí, Lucas estaba herido, pero lo que más la asustó fue el «enseguida voy» de Daniel. Sabía que no era sólo la herida o el hecho de que su padre, que se había mantenido alejado de ella, hubiera vuelto a entrar en su vida.

En la sala de urgencias, el aire era acre y la luz que se reflejaba en las paredes blancas le hacía llorar. Su corazón estaba agitado mientras sostenía la pequeña mano de Lucas, su boca consolaba a su hijo mientras su voz era tan pequeña que apenas se oía.

──Mamá, no tengo miedo. Lucas, con la cara llena de lágrimas, intentó esbozar una pequeña sonrisa, que resultó ser más bien una expresión de dolor, pero seguía consolándola.

Lisa estaba tan dolorida que apenas podía contener las lágrimas. El chico sabía demasiado. Sabía de corazón que Lucas había sufrido mucho más de lo que ella podía imaginar.

La puerta de Urgencias se abrió de golpe y entró Daniel, vestido de traje, con la ropa un poco arrugada, obviamente apurado, pero sus ojos estaban mucho más decididos que de costumbre. Se notaba que le importaba de verdad.

──¿Cómo está? ¿Está bien? El tono de su voz llevaba el tipo de ansiedad que nunca antes había sentido.

Lisa contuvo las lágrimas y apenas estiró las comisuras de los labios al responder:

──El médico ha dicho que está bien y que no debería haber mayores problemas después de las pruebas.

No se atrevió a mirar a Daniel a los ojos, con la cabeza gacha como una niña que ha hecho algo malo. Recordaba cómo la había defraudado una y otra vez hacía tantos años, cómo se había escondido cuando más se le necesitaba. Y ahora, ¿lo estaba esperando un poco?

──Voy a buscar al médico. Daniel no dijo nada más, se dio la vuelta y se marchó. Lisa lo miró de espaldas, con las tripas revueltas. ¿Cómo era posible que aquel hombre tan distante, que antes se alzaba sobre ella, se hubiera vuelto tan diferente hoy? Ya no era el hombre rico que no se preocupaba por su familia, sino un padre que se preocupaba por su hijo.

Unos minutos más tarde, Daniel regresó, con el rostro un poco apesadumbrado.

──Tengo al mejor cirujano ortopédico que he podido encontrar, vendrá enseguida. Se paró frente a ella, su tono suave, como si intentara darle una pizca de seguridad.

Lisa lo miró con sentimientos encontrados. Sabía que él estaba cumpliendo con su deber, pero también estaba claro que ella aún no había dejado atrás del todo aquella antigua traición. ¿Estaba esta promesa motivada por el deber o realmente quería hacer algo por la familia?

──¿Puedes ayudar? ** Su voz era tan baja que resultaba casi inaudible, y llevaba una emoción de autoburla, como si se estuviera diciendo a sí misma que dejara de contar con él.

Daniel se quedó inmóvil un instante, pero luego asintió con firmeza.

──Lo haré. dijo, sin vacilación en la voz, pero con un destello de suavidad en los ojos. «Estaré ahí para ti, pase lo que pase».

Lisa bajó la cabeza y contempló la tranquila figura de Lucas en la cama del hospital, pero su corazón estaba hecho un lío. Ya no quería depender de él, pero la realidad la favorecía con la sensación de que este hombre, realmente tenía el potencial para asumir las responsabilidades de un padre.

Durante las siguientes horas, Daniel apenas salió. Hablando con los médicos, siguiendo cada detalle, incluso programando pruebas adicionales. Lisa se quedó un poco helada. Nunca lo había visto tan serio, como si realmente le importara esta repentina crisis.

Sólo después de que el médico confirmara que las heridas de Lucas estaban bajo control y recomendara un período de observación, Daniel respiró aliviado y pareció aliviado.

──Está bien. Miró a Lisa, con un tono mucho más suave que antes. «No te preocupes, estoy aquí».

La mente de Lisa estaba un poco confusa. ¿Era porque Lucas estaba bien, o era porque Daniel de repente estaba mostrando un sentido de responsabilidad que ella nunca había visto antes? Ella lo miró, ligeramente confundida.

──Gracias. Susurró, casi incapaz de creer que lo hubiera dicho.

──No tienes que agradecérmelo. Daniel respondió suavemente, con un tono calmado pero con un poder tranquilizador. «Como padre, se suponía que debía hacerlo».

Lisa no dijo nada más, sólo asintió en silencio. Sintió la sinceridad en sus palabras, y percibió el cambio en él en ese momento. Pero aún no se atrevía a bajar completamente la guardia en su corazón. El dolor del pasado seguía siendo como una profunda cicatriz que no podía curarse.

El tiempo pasó lentamente y, al caer la noche, los pasillos del hospital se volvieron extraordinariamente silenciosos. Daniel se levantó, se acercó a ella y le susurró:

──Lisa, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado.

Lisa lo miró con ojos complicados. ¿Gratitud? ¿Escepticismo? Probablemente ambas cosas. Ella no contestó directamente, sólo se dio la vuelta y miró el cielo nocturno fuera de la ventana, con el corazón lleno de emociones complejas.

──Lo sé. Respondió en voz baja, con un tono lleno de vacilación, pero también de una inefable debilidad.

Aún no había dejado de sentir recelo hacia él, pero el abismo invisible de su corazón parecía más fácil de cruzar.




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