La tormenta mediática llegó por sorpresa y la vida de Lisa fue como una montaña rusa, cayendo directamente al valle más profundo. Aquel escandaloso reportaje fue una bomba, que hizo estallar directamente su apacible vida en pedazos. ¿Quién iba a pensar que se convertiría en una espina clavada en el costado de todo el mundo? Era peor que ser abandonada por todo el mundo.
El reportaje no sólo había sacado a la luz su pasado con Daniel, sino que había puesto patas arriba su vida privada de forma temeraria para convertirla en un problema. La prensa dijo que había dejado entrar deliberadamente a Lucas en la vida de Daniel por ser quien era, e incluso insinuó que había tramado sacar provecho personal de ello. La presión de la opinión pública fue como un torrente que la empujó de repente a la palestra.
Lisa estaba sentada en el sofá y en la pantalla de su móvil no paraban de aparecer noticias y comentarios. Sus dedos temblaban ligeramente sobre la pantalla, sin atreverse a seguir leyendo. Cada comentario era como un cuchillo clavado en su corazón. Solía pensar que era lo bastante fuerte como para soportar toda la presión, pero ahora empezaba a preguntarse si aún podría soportarlo todo.
-Todo era mentira. murmuró en voz baja, sin dejar rastro de matices en su voz. Los ojos se le nublaban y apenas podía leer las palabras de la pantalla. Por mucho que lo intentara, el asedio de los medios de comunicación pesaba sobre ella como una roca.
Se levantó, con pasos un poco vacilantes, y se acercó a la ventana. Fuera, la ciudad seguía bullendo como si no tuviera nada que ver con ella. Se sentía como atrapada en una bola de cristal transparente, con ganas de gritar, pero no le salía nada. ¿Contraatacar? ¿Cómo defenderse? No tenía ni idea de por dónde empezar.
-¿Qué hago? Casi bajó la voz a un susurro. Aquel vacío se abatió sobre ella como un agujero negro, tragándose todas sus fuerzas. Se preguntó si no habría forma de seguir manteniendo esa supuesta vida independiente, y que tal vez había llegado el momento de bajar las defensas y buscar ayuda en los demás.
Justo cuando estaba cayendo en el caos, su teléfono vibró y Daniel llamó. Ella respiró hondo y cogió el teléfono.
-Lisa, sé que ha sido un momento muy estresante para ti. La voz de Daniel sonaba tranquila, pero ocultaba una tensión imperceptible. -Haré todo lo que pueda para protegerte de cualquiera que quiera utilizarte para hacernos daño.
Lisa frunció ligeramente el ceño. ¿Protegerla? Ahogó un poco una mueca de desprecio. Ni siquiera podía protegerse a sí misma ahora, ¿cómo podía esperar que los demás lo hicieran?
-Dijiste que me protegieras, pero ¿sabes qué? Ahora mismo ni siquiera puedo protegerme a mí misma. ¿Qué crees que significa eso? No se trata sólo de los medios de comunicación, ahora no tengo en qué apoyarme. Su voz era grave y áspera, como si la aplastara una pesada piedra. La independencia en la que siempre había insistido, la terquedad que una vez tuvo, de repente parecían tan frágiles en este momento. Casi no se atrevía a enfrentarse a la fragilidad de su corazón.
-Lisa, entiendo cómo te sientes. Daniel suavizó un poco su tono, -Pero no quiero que afrontes esto sola. Vamos a superarlo juntos, y sólo entonces podré daros a Lucas y a ti un futuro seguro.
Lisa agarró el teléfono con fuerza, con las puntas de los dedos blancas. Se había dicho a sí misma con tanta firmeza que nunca confiaría en nadie, especialmente en Daniel. Pero ahora esa insistencia vacilaba silenciosamente. Sabía que necesitaba tiempo, y tal vez había llegado el momento de replantearse su relación con Daniel.
-I... No lo sé. susurró, con sentimientos encontrados parpadeando en sus ojos-, pero ¿cómo sé que puedo dejar atrás el pasado y aceptar un nuevo comienzo si no lo intento?
Al otro lado de la línea, Daniel guardó silencio un momento.
-Te estaré esperando, Lisa. Decidas lo que decidas, estaré a tu lado.
Ella respiró hondo y colgó el teléfono. La agitación interior no se calmó, sino que se intensificó. Se dio la vuelta y regresó al sofá, cubriéndose la cara con las manos mientras sentía que una oleada incontrolable de emociones se apoderaba de ella. ¿Qué hacer? ¿Debía seguir afirmando su independencia o dejar atrás el pasado y volver a confiar en Daniel?
De repente sonó el timbre. Lisa levantó la vista y miró hacia la puerta con una punzada de inquietud. Se acercó y abrió la puerta para ver a Samantha de pie en el umbral.
-¿Qué te pasa? No tienes muy buen aspecto, ¿qué ha pasado? Samantha entró y preguntó con preocupación.
Lisa sonrió amargamente.
-Los medios de comunicación, la opinión pública, todo ...... Realmente no sé qué hacer ahora.
Samantha no se apresuró a hablar, sino que se sentó en silencio y la miró durante unos segundos. Finalmente, dijo en voz baja:
-Has estado luchando por Lucas y por ti misma, y el hecho de que nadie pueda compartir la carga por ti no significa que tengas que llevarla tú sola. ¿Has pensado alguna vez que es hora de bajar las defensas y permitir que alguien más entre en tu mundo, especialmente Daniel?
Lisa guardó silencio un momento, bajando la mirada. Algo se movió silenciosamente en su corazón. Sintió una punzada de resentimiento, pero también algo de expectación.
-¿Seré herida de nuevo si vuelvo a confiar en él?
-Esa es tu elección.