La Verdad De Tus Ojos© *

Prólogo

 

 

Y la pesada tierra por la noche cae de todas las estrellas hacia la eternidad.

RAINER MARIA RILKE.

Prologó

Klaus no quería estar hay ni conocer a la mocosa...

Para el aquella niña no significada nada... O sí. Un estorbo más en la vida.

Con Annabelle ya era más que suficiente.

Annabelle era la hija mayor de él, tan rebelde y mala... sin dudas era hija de Klaus Madrowk, solo él podría ser tan cruel y maldito, su hija-Annabelle-de tan solo 7 años. Estaba desarrollando sus poderes de forma macabra... la niña podía matar a un ser viviente sin sentir remordimiento alguno. Su madre-Sarah- había muerto a ella nacer por culpa de ella.

Una maldición que tenían los Madrowk, era que ellos no podían fornicar con seres humanos, sus genes eran muy fuerte. Un embrión norma-humano-es delicado y no le hace daño a su madre, come lo que como su madre. Un embrión Madrowk es fuerte desde el primer día, él come de su madre-no de los alimentos que ingiere ella-, drena su sangre lentamente, la debilita lentamente, la medre se mantiene viva pero cuando nace él bebé trae con él la vida de su madre.

Klaus escucho los gritos de Eleonor Syal, él no debía meterse con aquella hermosa humana. No. Pero aquella hermosa humana era tierna, joven, dulce y placentera... tan parecida a Sarah-la cual recordaba con un dolor en su frio y muerto corazón-, la silla metálica en la que estaba sentado era jodidamente incomoda, nada cómoda como las de su mansión, sentada en su regazo, la pequeña Annabelle jugada con un pobre gato negro.

El gato maullaba de dolor, Annabelle, lo tomaba de la pata de una manera brusca, el gatito estaba adolorido, la niña saco sus pequeños cosmillos y mordió al gato en el cuello, justo en la yugular, drenando su sangre, sus maullidos (mejor dicho sus gritos) era violentos.

Klaus miro un líquido rojo en la boca de su hija, miro al suelo donde yacía el cuerpo del animal sin vida, por sus fosas nasales entro el olor a sangre. El olor le pareció exquisito, saco un pañuelo blanco de su elegante saco y limpio la comisura de la boca de su hija, la niña le agradeció con una sonrisa torcida.

Los gritos de Eleonor Syal cesaron y Klaus supo que la criatura había nacido.

-Daimonion ha nacido - susurro para sí mismo.

La puerta de la habitación se abrió suavemente, una señora- la cual se llamaba Reece- salió con algo en sus brazos, un bulto envuelto en una manta blanca manchada con sangre.

Reece se acercó a Klaus con una sonrisa tierna, la bella niña que traía en sus brazos dormía tranquilamente ignorando la maldad del mundo.

- ¿Quieres cargarla? -tanteo Reece al hombre.

Klaus Sonrió con suficiencia. Él no quería tocar a esa niña ni saber nada de ella, pero la curiosidad de Annabelle quien alzaba el cuello para husmear que escondía esa manta lo hiso levantar a la pequeña niña.

Annabelle miro a la niña dormida y estiro su mano para tocarla, sintió el leve olor a sangre.

- Padre ¿quién es ella? -Pregunto la niña.

- Ella es tu hermana - respondió Reece por Klaus.

La niña soltó un grito pero no era de felicidad. No. El grito era de furia, tomo el brazo de la bebe y lo pellizco haciendo que la pequeña bebe soltara un llanto de dolor.

Reece alejo la mano de Annabelle con brusquedad y la fulmino con la mirada.

«Esa niña es tan cruel como su padre» pensó aterrorizada.

Klaus sostenía todavía a Annabelle entre sus brazos, él sonreía de una forma retorcida, admirando los berrinches de su hija, él sabía que Annabelle era egoísta, que Annabelle no permitiría compartir sus cosas, sus juguetes, su padre...

Annabelle era la réplica de su padre, como física y mentalmente, los mismos ojos azules, nariz, piel, maldad...

- Tu hija es mucho más despreciable que tú - Reece entrecerró los ojos ligeramente con enojo.

- No creo que esté de acuerdo contigo, mi querida Reece- la voz de Klaus era áspera y seca un tanto tenebrosa-. Como esta Eleonor. No creo que duro mucho más de una hora con vida.

Reece sabía que él estaba en lo cierto, su gran amiga Eleonor moriría, un pesar enorme sintió en el corazón.

- No quieres a la niña ¿verdad?

- No. No quiero a esa mocosa. No la quiero cerca de Annabelle ni de mí.

Klaus en el fondo quería a esa niña, pero sabía la descendencia que tenía, el mostro que podía ser o el ángel que llevaba dentro lo podía destruir o mucho peor destruir a su pequeña Annabelle, como instinto abrazo a Annabelle fuerte.

Reece vio el abrazo entre padre e hija, ella sabía que aquel mostro cruel y sin extrañas solo quería a su hija. La pequeña Ansellys-haci la nombro Eleonor -dormía ajena al desprecio de su padre.

- Solo te importa esa cosa ¿no es cierto? - pregunto la mujer con ira.

- Si. - respondió al instante.

- Por esa niña sufrirás, por esa niña lloraras, por esa niña sabrás que es temer por primera vez.

Dicho eso, la mujer se marchó a la habitación de donde había salido.




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