Arrojare tu cuerpo a los demonios, tu corazón a las bestias, tu sangre a mi boca he iras como la noche penetrante en un pueblo lleno de misterios y recuerdos.
Daga en la mano, la penetrare en tu corazón. Oleré tu cuerpo, guardare el aroma en mi nariz. Beberé en tú bella yugular, en donde se encuentra tu manzana de adán.
Y lucirás mis colmillos en tu cuello en forma de pertenecer a mi alma, tal vez soy una carnívora feroz. Yo he olido tu rastro cuando el peligro se emboza en la espesura con los ojos abiertos como un lobo.
El tabú en mi piel donde están escritas las cicatrices, es un rastro de enigmas, en donde yo devoro humanos.