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La gente que está por cruzar la línea de la muerte dice que ven la luz, y como aquellos bichillos se dirigen a la luz para morir, pero yo estoy sumida en una densa oscuridad, por alguna razón estoy conciente de todos los sonidos a mi alrededor, pero no siento nada, lo puedo oir rogando porque luche, que no me deje vencer, pero ya no puedo más, he luchado infructuosamente en esta vida y por primera vez me quiero rendir sin importar nada ni nadie más que yo…
-Papa recuerda que el viernes es la fiesta del hospital en el hotel- el solo asintió- llega temprano porfavor- se detuvo a observar el dibujo en el refrigerador.
-Se sale de las líneas- dijo observando el dibujo de una casa con los tres fuera de ella, no dije nada- solo van cuatro años a este paso no llegará a los quince como dijeron.
-No te agobies encontraremos algo que lo ayude- era horrible vivir en ese suplicio de saber que el tiempo iba en nuestra contra, los doctores decían que Fabian era un caso especial, pues su enfermedad se desarrolló muy temprano, y avanzaba rápido, a veces se ahogaba con la comida, se caia mas veces de las normales, y le costaba formar oraciones, solo habían pasado cuatro años desde su diagnóstico y ya eran demasiado evidentes los síntomas.
-¿Un trasplante de cerebro? quizás el tuyo, ¿Quieres ser donante?- había acido en sus palabras.
-No merezco esto- dije para salir de la cocina.
-Lo siento Kira perdón, a veces olvido que es tu hermano también.
-Tranquilo papá, te entiendo- salí de la cocina, llevaba más de un año visitando un psicólogo porque aveces me desesperaba la conducta de papa y la enfermedad de mi hermano, gracias a ello había visto la enfermedad desde un punto objetivo, y poco a poco entender el dolor y sufrimiento de mi padre su alejamiento y su desprecio, mi psicólogo había intentado que papá asistiera a algunas sesiones pero él se nego, asi que haciamos lo que podíamos con lo que teníamos.
Comencé a trabajar para una empresa de marketing desde casa, solo cuando había reuniones oficiales asistía a la empresa, aun me faltaba sacar la licenciatura, y pagar algunas cosas más en la UNED pero ya casi lo lograba, ahora si bien ayudaba con los gastos de la casa no era suficiente pues en estos dos años habían incrementado demasiado las deudas de papá.
La casa y el auto estaban hipotecados, debía a su jefe en el trabajo, hacia adelantos de salario, el dinero no nos rendía, era como nadar contra corriente, como ahorrar agua en un colador, por mas que intentaremos solventar los gastos no podíamos, pero no podíamos tampoco dejar de pagar la cuenta médica de Fabian, ese era un gasto enorme.
Hace unos días el doctor Carvajal me había mencionado de una fiesta que se hacía anualmente para recaudar fondos, que en esta ocasión traían propuestas nuevas en la rama de la neurología, pero recibir una invitación a dicha fiesta era poco probable, pero Adrian mando algunas cartas a algunas personas hablándoles sobre el caso de Fabian y logró obtener dos entradas extras pues el ya tenia la suya.
Adrian se había vuelto mi mejor amigo, el me reconfortaba cuando Fabian tenia crisis que cada dia eran peores, a veces en la soledad me preguntaba que me hacía tan especial que en dos ocasiones me libraba de ciertas cosas, ese dia del accidente de mamá no me llevo, aunque también existe la probabilidad de que si no hubiera sido tan caprichosa tal vez ella no hubiera insistido en comprarme algo para compensarme, que infantil fui, y la otra era que mi hermano había desarrollado esa enfermedad y yo no, yo ni siquiera la tenía, no entendía mi suerte.
-Va..mos… parque- llevaba su camisa de Cars y sus pantalones de mezclilla.
-Claro Faby, vamos al parque por un helado- balbuceó algo ininteligible- de fresa será- el sonrió, eso era lo unico que queria ver su sonrisa, su andar poco a poco era cada vez más rígido con movimientos involuntarios de sus extremidades que la mayoría de veces le ocasionaron pérdida del equilibrio.
Vivíamos cerca del hospital de niños ya que era lo más viable cuando supimos de la enfermedad de Fabian, por lo que a veces íbamos allí para visitar a algunos pacientes con enfermedades terminales, llevábamos algunas cosas como títeres o globos de formas de animales con helio, Fabian los hacía reír, les contagiaba de su felicidad, en oncología siempre habían enfermeras que nos ayudaban a hacer sonreír a aquellos niños con tratamientos de quimio distraerlos y hacerlos sentir especiales era lo que fabian hacia.
En el parque se dedicaba a observar a los niños correr, saber que con nueve años él podría hacer lo mismos pero su condición no se lo permitía, a veces podía ver un halo de tristeza en el, que rápidamente trataba de ocultar
«Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.»
-Nicolás Maquiavelo-
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El hotel estaba a rebosar de gente bien vestida, mi papá llevaba un traje que tenía bien guardado, se veía muy presentable yo en cambio llevaba un vestido de noche largo color borgoña con una abertura en la pierna derecha hasta casi medio muslo, sin ninguna decoración más que el dobles en el pecho y hombros al descubierto, el vestido era como una segunda piel se adhiera perfectamente a mi, que si bien no era tan alta, si tenía de que sentirme orgullosa. Mi atuendo de pies a cabeza habían sido un obsequio de mi amigo el doctor Fuentes.