No tenía idea de cuánto tiempo había pasado entre la oscuridad, pero había una fuerte luz blanca e hice lo posible para alcanzarla. Pero, no era cualquier luz blanca era muy fuerte y estaba a pocos centímetros de mí, podía sentir como aparecían más un poco lejos de la otra. Eran lámparas, el brillo blanco hizo que abriera mis ojos poco a poco, la luz era muy fuerte y molesta, intenté cubrir mi rostro con mi mano, pero no podía moverla y mis pies tampoco.
Podía sentir el frío metal bajo mi cuerpo, estaba atado de pies y manos a una cama de metal y no había señales de Camille por ningún lado. Lo único que recordaba era el encuentro con los cazadores, que dejé abandonados a Isabel y a los demás y que no tenía ni idea de que había pasado con ellos y también recordé la llave. Tenía la esperanza de que estuviera en mis bolsillos aun cuando sabía que no la había guardado ahí, apenas podía tocarlos con la punta de mis manos, no eran sogas, eran grilletes y estaban apretados.
La habitación estaba en silencio, sólo podía mover mi cabeza de un lado al otro y ver por encima de mi cuerpo, logré visualizar una pequeña caja a mi izquierda, descansaba sobre un mueble de madera con algunos frascos y libros, era la caja de la llave y estaba muy lejos de mi. De todas formas no podía moverme y escapar no era algo posible para mi en esas condiciones.
—Veo que ya despertaste. Espero que hayas descansado lo suficiente, necesitarás muchas energías para lo que haremos después.
Camille traía la misma ropa que llevaba cuando llevamos el plan a cabo. Eso me hizo pensar que no había pasado mucho tiempo desde que me tiene aquí. Tomó una silla que estaba por ahí y alejó la lámpara de mi rostro, ya estaba empezando a cegarme por la luz tan intensa. Sé quedó en esa silla mirándome por unos segundos antes de continuar hablando.
—No te preocupes por la llave. Está a salvo y pronto estará en mejores manos que las suyas.
—¿A qué te refieres?, ¿Por qué demonios me trajiste aquí?
No se veía como la misma chica linda y amable que nos sirvió café en casa de Isaac, ni siquiera su voz era igual.
—No quería contarte todo mi plan tan pronto, pero lo haré para que sepas lo que te espera.
Se levantó de la silla y se acercó a una de las mesas dándome la espalda, no podía ver que hacía, pero escuchas el sonido de empaques de papel rompiéndose.
—Es muy amable de tu parte -Comente entre dientes.
Ella regresó a la silla, traía consigo una bandeja con una jeringa, alcohol, algodón y una liga de hule, también traía un pequeño frasco de vidrio. Ató la liga en mi brazo y pasó sus dedos por mi piel, seguro buscando una vena.
—No te preocupes, sólo tomaré un poco para un pequeño experimento.
Y la aguja se hundió en mi piel, no sentí nada, nunca le tuve miedo a las agujas. Sólo me intrigaba la razón por la que quería mi sangre.
—Tienes la llave, supongo que por eso estás haciendo esto.
—En parte lo es, la llave fue como un bono que venía contigo, pero en realidad quien me importa eres tú.
Sacó la aguja de mi brazo y depósito la sangre en un pequeño frasco. Lo llevó a una mesa en donde tenía un telescopio y empezó a revisar.
—¿Para qué demonios me necesitas? -Intentaba verla lo mejor que podía, pero las ataduras no me lo permitían.
Ella no me respondió, estaba muy concentrada en lo que hacía, se veía fascinada con todo esto.
—Así que es cierto -Su gran sonrisa daba miedo y era peor cuando me veía.
—¿Que es cierto?, ¡Dime!, ¡Quiero salir!
Los esfuerzos no servían de nada, estaba totalmente inmovilizado y ella no hablaba.
—Si, soy un mestizo. Mi padre es un brujo y mi madre humana. Eso ya te lo habían dicho.
—Es más que eso, Daniel -Se levantó dirigiéndose a mí- Al parecer no lo sabes. Sería algo bueno que yo te lo dijera.
—¡Pues, hazlo! ¿Qué demonios es lo que ocultas?. Ni siquiera me haz dicho para que me quieres aquí.
—Voy a venderte, Daniel. Te venderé a ti y a la llave.
Y por su mirada sabía que no mentía, era verdad, me vendería como un animal.
—¿A quién?, ¿Por qué lo harás?
—¡Ya deja de preguntar tanto! -Gruñó y sacó un rollo de cinta de debajo de la mesa. Me cubrió la boca con varias capas para que ya no hablará- Mucho mejor.
Aún no dejaba de moverme, no tenía idea de cómo saldría de esta. Si los demás lo hicieran hace mucho me hubiesen encontrado, sólo tenía la pequeña esperanza de que me soltará y me llevará a otro lugar, aunque sabía que habían pocas probabilidades de eso.
—Ahora si te contaré el plan, pero primero una historia. No vayas a dormirte -Dio unas suaves palmadas en mi mejilla derecha.
Los brujos han existido desde hace mucho tiempo, siglos más bien. Fueron seres libres durante un tiempo, pero la caza empezó y muchos empezaron a morir con ella, no había lugares donde protegerse y se preocupaban por los niños o los ancianos cuyos poderes no eran tan grandes como cuando eran jóvenes y todos decidieron que tener un líder sería lo mejor. Habían dos opciones, un padre y su hijo, ambos tenían grandes habilidades y las votaciones dieron como resultado la victoria del padre por ser mayor e incluso mejor.