Ashley
La noche cayó de la nada, como si el sol se hubiera cansado de luchar contra la niebla espesa que empezaba a envolver Blackthorn. Estábamos a punto de cerrar el restaurante, ya con pocas mesas ocupadas. A un lado de mí, estaba Maddy, que siempre parecía tener una calma inquietante a su alrededor. La miré por unos segundos, sin poder evitarlo. Era preciosa. Esos dos mechones de cabello blancos que siempre caían sobre su rostro la hacían ver diferente. Como si cada vez que los movía, dejara entrever algo más que su apariencia. Algo más profundo, tal vez.
Me pregunté cómo era posible que, con todo lo que había vivido, pudiera seguir viéndose tan serena. Considerando su familia, que es todo un enigma, es aún más sorprendente. La familia King, una de las más poderosas y millonarias en los alrededores, había estado lejos de Blackthorn durante mucho tiempo. Y ahora, aquí estaba Maddy, trabajando codo a codo conmigo. Es extraño pensar que los Kings y los Blakes, familias tan influyentes, coincidieran en un lugar tan pequeño y apartado como este.
Se dice que los Blake echaron a los King hace años, por una tragedia que ocurrió en este pueblo, algo que nadie parece querer contar. Pero claro, en Blackthorn siempre hay rumores. Las historias sobre esas dos familias son tantas y tan contradictorias, que nadie sabe qué creer. Y ahora, tener a Maddy y a Ethan, dos miembros de esas familias, trabajando aquí… es raro. Muy raro.
Cerré un poco los ojos, intentando concentrarme en el trabajo que quedaba, pero mis pensamientos no dejaban de dar vueltas. Algo en el aire de Blackthorn no me dejaba en paz. Tal vez era todo lo que había pasado en las últimas semanas, o tal vez… solo tal vez, había algo mucho más grande detrás de todo esto.
La puerta del restaurante se cerró de golpe, pero en mi mente solo resonaban las palabras de Maddy sobre su familia. De repente, me pregunté si ella también sentía esa misma extraña conexión que yo sentía con este lugar.
Me acerqué a Maddy mientras terminábamos de limpiar las mesas. La luz tenue de la lámpara sobre nosotros hacía que todo se viera aún más sombrío, pero no era nada comparado con lo que se sentía en el aire. Maddy estaba pensativa, como si también sintiera esa presión extraña que se cernía sobre Blackthorn.
—¿Cómo vas? —le pregunté, rompiendo el silencio.
Maddy me miró, su expresión distante, pero aún así había algo en sus ojos que me decía que estaba buscando respuestas, al igual que yo.
—No puedo dejar de pensar en el cuerpo —dijo con un susurro, casi como si hablara consigo misma.
—Sí, se supone que es un fantasma —respondí, mi voz algo más baja, como si al decirlo me estuviera sumergiendo en una realidad más oscura.
—Sí… Oyes, y tú, disculpa la pregunta, ¿nunca has buscado a tus padres? —preguntó, girándose hacia mí con curiosidad.
Me quedé en silencio un momento. Esa pregunta siempre me hacía sentir incómoda, pero no podía negarlo, siempre había buscado respuestas.
—De hecho, sí. Pero al parecer se ocultaron muy bien. Ni siquiera sé sus nombres, y eso que soy muy buena investigando… o al parecer no tanto —dije, riendo con amargura. La búsqueda de respuestas había sido una tarea ardua y, al final, me había llevado más a un laberinto de incertidumbre.
Maddy me miró con una mezcla de simpatía y comprensión.
—Supongo que debe de ser difícil para ti, ¿no? —dijo, suavemente.
Asentí, mirando el suelo un momento. No podía evitarlo, las palabras de Maddy resonaban en mi mente. ¿Era difícil? Más que eso, era como un peso que nunca se quitaba. Pero al mismo tiempo, estaba acostumbrada a vivir con esa carga.
—Pues sí… —respondí, mi voz apenas un susurro.
Maddy guardó silencio un momento, luego miró hacia el restaurante vacío y, con una leve sonrisa, dijo:
—Oye, siento lo de hace rato. Sé que fue algo incómodo.
La miré, viéndola sincera, y sentí una leve chispa de empatía. Maddy siempre había sido directa, pero nunca cruel.
—Oye, ya pasó, no te preocupes —respondí rápidamente. Sabía que no quería que la situación fuera incómoda entre nosotras. Habíamos pasado por cosas difíciles, pero eso no debía definirnos.
Maddy asintió y luego, como si la pregunta hubiera estado rondando en su cabeza durante toda la noche, dijo con un toque de curiosidad:
—¿Y qué piensas de Ethan?
Esa pregunta me tomó por sorpresa. Ethan Blake. Siempre había sido un enigma para mí. Su actitud rebelde, su manera de manejar las cosas… No era fácil de leer, y a veces me molestaba, otras me intrigaba. ¿Qué pensaba de él? Era una pregunta difícil de responder.
Me tomé un momento antes de contestar, mirando a Maddy con algo de incertidumbre.
—Es complicado —respondí al fin. —Es el tipo de persona que se esconde detrás de una fachada. Pero, no sé, hay algo en él que… me hace pensar que no todo es lo que parece.
Maddy me miró, como si estuviera evaluando mi respuesta, luego asintió lentamente.
—Lo pensaba —dijo en voz baja. Parecía que no necesitaba más explicación.
Maddy soltó una pequeña risa, y en sus ojos pude ver un destello de comprensión, como si de repente todo tuviera más sentido.
—Me refería a la situación de nuestra familia. Después de lo que pasó, no me ha dirigido la palabra —dijo con un tono que reflejaba tanto tristeza como frustración.
—Eso debe ser difícil —respondí, mi tono suave, tratando de entender por lo que debía estar pasando.
—Gracias, Ashley. No sé, a veces siento que todo lo que está pasando tiene algo que ver con lo que ocurrió en el pasado. Pero también, no sé si estoy preparada para enfrentarlo.
De repente, la luz del restaurante parpadeó de forma extraña, como si la electricidad estuviera fallando. Todo se quedó en silencio por un instante, y luego un grito rompió la calma. Un grito tan agudo que nos heló la sangre. Debía ser Sofía.
Maddy y yo nos miramos al instante, y sin pensarlo, ambas salimos corriendo hacia la cocina.