Maddy
El día había estado pesado, y aunque ya estaba por irme, algo en el aire me hacía sentir incómoda. Miré a Ethan mientras salía del vestuario, tan indiferente, como si todo lo que había pasado fuera solo una molesta distracción en su día. Me levanté rápidamente del banco del casillero, no quería quedarme ahí, mirando cómo él se iba sin más. Sentí algo raro, algo que no sabía cómo describir, pero que estaba ahí, en el aire. Tal vez era la tensión, tal vez todo lo que había pasado con nuestras familias, pero de alguna forma, me molestaba su actitud.
Metí mis cosas en el bolso con rapidez, cerrando el casillero y saliendo apresurada del restaurante. Sabía que si no me apuraba, Ethan se iría sin siquiera decir una palabra. Cuando lo vi alejarse, el impulso de alcanzarlo me dominó.
_¡Ethan!__ lo llamé, aunque sabía que no me iba a responder con amabilidad.
Se giró lentamente, y su mirada… esa mirada arrogante, de superioridad.
_¿Qué, señorita King? ¿Quiere que la lleve a casa?.__ dijo con sarcasmo, como si lo estuviera disfrutando.
Pude sentir cómo su tono me atravesaba, afilado como una daga.
No me detuve.
_Podemos hablar__dije, tratando de mantener la calma.
Mi estómago se revolvía, pero no podía dejar que él viera eso. No quería que pensara que me afectaba su actitud.
_No tenemos nada de qué hablar, King__respondió sin pensarlo dos veces, girándose de inmediato como si yo no fuera nada más que una molestia.
Sentí un tirón en el pecho. Algo en su rechazo me hizo hervir la sangre. Lo miré de nuevo, sin dejar que se fuera tan fácil.
_Pensé que no jugabas a la gente por su familia___ le solté, tratando de hacerle ver lo que realmente pensaba. No me importaba si me despreciaba, no me importaba lo que pensara de mí.
Él se detuvo y, al darme la vuelta, me lanzó esa sonrisa burlona que me ponía de los nervios.
_Mira, no te conozco. ¿Por qué te empeñas en hablar? ¿Acaso la pequeña King se enamoró de un Blake?__ dijo, su tono tan cargado de sarcasmo que me hizo querer dar un paso atrás. Pero no lo hice.
_Qué arrogante__, murmuré, casi sin darme cuenta.
Y luego, mirándolo directo a los ojos, añadí: _Sabes, no a todas se les va el corazón por una cara bonita, un cuerpo perfecto y una actitud de estúpido, Solo te quería decir que, sea lo que sea que mi familia le hizo a tu familia, yo no soy igual a ellos_.
Lo vi detenerse un instante, y algo en su rostro cambió, pero no fue suficiente para que su arrogancia se desmoronara.
_¿Crees que soy bonito y perfecto, King?_ dijo, claramente buscando molestarme aún más.
Mi respiración se aceleró un poco, pero no iba a dejar que me ganara.
_Fue lo único que escuchaste ?__ respondí con calma, aunque por dentro sentía que todo se me desmoronaba.
_Es lo único que me importa, King__dijo, mientras abría la puerta de su coche, sus palabras llenas de desdén.
Lo miré, sintiendo cómo mi pecho se tensaba.
¿Por qué me importaba tanto lo que él decía? Pero antes de que pudiera pensar más, él añadió, con una sonrisa arrogante:
_Oye, solo mantente alejada de mí, ¿ok?_
Y con eso, subió al coche, arrancó el motor y se fue, dejándome allí, sola, de pie en el estacionamiento.
Me quedé quieta, observando cómo su coche desaparecía, y una mezcla de rabia y confusión me invadió. No sabía por qué me había afectado tanto. ¿Por qué me molestaba tanto su actitud? Yo no era como él. No podía ser como él.
Suspiré, dándome la vuelta. Empecé a caminar hacia casa, con los pensamientos revoloteando en mi cabeza. Había algo en su actitud que no podía dejar de cuestionar, algo que me decía que esto entre nosotros no terminaba aquí. Pero, por ahora, lo único que podía hacer era mantenerme firme y seguir mi camino. Si algo me había enseñado mi familia, era a no mostrar debilidad, aunque por dentro estuviera hecha un lío.
Ashley
Era tarde cuando me dirigía hacia mi casa, pero algo me decía que no debía irme sin antes hacer una parada en la biblioteca. El resto de los chicos estaría ocupado buscando pistas en otras partes, pero yo necesitaba más información, algo que pudiera conectar todos los puntos. Claro, sabía que a esas horas la biblioteca estaría cerrada, pero ya había hecho esto antes. Una de las ventanas siempre quedaba ligeramente abierta, y había una forma de entrar.
Cuando llegué, lo comprobé. La ventana lateral estaba igual que siempre: sin cerrar del todo. No sería tan difícil. Me acerqué sigilosamente, decidida a entrar, pero en el momento de intentar subir me resbalé y caí al suelo con un golpe sordo. Solté un suspiro, frustrada, y me levanté rápidamente, decidida a intentarlo de nuevo.
Fue entonces cuando escuché una voz detrás de mí.
—¿Necesitas ayuda? —dijo la voz con un tono sarcástico.
Me giré sorprendida y vi a un chico con una mochila y una gorra que cubría gran parte de su cara. No lo conocía, pero algo en su actitud me molestó. No tenía ganas de tratar con desconocidos, especialmente no en una situación tan embarazosa.
—No, gracias. Puedo sola —respondí, tratando de ignorarlo mientras me preparaba para intentarlo de nuevo.
—Pues ya te caíste una vez —se burló, con una sonrisa en su voz.
Rodé los ojos y decidí que no iba a permitir que me moleste.
—Cuando necesite ayuda, voy y te la pido. Mientras, déjame en paz —le contesté, alzando una ceja.
Él no se movió, y me miró como si estuviera buscando algo más que decir.
—Está bien, fiera —dijo al fin, como si se estuviera divirtiendo—. Me voy, si me respondes una pregunta.
Me detuve y, mirando de reojo, le respondí.
—Bien, ¿qué quieres saber?
Él no perdió la oportunidad.
—¿Por qué estás trepando por la ventana de una biblioteca? ¿Acaso guardan el oro de la ciudad?
Solté una risa sarcástica, sin dejar de intentar subir de nuevo.
—Muy chistoso. ¿No tienes otra cosa que hacer más que verme trepar por una ventana?