La verdad entre las sombras

Nine (9)

Maddy

Ethan se inclina para verla mejor.

—Definitivamente es él.

—Pero no tiene nombre —aclaro—. Ningún dato más que la imagen.

Ashley se pasa una mano por el cabello, frustrada.

—Ok, esperen. Vamos a organizar esto porque es demasiada información junta.

—¿Cómo se llama la maldición? —me pregunta.

—Los muertos vivientes.

Ethan suelta una risa sarcástica:

—Obvio. Claro. Justo lo que uno espera de una familia con maldiciones…

—Tiene sentido —dice Sofía, ignorando lo—. Quizás sí fue lanzada sobre tu familia… Solo que no sabemos por qué.

—Un paso a la vez —interviene Ashley, respirando profundo.

—Oye, si eso es cierto… —dice Olivia—. Maddy, ni siquiera es tu culpa. No lo sabías.

Asiento en silencio, aunque la culpa sigue pesando.

—El año del artículo es 1797 —continúa Olivia—. Es raro… mi abuela mencionó algo sobre que esto no pertenece a “este tiempo”. Tiene que estar conectado.

—Nosotras también encontramos algo sobre una King… —dice Sofía, mirándome de reojo.

—¿Una King? —pregunto, sintiendo que se me acelera el pulso—. ¿Quién?

—Ann Heily King. Fue adoptada por tu familia —responde Ashley.

—¿Cómo que adoptada? No sabía que mi familia era de los que adoptaban… ¿Dice qué pasó con ella?

Ashley niega con la cabeza.

—Solo que fue adoptada por tu familia, ella estaba en el orfanato.

Olivia se frota la frente, claramente abrumada.

—Estoy completamente perdida…

Entonces Ethan, con su clásico tono burlón pero afilado, se levanta y lanza:

—A ver, chiquilla: la señorita King —señala hacia mí— llega a Blackthorn y ¡pum! desata una maldición. El tipo que se nos aparece lleva años haciéndolo y se ve igual que en esa foto vieja. La King adoptada quizás estuvo en el mismo orfanato que él, ¿coincidencia? No lo creo. Ah, y según la abuelita bruja de oli, hay una puerta mágica que tenemos que encontrar.

Hace una pausa dramática, con los brazos abiertos.

—Entonces... ¿cómo, dónde y cuándo demonios vamos a empezar a buscar esa puerta, preciosas?

Nadie responde.

Nos quedamos en silencio.
Y esta vez… es porque todos lo sabemos:

Nada va a volver a ser igual....

—Hola… —escuchamos una voz arriba. Pasos firmes sobre el piso de madera.

Todos levantamos la vista. Olivia frunce el ceño y camina hacia la escalera. Subimos rápido.

—Genial… —dice una voz con sarcasmo. Nos detenemos al ver a un chico apoyado contra la pared del restaurante, con una sonrisa confiada y aire de sobra. Y ese mismo brillo molesto.

—¿¡Oye, me estás acosando!? —dice Ashley, avanzando directo hacia él con cara de pocos amigos.

—Cálmate, fiera —responde él, alzando las manos como en son de paz—. No eres la única mujer en mi vida.

Yo suelto una risa mientras niego con la cabeza.

—¿Qué buscas, Nate?

—¿¡Espera, conoces al acosador!? —pregunta Ashley, sorprendida.

—Sí, lo conozco. Es mi hermano —respondo sonriendo con una mezcla de orgullo y resignación.

—¿¡Tu hermano!? —repite Sofía.

—Mi mellizo, en realidad —aclaro.

—¡Guau! —dice Sofía.

—Sí, y soy más guapo —dice Nate con una sonrisa burlona y mirada cómplice.

—Otro King en mi restaurante. Genial… —dice Olivia, cruzándose de brazos.

—Sí, genial… —repite Ethan, dejando caer la cabeza hacia atrás.

—¿Qué quieres, Nate? —le pregunto con los brazos cruzados.

—¿No puedo venir a visitar a mi hermana mientras trabaja? Tengo hambre, y dice “abierto” afuera —responde con una sonrisa despreocupada.

—Estoy segura de que en tu gran mansión hay comida —responde Ashley con sarcasmo.

—¿Qué dices tú, bombón? ¿Me traes algo de comer? —le dice Nate a Sofía, con su mejor sonrisa de galán.

Sofía, claramente embobada, responde con voz suave:

—S-sí…

Y al acercarse me susurra al oído:

—Tu hermano es tan guapo…

No puedo evitar reírme.

—Siéntate por aquí —le dice Olivia, señalando una mesa.

Me alejo un poco a ordenar cosas mientras llegan los primeros pedidos para llevar. Desde el fondo del restaurante, veo a Ashley acercarse a Nate con paso decidido.

—¿Necesitas algo, fiera? —dice él, divertido.

—Te traes algo… y lo voy a descubrir —le dice Ashley entrecerrando los ojos.

—Solo quiero comer. No sabía que trabajabas aquí. Aunque ahora… tengo una excusa para verte —responde él, descarado.

—Idiota. Y no me llames fiera —responde ella antes de girarse y bajar al sótano sin esperar respuesta.

Nate se ríe mientras la ve alejarse. Yo lo fulmino con la mirada.

—Aquí tienes, espero que te guste —dice Sofía, sirviendo le el plato con una sonrisa soñadora.

—No tanto como tú, bombón —responde él sin perder su encanto.

Sofía se va riendo como loquita. Yo me acerco y me inclino sobre la mesa con los brazos cruzados.

—Escúchame bien, “bombón”. Si te traes algo con alguna de mis amigas, no va a pasar. Así que lo que sea que estés tramando… olvídalo.

—ohh tu también cruela, solo vine a comer algo. Promesa de hermanos —dice levantando las manos.

—Te estoy observando —digo, y lo dejo comer en paz. ....

Pasan unos minutos. El restaurante está prácticamente vacío, salvo por los pedidos a domicilio. Nate, tranquilo, está sentado leyendo un libro. Todo parece en calma, hasta que de repente...

—¡AAAAH! —grita Ashley desde el sótano.

El grito me hace soltar lo que tenía en las manos. Me asusto y corro al sótano. Nate me sigue sin preguntar nada.

Cuando llegamos, ya están todos allí.

—¿Todavía estás aquí? —dice Ethan al ver a Nate.

—Tranquilo —responde Nate, sin perder la calma.

—¿Y Ashley? —pregunta Sofía.

—Vean eso… Estoy segura de que no estaba ahí antes —digo, señalando.

Todos nos giramos. En la pared trasera, donde antes solo había cemento, ahora hay una puerta. Antigua, de madera gruesa, con símbolos tallados que parecen moverse si los miras demasiado tiempo.



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En el texto hay: mucho misterio

Editado: 12.05.2025

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