La verdad entre las sombras

eleven(11)

Maddi

Cuando cerramos la puerta del restaurante, sentí que el aire cambió. Ya no era solo frío… Cuando cerramos la puerta del restaurante, sentí que el aire cambió. Ya no era solo frío… era espeso, como si el mundo hubiera retenido el aliento. Dimos apenas unos pasos afuera, todos en silencio, sin saber qué decir, sin saber qué hacer.

Y entonces, sin previo aviso, Ethan se detuvo.

Lo vi de reojo girarse lentamente, con los hombros tensos, la mandíbula apretada. No dijo una sola palabra. Simplemente dio media vuelta y empezó a alejarse, con pasos largos y firmes, como si algo dentro de él estuviera a punto de explotar y necesitara huir antes de romperse frente a nosotros.

—Ethan... —susurré apenas, pero no me escuchó. O no quiso hacerlo.

No fui tras él. Aunque parte de mí lo deseaba. Quería alcanzarlo, decirle que no estaba solo, que entendía esa rabia callada en sus ojos. Pero también sabía que no servía de nada. Lo que habíamos visto ahí dentro nos había cambiado a todos. Pero a él, tal vez más.

Un Blake mató a alguien. A sangre fría. Sin dudarlo. Y ese alguien era Kevin...

Kevin. El nombre se me clavó como una espina en la mente. Ese mismo chico que se nos aparecía. Que pensábamos que era solo un fantasma. Un recuerdo atormentado de alguien perdido. Pero no. Lo vimos morir con nuestros propios ojos. Y eso significaba que todo... todo era real. Que los muertos no solo estaban regresando, sino que también estaban atrapados en algo mucho más oscuro de lo que imaginábamos.

Miré las manos, temblaban levemente. ¿Cómo seguimos después de algo así...?

El grupo seguía en silencio. Casi podía oír nuestros pensamientos rebotando unos contra otros, llenos de confusión, tristeza y miedo. Lo sentía en el ambiente, como una electricidad invisible que nos envolvía.

—¿Y ahora qué hacemos...? —logré decir al fin. Mi voz me sonó lejana, rota. Como si fuera otra persona la que hablaba por mí.

Sofía se encogió de hombros, con la mirada perdida.

—No lo sé... —murmuró, y noté que tenía los ojos ligeramente enrojecidos.

Ashley fue la única que reaccionó con algo de firmeza. Siempre tan práctica. Siempre tan... contenida.

—Hay que asegurarnos de que esa puerta no se abra. Eso es lo primero.

—¿Cómo apareció esa puerta, Ash? —preguntó Olivia, sin rodeos. Su voz era cortante, como si ya no le quedaran filtros después de lo vivido.

Ashley negó, cansada.

—No lo sé. Solo apareció. Pero no importa ahora. Lo importante es que esté cerrada. Espero que no se haya escapado nada...

Se apresuró a mover cajas y asegurarse de que la puerta quedara completamente sellada. Aún así, yo no podía dejar de mirarla. ¿Y si lo que sea que estaba ahí ya salió? ¿Y si... nunca estuvo solo?

Fue entonces cuando sentí una mano tomar la mía. Me giré y vi a Nate. Su rostro había cambiado. Ya no era el chico que hacía bromas para aliviar la tensión. Estaba serio. Concentrado. Casi sombrío.

—Vamos a casa. Tenemos mucho de qué hablar —dijo, y su voz no tenía espacio para dudas.

Lo seguí sin protestar. Porque lo conozco. Porque cuando Nate se pone así, es porque algo importante está por venir.

—Hay que descansar —dije al grupo—. Mañana hablamos de esto con más tranquilidad... y decidimos cómo proceder. ¿Les parece?

Ninguno discutió. Solo asentimientos, miradas cansadas, pasos lentos. Antes de alejarnos, Olivia se detuvo un momento y giró hacia nosotros.

—Por cierto… el cuerpo ya no está en el cuarto frío.

Me quedé helada. Aunque no fue sorpresa. Algo dentro de mí ya lo sabía.

—Sí… era de esperarse —murmuró Sofía, y fue todo lo que se dijo.

Y así, cada uno tomó su rumbo, pero yo supe que ya no estábamos caminando solos. Algo más se movía con nosotros. Algo que no podíamos ver… pero que ya conocía nuestros nombres.

espeso, como si el mundo hubiera retenido el aliento. Dimos apenas unos pasos afuera, todos en silencio, sin saber qué decir, sin saber qué hacer.

Y entonces, sin previo aviso, Ethan se detuvo.

Lo vi de reojo girarse lentamente, con los hombros tensos, la mandíbula apretada. No dijo una sola palabra. Simplemente dio media vuelta y empezó a alejarse, con pasos largos y firmes, como si algo dentro de él estuviera a punto de explotar y necesitara huir antes de romperse frente a nosotros.

—Ethan... —susurré apenas, pero no me escuchó. O no quiso hacerlo.

No fui tras él. Aunque parte de mí lo deseaba. Quería alcanzarlo, decirle que no estaba solo, que entendía esa rabia callada en sus ojos. Pero también sabía que no servía de nada. Lo que habíamos visto ahí dentro nos había cambiado a todos. Pero a él, tal vez más.

Un Blake mató a alguien. A sangre fría. Sin dudarlo. Y ese alguien era Kevin...

Kevin. El nombre se me clavó como una espina en la mente. Ese mismo chico que se nos aparecía. Que pensábamos que era solo un fantasma. Un recuerdo atormentado de alguien perdido. Pero no. Lo vimos morir con nuestros propios ojos. Y eso significaba que todo... todo era real. Que los muertos no solo estaban regresando, sino que también estaban atrapados en algo mucho más oscuro de lo que imaginábamos.



#1362 en Thriller
#653 en Misterio
#293 en Paranormal

En el texto hay: mucho misterio

Editado: 03.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.