PREFACIO.

Australia, 08 Septiembre del 2018.

Alaska Brooks

Mientras veía a todos que salían con sus amigos, yo, era la única sin rumbo y sola, ahora no quería a nadie, me fui a Canadá por tiempo para mí pero al parecer el destino no estaba de mi lado.

Extrañaba todo lo que dejé, alejarme de mi familia y amigos, todo por conocerlo a él, ¿quién diría que pondría mi mundo de cabeza?

No imaginé que todo iba a suceder en tan solo un año y unos meses. Que en un abrir y cerrar de ojos tuve que llamar a mis padres diciendo que me iría del país, que regresaría a Australia.

Tuve que volver a seguir con mi vida, fingir que nada pasó, concentrarme en mis estudios es lo que importaba ahora, esperando a que ese pasado no me afecte.

Todo fue por él, al conocerlo, tan guapo que te cautiva con solo mirarlo, pero con un pasado que me terminaría dañando.

Mi inicio de clases fue un punto clave para poder escapar de estos pensamientos.

[...]

Había regresado a mi departamento, pero me sentía tan sola que volví a salir, además tenía hambre.

Me dirigía a un cafetín, me sentía a salvo o al menos eso creía, solo mis padres y un primo sabían dónde estaba justo ahora, tomé asiento y pedí un expresso con un muffin, estaba entrando en calma cuando alguien totalmente inesperado cruzó esa puerta.

- Hola Alaska, que bueno verte de nuevo.

Eso fue la señal de que esto no había acabado.

- ¿Qué haces aquí? - mis nervios regresaban.

- Bueno, vine a preguntarte ¿Por qué tomaste un vuelo sin avisar? ¿A qué le tienes miedo? ¿A mí? Porque yo solo quería verte de nuevo.

- Solo déjame en paz ¿puedes?

- Puedo, pero no quiero - me mira fijamente a los ojos, pero yo no puedo sostenerlos.

- ¡Vete al ... - él me tapa la boca.

- Linda, no querrás hacer eso, hay niños presentes. - lo dice con una seguridad que no logro entender cómo.

Luego me suelta y me aparto.

- Aléjate de mí, de mi familia, de mis amigos, de todos. Eres un maldito enfermo - le digo entre dientes y me pongo de pie.

Salí corriendo del lugar, no me importaba que la gente me quede mirando, estaba asustada.

¡Todo esto era mi culpa!

Había un parque cerca y me senté en unos de los bancos, tampoco me importaba si estaban sucios, necesitaba un respiro. Ese pequeño descanso se esfumó en cuestión de minutos. Él se acercó y se sentó a mi lado, riéndose por mi reacción, esa sonrisa que cuando lo conocí me pareció la más hermosa pero ahora solo me causaba escalofríos.

- ¿Sabes? Me parece tan absurdo que hayas vuelto sabiendo que yo soy de aquí.

- Lo sé, pero no creí que me seguirías tan rápido, eres un loco, ya nos has hecho mucho daño, por tu culpa sufrió una amiga, por tu culpa no puedo estar tranquila.

- No querida, tú misma lo ocasionaste, tú y tus amigos decidieron salvar tu pellejo en vez de la de ella, no negaré que me sorprendió que te apoyaran. Son unos hipócritas contigo. Tú tienes que estar conmigo, conmigo lo vas a tener todo - lo dice con rabia y posesivo a la vez.

- Tú no nos diste otra opción. No íbamos a cumplir tus enfermos caprichos.

- ¿Enfermos caprichos? ¿Crees que eso me ofende? - comienza a reír.

- Ahora que me doy cuenta ... parece que te enorgullece.

- Hay infinidades de cosas que no sabes Alaska, probablemente no te sorprenda, tal vez te causen otros sentimientos, pero incluso cualquier clase de sentimiento hacia mí es bien recibido cariño. - me roza con sus nudillos mi mejilla.

- Ni me toques - le digo detenidamente y le doy una bofetada. - Tú solo me das asco. Te odio.

- Es lo suficiente que necesito... ¿Sabes? ...eso me excita.

- Aléjate. - lo digo con decisión.

- No podrás escapar siempre. - dicho eso se pone de pie y se va.

Sé que nunca me dejará en paz, nos causó tantos problemas que ya estaba cansada.

Esa noche, de hace un año ... creí ... que fue una segunda casualidad, pero en realidad era planeado, me seguía y me seguiría por el resto de mi vida.

A menos que yo ... sea suya.