Más allá de quedarse peleando inútilmente frente a la puerta del aula, ambos continuaron mientras paseaban por el gigantesco jardín que contenía aquella institución, en espera de la próxima materia; aunque Yésika seguía enojada con Yeik, lo cierto era que las bromas y el perseverante buen humor del chico pudieron ganarle, en parte, a su mal temperamento.
Sin embargo, luego de un tiempo, tanto Yeik como Yésika mantuvieron una cierta seriedad mientras caminaban lentamente entre plantas y flores, hablando de temas meramente banales. Los dos sabían que había un tema pendiende por arreglar y, a pesar de que habían quedado discutirlo a la salida del colegio, sabían que era un buen momento para hablar sin que nadie los escuchara.
Por ende Yésika, apartando la mirada hacia los árboles, dio el primer paso:
—Bueno... creo que querías decirme algo ¿No?
Yeik la miró. Luego bajó la mirada y dio un suspiro con una expresión ciertamente afligida:
—¿Cómo has estado durante este tiempo?
La de cabello puntiagudo le devolvió la mirada, un poco desorientada, pues ella esperaba otro tipo de respuesta:
—Emmm... Sinceramente, no del todo bien.
—Bueno, supongo que es una buena señal—dijo Yeik, a su vez que su compañera lo miró de modo más desconcertado—. ¿No lo crees, Yésika?
—¿Cómo que una "buena señal"? Yeik ¿Acaso me estás tomando el pelo?
—Bueno, siempre trato de ver las cosas con optimismo —respondió el de cabello azul, encogiéndose de hombros—. Si durante todo este tiempo hubieses estado bien, no tendría sentido querer arreglar las cosas ¿No?
La muchacha sabía que tenía razón, por lo que decidió no responder al respecto y dejó hablar a su compañero.
—Yess, lo que pasó en la casa del árbol... solo ocurrió porque estaba preocupado por ti. Ni yo ni Gache quisimos hacerte daño. Solo quisimos que entraras en razón.
—¿"Entrar en razón"? —contestó Yésika con un aire enfadoso, a su vez que detuvo la marcha de Yeik y se puso al frente de él—. En primer lugar, a las personas se las hace "entrar en razón" cuando no tienen la razón. Y en segundo lugar, no se hace "entrar en razón" a las personas por medio de gritos y luego empujándolas al suelo de su propia casa del árbol.
—¿Y cómo es que estás tan segura de tener la razón?
—Porque soy yo la que se junta con Rai y porque soy yo la que practica magnen con él. No tú, ni Gache, ni nadie —se defendió la joven.
—¿Entonces realmente crees que te estamos mintiendo?
Yésika enmudeció repentinamente ante la pregunta de Yeik. Quiso contestar, pero tragó sus palabras en ese mismo instante mientras ponía una mano detrás de la nuca.
—Vamos, Yess ¿Luego de todo lo que pasamos? No tiene ningún sentido echar nuestra amistad a la basura por algo tan absurdo como una mentira. Además, sabes que no es el estilo de Gache aprovecharse de nadie y mucho menos el mío ¡Somos tus amigos! ¡Sabes que jamás te mentiríamos!
Yésika siguió en silencio por un momento. Luego dio un suspiro y terminó por sentarse en uno de los tantos asientos de piedra que se encontraban en aquel jardín. Por último, desvió tímidamente su mirada hacia el suelo:
—No lo sé, Yeik —dijo la muchacha—. No es que no quiera creerte, pero la realidad es que desde ya hace un mes que Rai es mi amigo y jamás me hizo nada. Son tus palabras contra los hechos.
Viendo que Yésika jugaba con sus dedos bajo una mirada triste, el joven Lix decidió tomar asiento al lado de su amiga y trató de encarar el asunto desde el lado más positivo posible, pues bien sabía que si no lograba arreglar sus problemas con Yésika, todos sus esfuerzos habrían sido en vano:
—Solo piénsalo por unos segundos, Yess ¿Para qué te mentiría?
—Creo que es obvio ¿No? —respondió su compañera, mantentiendo la mirada en sus manos—. Porque diciéndome eso me mantedrías alejada de Rai. Por lo menos esa es la razón por la que terminé enojándome contigo y con Gache.
—Bueno... sé que tienes tus motivos para pensar eso —dijo el joven Lix, subiendo los pies al asiento y cruzándolos entre sí—. Pero creo que también tengo una buena razón para decir que mentirte sería una gran estupidez.
—¿Ah sí? —contestó la chica de cabellera extrovertida y castaña, mirando a su amigo con cierta extrañeza—. ¿Y cual es?
Yeik, como respuesta, dio un suspiro y le devolvió una profunda y sincera mirada.
—Que te extraño. Esa es mi única razón.
Ambos mantuvieron su mirada por unos segundos. Sin embargo, luego de que Yésika se sonrojara, trató inútilmente de ocultarlo volteando hacia otro lado, en tanto Yeik continuaba con sus palabras:
—Te extraño, Yess... y mucho. Te extraño a ti y a todo. Y si lo que te dije únicamente fuese "una mentira", pues arreglaría todo el problema con solo admitirlo. Pero prefiero la verdad, porque quiero cuidarte. Aunque eso signifique... perder todo lo que tenía valor para mí, incluso Gache.