La joven y habilidosa combatiente se encontraba en camino a la academia de Gaudiúminis, portando su arma y su brazalete de defensa. No se sentía ni triste ni feliz, pero sí se sentía ansiosa. A las 3:27 de la tarde, aún faltando media hora más para tener su respectiva clase de magnen, ella realizaba sus pasos con cierto apuro e inquietud. Necesitaba ver a Rai, necesitaba contarle que ya había tomado la decisión de formar un equipo con él.
Tenía que anunciarle que estaba por iniciar un nuevo ciclo en su vida.
Fue entonces cuando lo vio al doblar una esquina. De cierto modo, le sorprendió encontrarlo a esa hora, ya que él no era una persona que iba antes de la hora estipulada. Pero no le importó en absoluto, ella solo quería contarle de una vez su noticia.
Se acercó corriendo hacia él con una sonrisa inmensa, la cual desapareció paulatinamente al ver el rostro pálido y totalmente inexpresivo de su compañero:
—¡Rai! Qué... bueno encontrarte por aquí —. A pesar de que esperó un poco, no recibió respuesta alguna, solo una mirada que, por alguna razón, le costaba un poco reconocer—. Emmm ¿Te sientes bien? Estás un poco...
—Estoy bien, no te preocupes.
Yésika comenzó a mirar con más detalle a su amigo. La tonalidad de su piel le daba un cierto aspecto de muerto viviente, al igual que su cansada voz:
—¿Ibas a decirme algo, Yess?
—¡Oh! Sí, cierto —dijo la joven, comenzando de cero y tratando de ignorar el aspecto de Rai—. Bueno, solo quería decirte que luego de todo lo sucedido con Yeik, pensé en... aceptar tu propuesta.
Yésika primero se sonrojó, algo nerviosa. Luego, para disimularlo, miró con entusiasmo a Rai y aplastó la palma de la mano con su puño:
—¡Y seremos el mejor equipo de todo Gaudiúminis! Así que espero no te sientas intimidado.
Su compañero, como respuesta, sonrió lo más que pudo.
—Es bueno escuchar eso.
—Es más... ¿Qué tal si luego de magnen nos vamos a mi casa a practicar? ¡Tengo muchas cosas que mostrarte! Como el salón de entrenamiento, mi habitación, mi casa del árbol, mi...
—Entonces ¿Estás segura de que dejarás a tus amigos?
Yésika detuvo sus palabras en seco. Nuevamente, todos sus grandiosos recuerdos del pasado comenzaron a surgir en su cabeza. No obstante, estos comenzaron a poblarse de gritos, peleas y sangre a medida que dejaba fluir sus pensamientos.
Yésika, en ese instante, aborreció la terrible amenaza en la que Yeik se había convertido.
—Sí —dijo afligida—. Aunque duela, creo que lo mejor es dejar el pasado atrás.
Inclinó su mirada hacia el suelo, sin ánimos de levantarla nuevamente. Porque sí, el pasado la hería, le pesaba. Porque sabía que luego de aquel acuerdo, iba a tener que acarrear con ese dolor para siempre.
Sin embargo, como ella no se sentía con el valor suficiente para elevar la mirada, Rai tomó su mentón con suavidad y elevó levemente su cabeza:
—Eres fuerte, Yess. Podrás con lo que sea.
Yésika lo miró nuevamente a los ojos, pero no pudo establecer ningún tipo de conexión con él; aquella mirada tan vacía que su compañero portaba le causaba una extraña sensación.
La extraña sensación de que Rai no estaba allí.
Dying to leave- Egypt central
*
—¿Entonces? ¿Somos un equipo? —continuó Rai.
Él había dejado de sostener el mentón de la joven para ofrecerle la mano, como si de un acuerdo se tratara. Y Yésika, aunque tituveó, se puso firme con ella misma y volvió a recordar que había que comenzar un nuevo ciclo.
Pero cuando extendió la mano para concretar el nuevo equipo, oyó un grito desaforado que se acercaba hacia ellos:
—¡No te atrevas a tocarla, hijo de perra!
Repentinamente, Yeik empujó con su hombro y con todas sus fuerzas a Rai, quien salió expulsado varios metros lejos de su compañera. De tal manera, Yeik quedó entre medio de ambos combatientes.
—¡Yeik! ¿¡Qué diablos crees que haces!? —gritó Yésika, enfurecida.
—¡Yésika! ¡Escúchame! ¡Estás en grave peligro!
—¿Ah sí? —dijo Rai, quien se había recuperado rápidamente y se dirigía fastidioso hacia Yeik—. Tú serás el que corra el grave pe...
—¡DIJE QUE TE ALEJES DE ELLA!
Yeik, ante la desesperación, sacó su espada de la mochila que cargaba y la apuntó a la cara de Rai, quien retrocedió unos pasos. El joven Lix, con su otra mano, tomó distancia de Yésika y logró así retener a ambos de su inminente accionar de ataque.
Si Yeik no seleccionaba bien sus palabras, podía costarle muy caro.
—Bien, idiota ¡Dame una explicación en este mismo momento si no quieres que me ponga en tu contra! —dijo la chica mientras desenvainaba su arma.