La verdad secreta - El renacer del ente

Capítulo 31 - Revelaciones

6:03 pm

Luego de un tiempo dentro del tubo de curación, dicho aparato comenzó a vaciarse para permitirle salir de allí.

Después del evento ocurrido, Gache cargó a su amiga y guió a Yeik hacia el único lugar en la cual iban a encontrar un poco de tranquilidad, por lo menos por un tiempo: la casa de Yésika, la cual sabía que siempre estaba abierta para ellos. Y como allí siempre contaban con todo el equipamiento de magnen, el canoso recordó que, obviamente, también estaba el cilindro de curación.

Era el equipamiento escencial que ellos necesitaban. De hecho, ya lo habían utilizado en variadas ocasiones para sus entrenamientos más duros y feroces. Sin embargo, ahora estaba siendo utilizado para recuperar a los combatientes de una auténtica pelea; como Yeik era el que estaba con heridas más graves, él entró primero al tubo mientras el canoso tomaba las precauciones necesarias para aliviar las heridas de Yésika, quien aún estaba inconsciente.

Pero como relatamos al principio, el chico de cabellos azules ya se encontraba curado. Por ende, cuando salió de allí, se encontró con aquella gran habitación de parqué que hace tanto no había podido visitar. Ésta era gigantesca, tan espaciosa en sus alrededores como hacia el techo, de manera que se volvía el lugar perfecto para cualquier tipo de práctica. No obstante, ésta estaba refaccionada exclusivamente para magnen; por un lado, el espacio sin obstáculos, donde estaban dibujados los círculos de combate en el suelo; por el otro, había maniquíes y armas dispersas, los cuales servían solo para ejercicios. Y por último, en una esquina de la habitación, junto a la puerta de entrada, estaba el sitio de descanso, conformado por una pequeña mesa de baja estatura y unos enormes puff que la rodeaban; frente a este lugar de reunión, además, había un pequeño televisor encima de lo que era una pequeña nevera con refrescos.

Al lado de estos dos artefactos, se encontraba el gran tubo de donde Yeik estaba saliendo, totalmente empapado por el líquido celeste. Apenas realizó su primer paso, pudo sentir como una toalla impactó contra su cabeza y la envolvió consecutivamente:

—Tardaste dos horas ahí adentro —dijo Gache con seriedad.

—¿Dos horas? Eso es demasiado para heridas superficiales —contestó Yeik.

—Parece que tus heridas no eran tan superficiales. Tuviste suerte, pibe.

Luego de ese corto intercambio de palabras, el joven Lix vio a su desvanecida compañera en uno de los grandes almohadones. Ella, aunque no estaba grave, tenía varias heridas, incluso algunas infectadas.

—¿Ya la vieron sus padres?

—Ellos no están acá, me parece que siguen laburando —contestó el canoso—. Tampoco sé cómo llamarlos, así que vamos a tener que esperar hasta que aparezcan.

—De todas formas, lo mejor será que la ayudemos ahora, antes de que sus heridas empeoren.

Yeik, luego de secarse rápidamente, tomó a su compañera junto con Gache y la metieron dentro del gran aparato. Y cuando finalmente el tubo comenzó a llenarse de líquido, ambos amigos se sentaron en los puff y quedaron en silencio.

En ciertos momentos observaban la televisión, en otros chequeaban que el proceso de curación de Yésika marchara correctamente, pero la comunicación de ambos compañeros se limitaba a eso. O así fue hasta que Yeik dio un suspiro profundo para romperlo:

—¿Por qué me salvaste?

—¿Cómo? —contestó Gache, desentendido— ¿Salvarte? ¿Salvarte de qué, che?

—Podría haber terminado internado en un hospital si no intervenías. Quizás hasta me mataban, tú ya viste la gravedad de las heridas que me causaron ¿Por qué me salvaste?

—¿No es obvio? Si voy por la calle y veo que están lastimando a alguien, es mi deber intervenir. Más si practico magnen.

—Pero pensé que jamás querías volver a...

—¿Hablarte? —interrumpió el canoso, aún serio—. Bueno... lo pensé en un momento. Pero después de presenciar tu pelea con Rai al frente del instituto, tuve que cambiar de opinión.

—¿Cómo dices?

Gache, luego de un suspiro, se balanceó sobre su puff y se puso de pie para irse directo a la nevera:

—Todo el instituto te escuchó cuando me nombraste a mí y a Yésika. Se notaba en tu enojo y desesperación que realmente querías tenernos de vuelta. Y como te conozco, sé que lo más auténtico que puede salir de vos es el enojo.

Gache llegó a la heladera, sacó dos botellas de agua, le acercó una a su colega y se volvió a sentar:

—Así, luego de ver tu pelea con Rai, pensé que quizás toda la escenita de que no querías verme y etcétera, era solo otra de tus tantas decisiones boludas que tomás de vez en cuando ¿Me equivoco? —. Yeik se limitó a dar una pequeña carcajada mientras su compañero daba un sorbo a su botella—. Así que bueno, no estaba seguro de qué pensar hasta que vi que les estaban dando una cagada sin escrúpulos a vos y a Yésika.



#29751 en Otros
#4116 en Aventura
#12644 en Thriller
#7247 en Misterio

En el texto hay: accion, aventura y misterio, aventura y amor

Editado: 01.08.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.