"Narrado por Troy"
Parecería ser mi fin, pues el sujeto al que habían enviado para matarme, al verme con un balazo en el abdomen, decidió huir de la casa. Yo podía entender su posición en una situación como la que se acababa de suscitsr entre ambos -porque, técnicamente, yo también era un fugitivo de la "policía"-, y en caso de quo yo le hubiese causado algún daño, tomaría esa simple decisión, además, todo fue muy rápido e hizo lo primero que se le vino a la cabeza. A veces, el pensar las cosas en " caliente", hace que cometamos muchos errores.
Traté de levantarme del piso, sin embargo, me fue imposible. Estaba un poco atyrdido, sentía un dolor muy intenso en mi abdomen, y aparte de eso, tenía un fuerte ardor en mi piel, también en el área abdominal, siendo consecuencias del disparo y los gases que emanaron de la misma, al momento en que impactó en mi cuerpo. Quería ir a ayudar a Blake, que seguía encerrada en el desván, debajo de las escaleras -el cual servía como un pequeño depósito, en el que se guardaban las cosas que ya no usaban-, por lo que volví a intentarlo, aunque en ésa ocasión, busqué aferrarme a las barandas de mi cama, de las que me impulsé, para acabar incorporándome finalmente, a pesar del dolor que sentí al hacerlo.
Tomé un pañuelo y cubrí la herida con él, para parar la salida de sangre que tenía, aunque no era tanta como lo imaginé en un principio; fue entonces que me dispuse a ayudar a Blake, sus gritos se oían por toda la casa. Caminé hasta la puerta del desván, no obstante, cada paso que daba hasta allá me costaba mucho, por el dolor que sentía, para luego abrirla, entonces ella salió, muy alterada:
—¡Troy, qué bueno que me abres! ¡Un tipo entró y me dejó encerrada aquí! Pero no te preocupes, no me…
No alcanzó a decir nada más, ya que se dió cuenta de lo que me había sucedido, fue entonces que abrió los ojos como platos y exclamó, más alterada aun:
—¡Estás herido! ¡Hay que llevarte a un hospital ahora mismo!
—No, no puedo ir a un hospital —le dije, mientas respiraba con pesadez, a causa del dolor que sentía.
Si me llevaban a algún hospital, para que me atendieran, le darían aviso a las autoridades casi de inmediato, debido a que se trataba de una herida de bala, eso significaba que la noticia llegaría a oídos del idiota de Fitzpatrick y entonces, sería mi fin, pues él se aseguraría de acabar conmigo. Ése era un riesgo que por nada del mundo quería tomar.
—¿Por qué no? ¡Podrías morir si no te atienden!
—Lo que hay que hacer es sacar la bala —resumí, con tono sereno, tratando de hacer que ella se calmara. No era la primera vez que resultaba herido.
La pobre Blake quedó en shock por lo que dije, no comprendía cómo podía mantener la calma en ése momento. Durante los años de entrenamiento en el "criadero", a todos los que estábamos allí, nos enseñaron a controlarnos en esas situaciones y a pensar en el dolor como algo secundario, algo que no podía dominarnos, que era pasajero y simple. Sin embargo, en ésas circunstancias, me estaba resultando bastante difícil el poder conseguirlo.
En ese momento, Bernard llegó a la casa, con unas bolsas de comida, pues había ido a hacer mercado. Nada más vernos, le dijo a Blake, muy serio:
—Hija, lleva las bolsas a la cocina, mientras yo llevo a Troy a mi habitación.
—De acuerdo —dijo ella, angustiada.
Ella obedeció rápidamente y Bernie me ayudó a llegar hasta su habitación, hizo que me recostara en su cama y vi que comenzaba a buscar cosas en una de las mesas de noche que se encontraban en ése lugar, pero después se fue de allí por un rato, y volvió con una taza llena de agua caliente y una botella de licor. Eso se me hizo muy raro, por lo que le pregunté:
—¿Qué harás con eso?
—¿Qué otra cosa voy a hacer? Sacar la bala y coser la herida, hijo —me respondió, contrariado—. Ya Blake me contó más o menos lo que pasó y recuerda que estudié Medicina, puedo hacer esto.
—Sé que estoy en buenas manos... ¿Y por qué la botella?
—Cuando saque la bala lo sabrás —dijo él, un poco más sereno.
Tomó unas pinzas y las sumergió en el agua, para luego introducirlas en la herida. Cuando salía sangre -que no era mucha-, limpiaba con pañuelos y así se mantuvo hasta hallar la bala, por lo que la extrajo y yo me quejé un poco, no era fácil hacerse el duro, sobre todo porque eso me dolió mucho en verdad.
Entonces Bernie se dio cuenta de que la bala había perforado un poco la vena y que estaba tapando una hemorragia, por lo que hizo lo que pudo para detener el sangrado, pero yo comencé a sentirme muy débil, a causa de la pérdida de sangre. Al final, él cosió la abertura de la vena y roció el licor en la herida -ardía mucho-, además de darme una probada mientras me decía:
—El licor sirve para desinfectar heridas, pues es parecido al alcohol que se usa para ello y antes también se usaba para anestesiar a los pacientes.
Cosió la herida rápidamente, mientras me daba más licor, pero en realidad ya no era necesario, lo peor había pasado ya, y al terminar, salió de la habitación, para dejarme descansar. Sin duda, aquella noche había sido muy larga para todos en ese lugar y debíamos recuperar fuerzas.
A la mañana siguiente, muy temprano, entró con Blake al dormitorio, la chica traía consigo un poco de comida y la puso en una de las mesas de noche, la tomé y comencé a comer, pero ellos me miraban muy serios, por lo que les pregunté, algo distraído:
—¿Qué pasa?
—Creo que es hora de que nos cuentes lo que pasó contigo antes de que aparecieras en nuestras vidas — dijo Bernie, mientras me miraba fijamente, como si quisiera escudriñar mi mente, o eso me pareció—. Lo que pasó anoche no fue algo normal, vinieron aquí a lastimarte... ¿O me equivoco, Troy?
Bernard tenía razón... Ya no podía seguir huyendo de mi pasado, debía enfrentarlo y contarles la verdad, la cual me atormentaba día tras día, por lo que no tuve otra opción que decir:
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futuro distopico, misterio e investigación, persecuciones y peleas
Editado: 26.06.2025